Cine

Albert Serra, ¿le invitarán por fin a los Goya tras la Concha de Oro de San Sebastián?

Aunque quizá él no sea consciente de ello, el Serra creador está dejando a un lado el Serra polemista, de declaraciones altisonantes y antipáticas. Podrá seguirle cayendo mal a algunas personas, pero sus películas ya hablan por él más que sus palabras.

Quim Casas

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Barcelona
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Puede que la Concha de Oro donostiarra a ‘Tardes de soledad’ haga cambiar algo la percepción que desde la propia industria cinematográfica española se tiene de Albert Serra. Reputado y galardonado en Francia –‘Pacifiction’ logró los premios César al mejor actor y director de fotografía–, también en el festival de Locarno –obtuvo el Leopardo de Oro por ‘Historia de la meva mort’– y habitual en los últimos años del festival de Cannes, Serra es de esos cineastas españoles que primero obtiene el reconocimiento fuera antes de empezar a valorársele en toda su medida dentro. 

 Su propuesta cinematográfica resultará extrema para una parte importante de la audiencia, por supuesto, pero él juega limpio en este sentido, declaraciones provocadoras al margen. ‘Tardes de soledad’ aún lo es más que otras, aunque siempre en la línea de coherencia y respeto por una forma de hacer cine que se inició hace ya casi dos décadas con ‘Honor de cavalleria’. 

 Serra evidencia también la singularidad de un cierto cine catalán especialmente interesado en las mutaciones y transformaciones entre la ficción y la no ficción, como el del fallecido Joaquim Jordà; el de José Luis Guerín, que en 2001 arañó la misma Concha de Oro en San Sebastián con ‘En construcción’, aunque se quedó sin el merecido premio, o el de Isaki Lacuesta, quien tras ganar dos Conchas de Oro en 2011 y 2018, encuentra ahora con ‘Segundo premio’ el respeto de la Academia siendo propuesta para los Oscar.

 Aunque quizá él no sea consciente de ello, a golpe de películas libres de toda atadura, enormemente personales, conflictivas si se quiere, muy reflexivas sobre lo que es el propio cine hoy, el Serra creador está dejando a un lado el Serra polemista, de declaraciones altisonantes y antipáticas. Podrá seguirle cayendo mal a algunas personas, pero sus películas ya hablan por él más que sus palabras. El director triunfa fuera (y no solo en los circuitos de festivales) y ahora, en un año donde había muchas competidoras firmes en San Sebastián para llevarse el máximo premio, obtiene un galardón que podría trazarle un puente hacia los Goya, una ceremonia a la que Serra, de momento, no ha sido invitado. Al menos ahora debería ser nominado.

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