La entrañable Mafalda, protagonista de un documental que analiza su mundo político y sentimental.

La entrañable Mafalda, protagonista de un documental que analiza su mundo político y sentimental. / EPC

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Abel Gilbert
Abel Gilbert

Corresponsal en Buenos Aires

Especialista en se ha especializado en temas políticos relacionados con la región pero también ha abordado cuestiones culturales y deportivas

Escribe desde se encuentra en la ciudad de Buenos Aires

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Mafalda es algo más que el nombre de una nena de seis años que disecciona críticamente lo que ve mientras escucha a los Beatles y se pregunta por el sentido de la guerra y la insipidez de la sopa. Que ella, su familia y sus amigos, surgidos de la frondosa imaginación de Joaquín Salvador Lavado, más conocido como Quino, hayan sido arropados por el mundo, sigue hablando del poder que se encierra en esas 1908 tiras que se publicaron entre 1964 y 1973.

Primero fue un personaje típicamente argentino. Luego, global. Y a medio siglo de la última aparición en una revista de la ciudad de Buenos Aires, Star+ y Disney+ estrena 'Releyendo: Mafalda'. La docuserie que dirige Lorena Muñoz supone algo más que un ejercicio nostálgico que va a la búsqueda de las ruinas de una tradición cultural, la del país que fue el fermento nutriente del humor y el lápiz de Quino. Es un poderoso acto de amor al personaje mayúsculo y a su mundo político y sentimental. "¿Quién no puede amar a Mafalda y a sus amigos?", dice la directora.

Mafalda con Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino. /

EPC

A Mafalda le gustaban los Beatles aunque no sabía bien qué cantaba, apenas la fonética del inglés. En un punto, la historieta funcionaba como las canciones del cuarteto inglés, confeccionadas como capas de cebollas de significado, con distintos niveles de disfrute y aproximación. Para chicos y grandes. Aficionados e intelectuales. Umberto Eco, que había publicado Apocalípticos e integrados en 1964, un temprano intento de comprensión del funcionamiento de la cultura de masas y la "literatura dibujada", fue uno de los primeros en otorgarle a los personajes de Quino la patente de legitimidad. Mafalda, dijo, era más de lo que se creía. Sobre esa certeza se constituyó su expansión y un fenómeno que Muñóz revisa apasionadamente.

La docuserie de cuatro episodios rastrea los orígenes, relacionado con una fallida publicidad de electrodomésticos, el desarrollo del universo Mafalda en las revistas Primera Plana, Siete Días y el diario El Mundo, y la posterior explosión internacional, al principio en España, Italia y Francia. La relectura lleva a la directora a pensar que "Quino era feminista". Los lectores y lectoras "no lo sabíamos, pero lo era".

Releyendo: Mafalda, ofrece materiales de archivo desconocidos, con el propio Quino en acción. Despuntan bocetos y trazos concluidos. El peinado de la niña inquisidora, los rulos de Susanita, tan querida como odiada, la pronunciada dentadura de Felipe, con el que dibujante quiso evocar a un amigo personal, la melena de Miguelito, entre otros personajes que entran y salen de escena en contrapunto con los recuerdos y las reflexiones desde el presente de amigos, entre ellos su entrañable editor, Daniel Divinsky, el fundador de La Flor. Colegas como Rep y Maitena reflexionan sobre la técnica de Quino, pero también de los afectos que suscitaba.

Toman la palabra también Santiago Segura, fan declarado de la niña que no quería tomar sopa, la actriz Cecilia Roth, la tenista Gabriela Sabatini y Manu Ginóbili, la gran estrella del baloncesto argentino. Rodrigo Fresán, el autor del reconocido libro de cuentos Historia argentina, radicado en Barcelona desde 1999, aporta una de las reflexiones más hilarantes. Manolito Goreiro, el hijo de inmigrantes españoles dueños un almacén barrial, es comparado con un rústico Elon Musk.

Una lectura de todas las generaciones

Durante la década del cincuenta, otra mujer argentina despertaba interés global: Eva Duarte de Perón. Su figura nunca suscitaría las unanimidades que ha provocado en otros países una niña rebelde surgida de la imaginación de algo más que un dibujante humorístico. Quino fue un retratista social. Auscultó su tiempo como pocos y esa fue la clave de la fuerza expansiva de sus personajes. Muñóz nació en 1972, cuando la historieta comenzaba a despedirse de su público argentino para iniciar un viaje de reconocimiento internacional. Leyó a Mafalda de chica, como lo habían hecho sus hermanos mayores y luego lo harían sus hijos. La historieta es una suerte de carrera gozosa de relevos generacionales y explica en parte la razón de la docuserie.

Mafalda política

Quino falleció en 2020, el 30 de setiembre, pero había bendecido el proyecto de docuserie. La mirada hilarante del historietista sobre la condición humana siempre contrastó con su timidez extrema, un ejercicio permanente de la sobriedad que desconcertaba a quienes no lo conocían. Releyendo: Mafalda ofrece pinceladas sobre el autor que ayudan mejor a explicarlo. "Siento mucha admiración por Quino... Él es un gran observador. Como si se reservara la energía del decir para su obra", ha dicho la directora.

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 "¿La crisis tendrá hormonas de crecimiento como para llegar hasta dónde?", se preguntaba Mafalda. Por entonces, Argentina era gobernada por militares mojigatos. Muchas lectoras y lectores de la historieta murieron durante la última dictadura militar (1976-83). El propio Quino llegó a decir que, de haber sido real habría formado parte de las víctimas del terror estatal. Leída a la distancia, Mafalda habla de una Argentina que ya no existe, la de su robusta clase media, como apunta el escritor y director de la Biblioteca Nacional, Juan Sasturain. Ese sector social se simbolizaba el Citroën 2 CV del padre que se muestra más de una vez en la pantalla como objeto arqueológico. Al momento en que Quino abandonó a su gran creación, la pobreza era del 5%. En la actualidad es de 40%.