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CINE

Eloy de la Iglesia: mucho más que yonquis, rojos, putas y chaperos

Un libro colectivo aborda la obra del realizador vasco desde nuevos puntos de vista que amplían la restrictiva y prejuiciosa mirada con la que ha sido analizado tradicionalmente su cine

Eloy de la Iglesia, en 1996, durante el Festival de San Sebastián.

Eloy de la Iglesia, en 1996, durante el Festival de San Sebastián. / EFE

Madrid
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"Cuando se pronuncia el nombre de Eloy de la Iglesia viene a la cabeza cosas como 'el del cine quinqui', 'el protector de José Luis Manzano' o 'el director comunista homosexual de la Transición'. Pero Eloy fue mucho más que eso", puntualiza Carlos Barea, profesor, escritor, colaborador de programas como Cine de Barrio y coordinador de Eloy de la Iglesia, El placer oculto del cine español, un volumen colectivo recién publicado por Dos Bigotes, editorial que desde hace unos años ha puesto en marcha una división dedicada a figuras como Gloria Fuertes, Lola Flores, Ocaña, Madonna o John Waters

"El de Gloria Fuertes nos llegó de la mano de Lola Lapaz y los de Lola Flores, Ocaña y Eloy de la Iglesia los propuso Carlos Barea. Los otros son proyectos de Dos Bigotes pero, en todos los casos, subyace la intención de acercarnos a figuras especialmente notables de la cultura pop desde perspectivas que pensamos son novedosas", explican Alberto Rodríguez y Gonzalo Izquierdo, editores de dos Bigotes, que más allá de lo pop, reconocen un denominador común en todos esos personajes. "De algún modo también han dejado una huella importante en el ámbito LGTBIQ+. En el caso de Eloy de la Iglesia, por ejemplo, esto último es muy obvio, pero en personajes como Lola Flores quizás no lo era tanto. Es en esa mirada desde los márgenes donde reside ese valor añadido que nos resulta tan atractivo", apuntan los editores, lo que es confirmado por Carlos Barea.

"Como director de cine LGTBIQ+, me parece todo un hito que Eloy de la Iglesia fuera capaz de sacar adelante obras como Los placeres ocultos o El diputado en una época tan falsamente libre como la de la Transición. La arqueología cinematográfica LGTBIQ+ le debe mucho a un director que fue capaz de llevar a las pantallas de la España de los 70 uno de los primeros besos entre dos hombres del cine español, las críticas a una izquierda que era igual de homófoba que el resto de espectro político o una relación casi romántica entre un perro y una mujer, interpretada, ni más ni menos, que por Ana Belén".

En 1977, Eloy de la Iglesia rodó La criatura, una película protagonizada por Ana Belén, Juan Diego y el perro Micky que, bajo a apariencia de una cinta de género con resonancias de La semilla del diablo, era una crítica demoledora a la institución matrimonial, al amor heteropatriarcal, a la Iglesia y a la sociedad española de la época.

"La criatura es la disección psicológica del matrimonio burgués de una forma feroz, salvaje, con la zoofilia como excusa. La película cuestiona el papel de las mujeres en la sociedad, la hipocresía social, la corrupción política, el clero como obstáculo del progreso y, finalmente, el triunfo de la bestia (el honesto instinto animal) frente al hombre (preso de miedos e inercias inútiles). Esto que hoy es un tabú, en 1977 con el cuerpo de Franco aún templado, debió ser un auténtico sacrilegio", explica Diana Aller, escritora y guionista que participa en el libro con un texto sobre las relaciones no normativas en el cine de Eloy de la Iglesia, realizador que, como ya avanzaba Carlos Barea al principio de este artículo, abarcó mucho más que películas de yonquis y quinquis. Por ejemplo, cintas de terror protagonizadas por estrellas tan poco sospechosas de ser contestatarias como Carmen Sevilla y Vicente Parra, que se convertían en un vehículo para criticar la sociedad española sin que la censura se percatase de ello.

Un ejemplo de imperfección

"Las incursiones en el cine de terror de Eloy de la Iglesia están en general mucho menos consideradas que sus películas políticas de los 70 o las posteriores del cine quinqui. Pero El techo de cristal, Nadie oyó gritarLa semana del asesinoUna gota de sangre para morir amando o su adaptación de Otra vuelta de tuerca de Henry James, contienen algunas de las ideas más deslumbrantes de su cinematografía", defiende el escritor, cineasta y poeta Vicente Monroy, para quien el realizador guipuzcoano trataba "con desparpajo durante el tardofranquismo, temas tan peliagudos como la represión o las perversiones sexuales, escondiéndolos en tramas lúdicas y enrevesadas de psicópatas y fantasmas que le permitían, más o menos, eludir la censura. Más tarde, durante la Transición, sus películas siguieron siendo escandalosas y rompedoras porque eran el reflejo de los grandes traumas colectivos de una sociedad que atravesaba un trance complejo y lleno de contradicciones".

Durante el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el cineasta norteamericano Sean Baker reconoció su admiración por el cine de Eloy de la Iglesia, una revelación que pone de manifiesto cómo, a pesar del tiempo transcurrido, la obra del cineasta vasco sigue fascinando a nuevas generaciones de autores y espectadores.

"Lo que peor ha envejecido de las películas de Eloy de la Iglesia han sido las lecturas de los críticos y compañeros de generación", comenta Vicente Monroy, que en su texto para el libro cita una demoledora crítica de Fernando Trueba publicada en El País en la que el director de Ópera Prima llegaba a poner en duda la capacidad de De la Iglesia, “para producir cualquier producto mínimamente estético”.

Espíritu crítico

"Para esos críticos —continúa Monroy—, Eloy de la Iglesia ha pasado a la historia como el patriarca del cine quinqui, un provocador amarillista y sensiblero que dejó por el camino un puñado de grandes películas y mucha morralla. Sin embargo, películas como La semana del asesino, Los placeres ocultos o El diputado, muestran una sensibilidad trágica, curiosa y moderna, llena de momentos emocionantes y visiones profundas de la soledad de los individuos modernos. Para mí sigue siendo el gran cineasta español del último medio siglo", señala Monroy y confirma Aller, aunque conciertos matices.

"El cine de Eloy de la Iglesia sigue siendo pionero a la hora de presentar personajes ambiguos y complicados frente otros muy toscos y predecibles. También sus crudas críticas al poder político, que el cine de hoy desdibuja hasta la parodia, siguen vigentes. De hecho, a mí me resulta novedoso que el miedo sea patrimonio de las clases altas y los parias disfruten de cierta “libertad” sexual, legal o que sean dueños de su tiempo aunque no de sus decisiones. Ahora bien: como cine hijo de su tiempo, muestra un sexismo atroz, una forma de entender las realidades LGTBIQ+ desde la marginalidad, represión y la abyección y una alarmante falta de respuestas, o más bien de preguntas, sobre las diferencias sociales, que son las verdaderas protagonistas de las películas del director. Por eso recomiendo ver las películas con espíritu crítico, pero también con compasión estética y psicológica: son propuestas muy interesantes y terriblemente innovadoras: Yo diría que es un cine más que valiente, bizarro (en todas las acepciones conocidas de bizarro", continúa

Como demuestran las reflexiones de Diana Aller, si bien Eloy de la Iglesia. El placer oculto del cine español se acerca a la obra del realizador vasco desde la admiración, tampoco rehúsa abordar esos puntos oscuros que puedan resultar complicados o anacrónicos hoy en día.

"Reivindicar a Eloy de la Iglesia en este momento es importante porque es necesario reivindicar a las figuras imperfectas —comenta Carlos Barea—. Vivimos en un momento en el que solo queremos artistas sin mácula, sin sombras y coherentes con todo lo que hacen. Como planteamiento, esta idea no está mal, aunque el problema principal es que es algo absolutamente artificial y Eloy es el claro ejemplo de ello. Por eso, me gustaría que esta obra animase a los que han visto sus obras más famosas a zambullirse en el resto de su filmografía, y a que se inicien aquellos que no lo conocen. Pongo la mirada sobre todo en las nuevas generaciones con una clara intención: que el nombre de Eloy de la Iglesia no se pierda en la boca de cuatro nostálgicos que vivieron aquella época o de los que somos unos frikis de la memoria artística reciente. Las aportaciones de este director al cine español son de un valor incalculable y, por tanto, debería estar en el podio de directores imprescindibles. Porque, si a Almodóvar, Berlanga o Saura se les estudia en las escuelas de cine… ¿por qué no a Eloy?".

'Eloy de la Iglesia, El placer oculto del cine español'

Carlos Barea

Dos Bigotes

296 páginas | 20,95 euros