Muere Tina Turner: cinco canciones esenciales entre un millar

Hay que dar las gracias a Cliff Richard por rechazar esta composición de Graham Lyle y Terry Britten y dejar vía libre a Turner para convertirla en pieza canónica del pop de los ochenta. En su papel de amante sin pasión por el amor, la artista derrocha credibilidad, carisma e intensidad: ha vivido para cantarlo. El tema dio título original al biopic de 1993 (aquí simplemente 'Tina') sobre sus años de ascenso a la fama y su determinación, a finales de los setenta, de romper lazos con Ike Turner, quien la sometió a un infierno de violencia doméstica durante sus años de matrimonio.

El mítico productor Phil Spector quedó devastado por los malos resultados comerciales en Estados Unidos de esta hipersexual catedral rock & soul. Y, de hecho, fue lo que motivó su primer exilio de la industria. Pero en Europa fue recibida como la espectacular exhibición vocal y prodigio de producción que era y todavía es. Aunque acreditada a Ike & Tina Turner, ella es la protagonista, la llama que todo lo quema.

Del afable folk rock de la Creedence poco queda en la versión grabada por Ike y Tina en 1969, menos motivada por el original que, según dicen los libros, por el cover grabado por la banda R&B Checkmates, Ltd., otros con experiencia con Spector. Esta toma definitiva arranca con un gran uso del spoken word, sigue con tensa sensualidad y acaba ganando en revoluciones para derivar en fiesta soul de primer orden.

Si hay una canción capaz de desmontar cualquier escepticismo hacia Mark Knopfler, esa es 'Private dancer', que grabó para Dire Straits antes de entender que Turner sabría hacérsela suya, mejor y superior. Junto con la canción que corona este humilde Top 5, el doble nocaut del álbum titulado, precisamente, 'Private dancer' (1984), gran 'comeback' de la artista tras un primer intento fracasado de establecerse en solitario.

Su mejor aportación al arte casi perdido de la canción de cine, seguida muy de cerca por 'We don't need another hero', de 'Mad Max, más allá de la cúpula del trueno'. Bono y The Edge supieron rendir tributo a las esencias 'bondianas' como compositores. Nellee Hooper, el productor de Björk o Massive Attack, actualizó ese sacrosanto modelo con un pulso trip hop. Tina emuló, sin imitar, a la no menos mítica Shirley Bassey con una interpretación digna de estudio y del aura icónica que la rodea casi tres décadas después.