Medios de comunicación
Taylor Swift y el algoritmo: los suplementos y revistas culturales piensan su futuro en las Conversaciones Literarias de Formentor
Veintisiete medios han sido convocados, entre ellos nueve diarios generalistas, en las Conversaciones literarias de Formentor para dilucidar qué papel están cumpliendo las revistas y suplementos culturales

Taylor Swift en los MTV Video Music Awards. / ANGELA WEISS


Elena Hevia
Elena HeviaPeriodista
El premio Formentor y sus Conversaciones literarias han viajado en esta edición hasta Marrakech para allí, en medio del desierto -no se puede pedir un escenario más simbólico por lo arisco- dilucidar entre otras cosas qué papel están cumpliendo las revistas y suplementos culturales, ya sea como prescriptores, ya como agentes para impulsar la reflexión en estos tiempos de crisis del sector y de grandes incertezas en cuanto al modelo de negocio y de -apreciación generalizada- falta de conexión con un público joven.
Veintisiete medios han sido convocados, entre ellos nueve diarios, generalistas. 'Abril', la revista semanal dedicada a la literatura del grupo Prensa Ibérica y que se entrega cada semana junto a 'El Periódico', y otras cabeceras como 'Diario de Mallorca', 'Diario de Ibiza' y puede leerse en la web de 'El Periódico de España', fue una de ellas. Al grupo de debate hay que añadir revistas culturales tan dispares como Granta, Jot Down, Revista de Occidente, El Ciervo, Librújula o la actual Playground, apeada de su papel renovador de la información cultural a golpe de algoritmo.

El coloquio entre responsables de los suplementos culturales de la prensa española celebrado en los encuentros de la Fundación Formentor en Marrakech. / Begoña Rivas
El peligro era caer, como se insistió a lo largo de la jornada, en orquestar un coro de plañideras por la difícil situación tanto de la prensa como de la falta de lectores. No ayudaba que el actual premio Formentor 2024, el húngaro Lazlo Krasnahorkai, que este viernes recibe el galardón, se haya dedicado a lanzar en sus intervenciones andanadas críticas hacia lo que él llama la “estupidizacion de la sociedad”, esa sociedad que, suele decirse, ya cada vez lee menos. Una invectiva que suele dirigirse a los jóvenes, con quienes cada vez resulta mas difícil conectar, aunque no todo el mundo estuvo de acuerdo con esta afirmación: “los jóvenes son los que históricamente han transformado la cultura”, dijo el historiador José Enrique Ruiz-Doménech.
Sergio Vila-San Juan, director de Culturas de La Vanguardia, con claridad y concisión, explicó cómo se ha comportado la cultura española en los últimos 50 años -pronto publicará un libro sobre el tema- desde los tiempos de la Transición, cuando la cultura se vinculó gracias al PSOE al momento político y se contó con intelectuales destacados -como Jorge Semprún- como banderín de enganche, hasta lo que él denomina un cierto abaratamiento de la “información cultural” ya en el siglo XXI. La editora Claudia Casanova detectó un cierto sometimiento de la cultura española a la potente cultura anglosajona, pese a que aquí se vive un momento “muy dulce” respecto a la creación literaria y, especialmente, en el terreno del ensayo, como prueba el éxito de Irene Vallejo.
“Estamos en una situación complicada y no puedo ser optimista pero sí albergar esperanzas”, aseguró Álex Sàlmon, director de abril, que entre sus temores destacó la imprevisibilidad del algoritmo, un mecanismo de selección de información que “creamos nosotros con nuestras visitas y nuestro consumo”. Eso hace que muchos lectores se creen una burbuja personal y hedonista, en la que no tengan cabida las guerras de Gaza o de Ucrania, por ejemplo, consumidores solo preocupados por su disfrute personal. “Ese algoritmo puede alejar a los lectores de los suplementos culturales y lo va a hacer a velocidad de vértigo”. Basilio Baltasar, presidente de la Fundación Formentor, terció diciendo que el algoritmo “va a terminar convirtiéndose en nuestro capataz”.
Para Jordi Amat, responsable del suplemento Babelia de El País, la fórmula respecto a los contenidos es tan sencilla como “proporcionar herramientas a los lectores para que entiendan mejor su mundo, su país y a sí mismos” y desligarse de ser la correa de trasmisión entre las estrategias editoriales y el público. “Por esa razón, me parece más interesante explicarle a la gente las claves del fenómeno Sally Rooney que la propia novela de la autora”.
Otro fenómeno de masas, el de la cantante Taylor Swift, se convirtió a lo largo de la conversación en la piedra de toque para establecer qué es o no es cultura, que es alta y baja cultura, un concepto superado para unos, pero no para otros. E incluso generó una reflexión interesante de Fernando Vallespín, director de la exquisita ‘Revista de Occidente’: "Si una cultura no se siente representada pierde sus alas y quizá Taylor Swift represente nuestra cultura actual". No lo dijo muy contento, pero ahí quedó eso.
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