Relato autobiográfico

Cómo engatusaron al escritor Michel Houellebecq para salir en una peli porno (según él mismo)

El lado oscuro de Pornhub, la mayor plataforma 'online' de pornografía del mundo

Michel Houellebecq en el 2015.

Michel Houellebecq en el 2015.

Enric Bonet

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El personaje público ha devorado al escritor talentoso. Después de meses de verse envuelto en una espiral de polémicas por sus declaraciones islamófobas y por protagonizar una película pornográfica, el autor francés Michel Houellebecq ha publicado recientemente en Francia un libro en que explica el “infierno” vivido en los últimos meses. El remedio resulta casi peor que la enfermedad. Quelques mois dans ma vie (Algunos meses en mi vida), de la editorial Flammarion, es un relato autobiográfico tedioso y poco convincente. Un ejercicio de victimismo en que Houellebeq da la sensación de que solo pide una cosa: háganme casito. 

El escritor francés actual más leído en el mundo publicó a principios de 2022 —y en junio de ese año en España— su última novela Anéantir (Aniquilación). Esa obra pasó bastante desapercibida, tanto a nivel de crítica como comercial. Lo que alimentó la tesis de una parte de la crítica de que para leer los mejores libros de Houellebecq hay que remontarse más de diez o veinte años atrás con Las partículas elementales (1998), La posibilidad de una isla (2005) o El mapa y el territorio (2010).

Un año después del bluf de Aniquilación, sin embargo, Houellebecq ha sido protagonista en los últimos meses y semanas. ¿Las razones de ello? Poco literarias y muy personales. El escritor ha propiciado ríos de tinta, primero, por sus declaraciones islamófobas en la revista Front Populaire y, luego, por haber grabado una peli porno con el director neerlandés Stefan Ruitenbeek. En ambos casos, asegura haber sido víctima de malentendidos y personas deshonestas.

Amante de la pornografía amateur

“Creo que el deseo de la población francesa de origen no es que los musulmanes se integren, sino que dejen de robarles y agredirles. (...) O bien otra buena solución sería que se fueran” de Francia, dijo Houellebecq en una entrevista con el mediático filósofo Michel Onfray en la revista Front Populaire, en la que cohabitan autores de ultraderecha con otros cercanos a la izquierda radical. “Cuando territorios enteros estarán bajo control islamista, entonces creo que tendrán lugar actos de resistencia. Habrá atentados y tiroteos en mezquitas (…), se producirán Bataclanes invertidos”, añadía en esa conversación, en que prácticamente justificaba la violencia contra los franceses musulmanes.

Aunque releyó esa entrevista antes de su publicación en diciembre, Houellebecq no vio ningún problema con sus declaraciones islamófobas. Solo las matizó ante la amenaza del rector de la mezquita de París de denunciarlo por “provocación al odio contra los musulmanes”. Ante ese lapsus, el escritor se defiende en su libro afirmando “mi atención debió desviarse en esas partes”. También reconoce que piensa "muy lentamente. Tendréis otras ocasiones de daros cuenta de ello a lo largo de este relato”. 

Aún más ridículas resultan sus explicaciones sobre cómo lo engatusaron para grabar una peli porno. Explica que en octubre del año pasado le contactó el cineasta experimental neerlandés Ruitenbeek, al que Houellebecq apoda como la “Cucaracha”. Y este le presentó la actriz Jini van Rooijen, llamada la “Cerda” en el libro. Entonces, el escritor aceptó grabar un video pornográfico junto con su mujer y esa actriz, que debía ser publicado en el canal de Van Rooijen en la plataforma Only Fans. ¿Por qué lo hizo? Según Houellebecq, por su simpatía hacia la pornografía amateur: “Tenía ganas de formar parte de ello. Siempre me pareció como la continuidad evidente de una vida de pareja”.

Rodaje porno en Ámsterdam

“un exhibicionismo honesto”Quelques mois dans ma vie

A pesar de ello, el mismo Houellebecq aceptó unas semanas más tarde ir a Ámsterdam, donde el realizador neerlandés le pagó un hotel de lujo y le organizó encuentros sexuales con varias jóvenes. No solo elude los motivos por los que aceptó, sino también firmó un contrato en que cedía al director todos los derechos de difusión de su imagen a cambio de ninguna compensación económica

“Esa botella de vino, junto con los ansiolíticos que tomaba en esa época en dosis importantes, debieron llevarme a un estado de calma excesiva”, reconoce cómo uno de los supuestos motivos. Ese rodaje, según Houellebecq, resultó todo un fiasco y terminó con el escritor escondiéndose bajo las sábanas. Luego impulsó dos procesos judiciales (en Francia y Países Bajos) para impedir la difusión del filme. La sentencia de uno de esos juicios, pronunciada a mediados de mayo, le dio la posibilidad de verlo y exigir cambios antes de que se difunda al público. 

A pesar de ello, en el libro, terminado antes de la sentencia, el escritor se presenta como una víctima. Y tiene la vergüenza de comparar su situación con la de una “mujer víctima de violación”. Sin duda, una comparación patética y que refleja el rostro del personaje de Houellebecq en todas estas polémicas: el de un niño pequeño que lanza la piedra y luego esconde la mano. Y ni siquiera se esfuerza para explicarlo con el cinismo y el humor necesarios para que el relato no resulte tedioso. Una pérdida de tiempo que desmerece el talento literario demostrado en el pasado.

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