Opinión | La caja de resonancia
Conciertos en el Bernabéu: el error y lo que puede venir
El mundo ha cambiado y ya no se pueden hacer ciertas cosas sin calibrar el impacto en el entorno. Una renuncia del estadio a la música en directo daría alas a toda queja vecinal también en Barcelona

Taylor Swift, durante la primera de sus dos actuaciones en el Bernabéu / Jose Luis Roca
Frenazo en la conversión del Bernabéu en el gran templo del macroconcierto en el sur de Europa. Un revés que en otros tiempos habría podido ser calificado de menor, las quejas de los vecinos, se ha convertido en amenaza muy seria para la continuidad de la música en directo en un estadio que entró en escena esta primavera al son de los clarines, con los 'shows' de Taylor Swift (dos) y Karol G (cuatro), y que había desatado una inédita ‘bernabeumanía’. El estadio se ha ido convirtiendo en la unidad de medida del éxito para los artistas españoles: esos conciertos, ahora suspendidos o aplazados, de Aitana (dos), Lola Índigo y Dellafuente.
Todo parece multiplicarse cuando la palabra ‘Bernabéu’ entra en la ecuación. El 'marketing' ha sido imponente. Y el club sitúa ahora en abril el retorno de la música, pero ¿quién puede poner la mano en el fuego? Las giras se planifican con mucha antelación, y la incertidumbre es lo peor. Cerrar fechas en un estadio sobre el que planean dudas es impracticable. Y para 2025 se esperan giras aún no anunciadas. No deberían tardar en llegar los anuncios de Shakira o los Rolling Stones.
Las quejas de los vecinos (de un barrio con contactos e influencias) ya precipitaron en junio un pacto de '20 grandes conciertos al año' entre el Real Madrid y el alcalde Almeida. Es un 'show' cada 18 días (dejando aparte otros eventos, tipo la velada de Ibai Llanos). Demasiado para los vecinos, que alegan niveles ilegales de decibelios, terribles vibraciones y un cambio de usos de facto por parte del estadio. Los trabajos anunciados para reducir el impacto sónico (lonas, pantallas aislantes) son de eficacia incierta, y hay que sumar otros problemas (movilidad, seguridad, suciedad) que irritan al vecindario.
El mundo ha cambiado y ciertas cosas ya no se pueden hacer sin considerar cómo afectan al entorno, el natural y el humano. Guste más o menos, es así. En Barcelona ya sabemos de qué va. Por eso asombra el error de cálculo del Real Madrid. Hablo con el oráculo Gay Mercader, que no se sorprende por (casi) nada, y me recuerda que el 50% de los españoles tienen problemas para conciliar el sueño, y desliza el concepto de ‘ecología acústica’. Estamos ahí.
Pero hay algo más importante que la caída de ciertos 'shows' en el Bernabéu, si se consolidara la renuncia al uso musical. Es más incisiva la influencia que un giro de este calibre tendría en el estado de opinión respecto a los grandes conciertos y festivales, dando renovadas alas a toda queja vecinal, también en Barcelona.
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