Premios Nobel

La escritora surcoreana Han Kang, autora de 'La vegetariana', gana el Premio Nobel de Literatura 2024

El triunfo de Kang supone el primer nobel literario para Corea -un país que ha entrado con fuerza en el imaginario juvenil planetario gracias al K-Pop, el cine y los mangas-, pero también le cabe el honor de ser la primera mujer asiática que lo logra. Muchas cosas se transforman con este premio. 

Iolanda Batallé, la descubridora en España de la Premio Nobel Han Kang: "Es silenciosa, vive para escribir. Evita mucho el ruido. Pero sobre todo, es valiente”

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'La vegetariana', de Han Kang: una mujer que quiere ser una planta

La escritora coreana Han Kang en Barcelona.

La escritora coreana Han Kang en Barcelona. / FERRAN NADEU

Elena Hevia

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Quizá la literatura tal y como se entendía hasta no hace tanto, masculina, musculosa y eurocentrista, ha dejado atrás definitivamente esas señas de identidad con el anuncio este jueves del Premio Nobel de Literatura a la escritora surcoreana Han Kang. Hay que remitirse a las pruebas. Mujer; capaz de escribir novelas tan leves como mariposas (‘La clase de griego’), pero también de adentrarse en terrenos de máxima crueldad en su novela más celebrada, ‘La vegetariana’ (Booker internacional en el 2016); asiática, y aún así, por suerte, no es una desconocida, sino una autora seguida por miles de lectores. Y la prueba es que ha sido ampliamente traducida tanto en castellano como en catalán en los sellos Random House y La Magrana, aunque fuera descubierta en la extinta Rata. Es también relativamente joven, 53 años, para los patrones añosos del gran galardón sueco que suele fijarse tradicionalmente en figuras de más consenso. 

Han Kang es también la punta de lanza, y la que traspasado más fronteras, de un amplio grupo de escritoras coreanas que han heredado la pesada carga de un país occidentalizado a marchas forzadas sin haber podido superar la violencia generalizada ejercida por el vecino Japón, que sojuzgó el país durante años. Quizá por eso el jurado ha destacado: su capacidad para confrontar “traumas históricos” y “la fragilidad de la vida humana”. El triunfo de Kang supone el primer nobel literario para Corea -un país que ha entrado con fuerza en el imaginario juvenil planetario gracias al K-Pop, el cine y los mangas-, pero también le cabe el honor de ser la primera mujer asiática que lo logra. Muchas cosas se transforman con este premio. 

Los traumas, colectivos e individuales, mencionados por la Academia Sueca impregnan toda la literatura de la coreana y quizá el mejor libro para adentrarse en ellos sea ‘Blanco’, una memoria personal en la que recupera la huella que dejaron en su familia sus dos hermanos mayores fallecidos cuando apenas eran bebés, antes de que ella y su otro hermano nacieran. Hang Kan siempre sintió que ocupaba el lugar de ellos y eso ha marcado su relación con la muerte y con el recuerdo de los que ya no están: “Creo que el mundo es transitorio y que a mí me tocó este mundo por pura suerte”, ha dicho. Pero también hay que leer la tremenda ‘Actos humanos’ que comienza con la masacre de 1980 de manifestantes estudiantiles en la ciudad surcoreana de Gwangju (la ciudad en la que nació ella misma) que retrató con una mirada casi imperturbable hacia el horror, la sangre y la crueldad desplegada institucionalmente.

Celosa de su intimidad, mujer reservada y de gestos mesurados, es difícil valorar las consecuencias que el galardón va a tener en la vida de la autora. El secretario permanente de la Academia Sueca, Mats Malm, señaló que tras la llamada que le realizó para anunciarle el premio, apreció que ella “no estaba preparada para esto”. La editora que la descubrió en España en el ya extinto sello Rata, Iolanda Batallé, celebraba el premio este jueves rememorando a aquella autora desconocida que la cautivó hace ocho años en la feria de Fráncfort. “Es silenciosa. Tiene una personalidad fuerte, de ese tipo de escritor que vive para escribir. Evita mucho el ruido”, define. 

‘La vegetariana’, su novela más popular, que acaba de reeditarse, fue publicada originalmente en Corea en el 2007 -tardó casi una década en llegar a Europa-, originalmente publicada en tres volúmenes, es una lectura impactante que explora muchas preguntas e inquietudes contemporáneas con un potente carácter simbólico, sin tomar el camino fácil. En la obra una mujer se vuelve vegetariana de un día paras otro -en realidad vegana, porque se niega a comer productos de procedencia animal- lo que despierta la ira de su marido, que la considera caprichosa e inestable. Mientras la acosan terribles pesadillas -prueba de que la transformación viene de más lejos- ella va diluyéndose en un proceso de autodestrucción que no casa en absoluto con lo que ha sido hasta el momento: una esposa dócil y aburrida. En realidad, la intención de la protagonista no es tanto el suicidio como el intento de convertirse en algo que no implique la violencia humana y qué mejor que transformarse en una planta para conseguirlo. El desasosiego lector está asegurado. Desde su mirada particular Kang ha sabido explorar una de las grandes preocupaciones de la literatura feminista, la reflexión sobre el cuerpo.  

En ‘La clase de griego’, su novela de más reciente publicación en España, aunque escrita antes del ‘boom’ de ‘La vegetariana’, Kang enfrenta a una mujer ha sufrido la muerte de su madre y la pérdida de la custodia de su hijo, lo que la ha hecho enmudecer, con un viejo profesor de griego que se está quedando ciego. Por su capacidad elusiva y atmosférica, muy posiblemente esa sea su novela más poética, una cualidad que el galardón sueco, también ha señalado, aunque ella considere que ha dejado atrás los años en los que se dedicaba a la poesía, en su forma más ortodoxa.   

El gran tema de Kang es el dolor y quizá no sea trivial que sufra periódicamente de migrañas desde que, de adolescente decidió que iba a ser escritora, siguiendo el ejemplo de su padre, también escritor. Sus dolores de cabeza, muy invalidantes, le obligan a dejar de trabajar, comer o leer, pero los acepta con una sabiduría a los occidentales nos es difícil de comprender. “Siempre me han hecho sentir humilde- ha llegado a decir- porque me obligan a pensar que soy mortal y vulnerable. Quizá si estuviera 100% sana y llena de energía no podría haberme convertido en escritora”.