Crítica de 'La mujer del presidente': Lavada, teñida y peinada

Menos un ‘biopic’ que una fantasía basada en personajes reales, el primer largometraje como directora de Léa Domenach usa la figura de Bernadette Chirac, esposa de Jacques Chirac -alcalde de París hasta 1995, Presidente de Francia entre 1995 y 2007 y hombre probadamente corrupto- como vehículo a bordo del que mostrarse igualmente incompetente a la hora de hacer sátira política y a la de funcionar a modo de celebración de una rebelión feminista contra el patriarcado.

Mientras dirige sus tímidas burlas contra una serie de personajes secundarios, ‘La mujer del presidente’ cumple a pies juntillas con lo que se espera de ella al tratar de vendernos a su heroína titular como un prodigio de agudeza, sentido común y visión política. Con ese fin, no solo elogia su sentido de adaptación sino que también aprueba sus peores maniobras oportunistas, y entretanto exime al personaje de los rasgos y comportamientos más cuestionables -la visión hiperconservadora del mundo, la polémica adicción al despilfarro- de la persona real que le sirve de modelo. Del mismo modo que ‘Barbie’ sirvió para lavar la imagen de la empresa juguetera Mattel y reivindicarla como ejemplo mentalidad inclusiva, la película convierte en adalid del empoderamiento femenino a alguien que en el mundo real nunca ha dado muestras de abogar por la libertad y la independencia de ninguna mujer que no sea ella misma.