Crítica de 'The Boogeyman': el monstruo y el trauma

Rob Savage dirige en 2020 una de las películas de terror más sorprendentes de los últimos años. Con un presupuesto minúsculo, rueda una sesión de espiritismo realizada por videollamada. 'Host' (2020) es pura inventiva, puro terror, pura tensión. Y está llena de ideas visuales y sonoras y de sustos memorables. Aunque llevaba tiempo haciendo cosas, esa fue la película que puso su nombre en el mapa y llamó la atención de un estudio (20th Century Studios), que le encargó la adaptación de un relato de Stephen King. El resultado es 'The Boogeyman', una película medianamente eficaz pero sin duda decepcionante.

La buena noticia de esta nueva versión de la leyenda del hombre del saco es que confirma lo que ya sabíamos: Savage sabe rodar terror, sea con pocos recursos económicos o con presupuestos más holgados. Tiene sentido del horror, pulso y buen gusto. La mala noticia es que aquí esa destreza no basta para elevar una película con problemas de base. A 'The Boogeyman', y parece más un problema de guion que de ejecución, le faltan originalidad y ganas de plantearse con más ganas cosas esenciales, como la forma de representar la oscuridad, el diseño de los sobresaltos (ni uno memorable) o la configuración del monstruo. Y, sobre todo, la película se resiente del conflicto entre la naturaleza juguetona del relato y el empeño en meter con calzador el trauma de la familia protagonista. En este caso, la metáfora (sobre el duelo) es más un incordio que un elemento de desasosiego.