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Ignasi Fortuny

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El poderoso Bizarrap, el joven productor argentino que tiene una pócima para agigantar cualquier canción, un hombre sin atisbos de arrogancia, culminó con gusto lo que, esta vez, otros diseñaron para él. El Share Festival programó al artista de 24 años para el colofón de su fiesta, algo así como el pistoletazo de salida al verano, período de 'teteo' -expresión que ayudó a extender por aquí Quevedo en la sesión que llevó a ambos al número uno del mundo- por excelencia.

Sabía su misión el argentino, estandarte pop de la música urbana, que hace poco menos de un año actuó en Terrassa y volvía así a Catalunya en la que es la primera parada de su gira española. No cambió mucho el 'show', con luces, humo, llamaradas y visuales creadas para su 'tour', más allá de incorporar las canciones que ha ido publicando en el último año. Entre estas anoche se gritó como ninguno el tema con Shakira. "Una loba como yo no está pa' tipos como tu", se gritó con vehemencia, sobre todo, por el sector femenino del público.

Un público obediente y entregado a Bizarrap durante su sesión en el Share Festival

Un público obediente y entregado a Bizarrap durante su sesión en el Share Festival / Zowy Voeten

Bizarrap desplegó una amplia muestra de sus canciones (desde su papel como productor y con las voces de destacados artistas de la música urbana) durante una hora. Son sus himnos más conocidos, pero acelerados, sin pausas, y con los graves potenciados para que la pista de baile retumbe. Y lo consigue ante un público entregadísimo al 'teteo' (entiéndase fiesta). También se ven muchas escenas de karaoke grabadas por un teléfono, dispositivo que sobrevuela por muchos miles constantemente las cabezas de las cerca de 20.000 personas que acudieron anoche al Share Festival. Su música y su figura, venerada por una gran masa de público eminentemente joven, tienen un poder de atracción como pocos en la actualidad.

Bizarrap, con la gorra y las gafas oscuras de siempre, se sitúa detrás de una gran mesa de mezclas, a la que incluso se llegó a subir para reclamar a la gente que acompañe sus canciones en el momento de que "explote". Y brinca, brinca mucho mirando al público, desafiándolo, también micro en mano dando voces como un feriante, algo que contrasta con la imagen de un chico sencillo y tranquilo.

De un éxito a otro, llegó a 'Malbec', una canción con atmósfera medieval con el rapero Duki que no forma parte de sus sesiones. Después hizo una de las pausas menos dramáticas que se recuerdan en un escenario, con todo el mundo impaciente por escuchar el tema que no se llama 'Quédate' -"hicimos una canción para la historia", dijo-, amagó con el final del 'show'. Y luego, por segundo día consecutivo en el Fòrum (el viernes cerró así Quevedo), se coreó el indudable himno del pasado verano. No había nadie que no botase, también el personal de las barras se apuntó al 'teteo' final.

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