HISTORIA
¿Por qué hasta las niñas de familias de izquierdas querían una muñeca franquista?: cómo Mariquita Pérez se convirtió en un instrumento ideológico
La escritora Ana Velasco Molpeceres publica “La moda en el franquismo: tul, ilusión y arriba España” (2024, Catarata), en el que hace un recorrido por las décadas de la dictadura a través de la ropa femenina

Anuncios de Mariquita Pérez durante la época franquista / TODO COLECCIONISTAS
De la dictadura en España se ha contado todo (o casi todo). Pero la escritora Ana Velasco Molpeceres ha ido más allá. En una época donde el hambre y la represión eran los grandes protagonistas, no había hueco para la moda, o al menos, eso es lo que pensábamos. Pero estábamos equivocados. No hace falta nada más que echar un vistazo a su último libro La moda en el Franquismo: tul, ilusión y arriba España (2024, Catarata) para darnos cuenta. Empezó a trabajar en este libro hace 10 años contra todo pronóstico porque sus profesores de máster le desaconsejaban investigar sobre ello: “Me decían que la ropa en esa época no interesaba, pero yo no quería tratarlo desde un ángulo frívolo, sino todo lo contrario. Al final encontré tanta información que no sabía ni por donde empezar”, cuenta en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Tanto fue así que de esta idea nacieron dos volúmenes más: Historia de la moda en España. De la mantilla al bikini (2021) y Ropa vieja. Historia de las prendas que vestimos (2023) publicados en la misma editorial.
“Al principio pensaba centrarme en diseñadores más allá de Balenciaga que fue el máximo representante, pero me di cuenta de que la alta costura era totalmente minoritaria, y que lo que marcaba la tendencia era lo que estaba en la calle, ¿cómo la gente se iba a comprar un Balenciaga si tenían cartilla de racionamiento?”, explica. Lo descubrió era mucho más interesante, porque la verdadera historia reside en los armarios de posguerra. “La forma de vestir es política. Se entendía que las mujeres solo tenían el papel de ser una buena esposa y madre, ir limpia y arreglada para su marido y para el mundo. De hecho, una de las cosas que más se criticaba en la dictadura era que fuesen descuidadas o mal vestidas, pero, ¿cómo se podía exigir tanto en una época donde no había dinero ni para comer?”, añade.
Pero ellas fueron más listas, más audaces y encontraron en las prendas un lugar donde reivindicar todo aquello que les obligaban a callar, “ven en la moda un mecanismo para hacer cosas alternativas, para salirse de los marcos y convertirse en una amenaza para el sistema”, comenta. Un ejemplo que recoge el libro, es la moda de Hollywwod y por supuesto, las conocidas como “chicas Toppolino”, las hijas de los nuevos ricos que no querían tener ningún tipo de relación con el Franquismo y que recibían este nombre por el coche italiano en el que iban, llevaban gafas de sol, zapatos de plataforma, el pelo teñido, fumaban y bebían. “Representaban todo lo opuesto a lo que tenía que hacer una mujer de la época, y esto solo fue el comienzo, décadas después llegaron los bikinis o las minifaldas, pero este fue el germen”, señala la escritora.
La historia de Mariquita Pérez
Pero al igual que ellas, Francisco Franco también vio en los armarios una oportunidad de propaganda política. Uno de sus elementos más famosos que incluso, ha llegado a nuestros días es la muñeca más famosa del país: la Mariquita Pérez, que se convirtió en el objeto más deseado de todas las niñas de posguerra independientemente de su ideología. En 1939, Leonor Coello, hija del Conde Coello de Portugal, tuvo la idea de vestir a la muñeca de su hija con los mismos trajes que le hacía a la niña, lo que despertó la curiosidad entre los vecinos. Así que después de la Guerra Civil, Leonor encontró a Santiago Molina, un fabricante de muñecas en la Villa de Onil (Alicante). Después inauguraron una tienda en Madrid.
“Hay mucha gente que la idealizada como la muñeca de sus abuelas y realmente Mariquita es un símbolo muy explícito y muy bueno de lo que era España 1940, y de cómo debía ser una niña en esta época”, afirma la autora. Resalta la importancia que jugó la publicidad en este caso, “bombardeaban con anuncios a todas horas y con lemas como ‘Se viste como una niña de verdad’, sin embargo, ¿qué niña podía vestirse como ella si las familias no podía permitírselo?”, reflexiona. Pero el objetivo del dictador se cumplió: “Todas las niñas deseaban tener una a toda costa, aunque la inmensa mayoría nunca pudo tenerla, ya que su precio equivalía a un sueldo medio. Por eso, ha quedado en la memoria como la muñeca deseada que nunca o casi nunca llegó”.
Una buena mujer lleva medias
Otro de los capítulos más llamativos es el dedicado a las medias. Un complemento que supuso un antes y un después desde la llegada del régimen totalitario, porque las medias de seda, eran “imprescindibles y muy caras”, comenta Molpeceres. “Son muy importantes porque aunque a nosotros nos parezca una cosa muy habitaul el hecho de ir con las piernas al aire, no se toleraba ver la piel desnuda bajo ninguna circunstancia”, argumenta. Así, quien tenía un par las cuidaba, y quién no incluso las tenía que dibujar: “Había quien se pintaba una línea en la parte de atrás de las piernas como simulando que las llevaba puestas, también había tintes específicos que imitaban el tejido de cristal para que pareciera que tenías unas”.
Llegaron a convertirse en un objeto tan deseado como inalcanzable. Si no podías comprártelas de seda, siempre podías tirar de las de rayón o viscosa, pero cuando estos tejidos fueron también monopolizados por los ejércitos en los años 40, “ni en España ni en ninguna parte hay medias y en Estados Unidos hay momentos en los que se venden, por ejemplo, sobrantes del ejército que está en el mal estado de paracaídas y demás. Fue tan la explosión que hay fotos de la época en las que se ve a mujeres pegándose a las puertas de los grandes almacenes para hacerse con un par”, comenta. En el libro la autora cuenta como se cogían los puntos, se zurcían y se ponían con mucho cuidado, incluso con guantes, para no hacer una carrera con las uñas o un agujero.
A lo largo de sus casi 250 páginas, la especialista nos presenta un país fuera de los libros de historia. Donde los protagonistas no son otros que aquellos que a día de hoy inundan nuestros armarios. Porque a pesar de todo, el tul, las medias y los peinados rocambolescos siguen contando cosas de nosotros mismos.
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