Estreno de cine

Crítica de ‘De humani corporis fabrica’: las entrañas del alma

De humani corporis fabrica

De humani corporis fabrica

Nando Salvà

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La que Verena Paravel y Lucien Castaing-Taylor están construyendo para sí mismos es una obra documental excepcionalmente intrépida y visceral. Si en ‘Leviathan’ (2012) viajaron a bordo de un barco de arrastre para contemplar los peces arrojados en la cubierta y los sumergidos en el mar, y ‘Caniba’ (2017) los acercó peligrosamente a la repugnante piel -y la indescifrable ‘psique’- de un asesino caníbal, su nuevo trabajo explora los paisajes que se extienden en el interior de nuestros cuerpos a través de imágenes tan deslumbrantes como inquietantes, y tan macabras como hermosas. Rodada a lo largo de 7 años en varios hospitales franceses, recorre los pasadizos ensangrentados y las cavernas palpitantes que se ocultan dentro de los pacientes que hay en ellos.  

‘De humani corporis fabrica’ se asoma a un cerebro, se desliza por unos intestinos, contempla cómo un globo ocular es sometido a un trasplante y unas pinzas metálicas que permanecen clavadas en una próstata, se fija en un tubo insertado en un hombre inconsciente y, a menudo, el enfoque se desplaza hacia los hombres y mujeres que practican esas intervenciones para capturar conversaciones banales e inquietantes confesiones. La cámara ahonda tanto a órganos y cavidades que, al contemplar la película, por momentos uno se siente transportado a otra galaxia. Y, aunque a ratos puede no resultar agradable, es uno de esos viajes que nunca se olvidan.