Entrevista

Rosa Ribas: "Imaginé un ‘Make Barcelona great again’ trumpero, una versión catalana del populismo"

La creadora de la familia de detectives Hernández culmina la trilogía negra con 'Nuestros muertos'

Crítica de 'Nuestros muertos'

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La escritora Rosa Ribas, este lunes en la libreía Laie de Barcelona.

La escritora Rosa Ribas, este lunes en la libreía Laie de Barcelona. / JORDI OTIX

Anna Abella

Anna Abella

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Igual que Barcelona acogió la Exposición Universal de 1888 o la Internacional de 1929, ¿cómo no se le ha ocurrido aún a nadie impulsar un proyecto similar para 2029? Para que la capital catalana "vuelva a brillar como la Ciudad de los Prodigios", con permiso de Eduardo Mendoza, con una ilusión que sirva para sacarla de "la depresión colectiva en que está sumida, devolverle su orgullo, el cosmopolitismo, el liderazgo". En los días que corren, bien podría ser una promesa electoral de cualquier alcaldable. Pero no. Es la idea que vehicula ‘Nuestros muertos’(Tusquets), que culmina la trilogía negra de la memorable, y disfuncional, familia de detectives Hernández. Le surgió a Rosa Ribas (El Prat de Llobregat, 1963) cuando tras vivir durante 30 años en Alemania, hace dos se mudó de nuevo a Barcelona.

"Me encontré con que se hablaba mucho de depresión y de una ciudad en decadencia, todo era triste. Y en momentos así siempre hay quien se presenta como salvador, con grandes negocios que emprenden pandas de oportunistas que me imagino con aquellos ojos del Tío Gilito con el símbolo del dólar. Pensé en un ‘Make Barcelona great again’ trumpero. Es el discurso ayusista. El populismo está en todas partes y yo muestro una versión catalana. La gente es muy crédula", lamenta la escritora. 

Los Hernández, que el lector conoció en ‘Un asunto demasiado familiar’, sufrieron en ‘Los buenos hijos’ una pérdida que significó una dura estocada emocional y disolvió la agencia de detectives. "Comparten el duelo y una tristeza enorme, y el cómo sobreponerse a ello. Se dispersaron y ahora buscan algo que los pueda volver a unir". El "catalizador" es la desaparición de un emprendedor treintañero con infinitud de contactos e ideólogo de esa Exposición Internacional 2029.

"En todo gran proyecto o acontecimiento que comporta obras de infraestructura, subcontratas... hay corrupciones e intermediarios chupando dinero. En Alemania ha habido fracasos como el del aeropuerto de Berlín o la Filarmónica de Hamburgo, con presupuestos que se han multiplicado por cien. O los manguis de las mascarillas de Madrid al inicio de la pandemia, comisionistas sin escrúpulos que seguían saliendo en el ‘¡Hola!’ y solo pensaban en hacer una estafa monumental a costa de la gente que moría por falta de material médico", se indigna Ribas recordando lo que le inspiró la historia. 

La escritora Rosa Ribas, este lunes en la libreía Laie de Barcelona. 

La escritora Rosa Ribas, este lunes en la libreía Laie de Barcelona.  / JORDI OTIX

El "no se lo digas a nadie" que se dicen unos a otros los personajes demuestra hasta qué punto "los secretos son el hilo conductor" de una serie que la escritora no descarta recuperar en el futuro pero que, nada amante de las sagas largas, aparca para trabajar en un libro más ensayístico del que no suelta prenda. "Miente quien dice que no tiene secretos. Todo el mundo los tiene: cosas que no queremos que se sepan porque nos avergüenzan o porque son nuestro talón de Aquiles…", constata. "Pero compartirlos con unos y esconderlos a otros también sirve para crear redes de complicidad y vínculos subterráneos entre los personajes -añade-. Aunque los grandes secretos les van carcomiendo".   

En todo gran proyecto con subcontratas hay corrupción e intermediarios chupando dinero

La moda de las fotos mortuorias

Dedica ‘Nuestros muertos’ al escritor, y amigo, Alexis Ravelo, fallecido en enero. "Te queda una sensación de irrealidad. Me dejó muda. Nunca imaginas la ausencia de alguien con tanta energía, con tantas ganas de hacer cosas, siempre riendo. En los festivales de novela negra lo primero que oías era su risa", recuerda Ribas, que en la novela aborda el tema del duelo. "Con los años acumulas duelos y aprendes a respetar todas sus manifestaciones por raras que sean. Ante la pérdida absoluta, irreparable, unos huyen, otros se recrean en él, otros lo viven de forma más íntima...".

En el libro, Mateo, el padre, va al cementerio para hablar con sus muertos. Lola, la matriarca "que mueve los hilos de la familia" y cuya enfermedad mental y alcoholismo siguen marcando al marido y a los hijos, se deja llevar por el morbo de las fotos de muertos que se popularizaron en el siglo XIX. "Como la que encontré en internet de dos chicas. Impresiona imaginar el dolor de la familia mientras vestía los cadáveres y colocaba los cuerpos como si aún estuvieran vivos para fotografiarlas y recordarlas. Es otra forma de sobreponerse al dolor, por absurda y macabra que nos pueda parecer". 

Puedes tener todas las fantasías vengativas que quieras, pero en la vida real probablemente no las llevarás a cabo

"Los Hernández -destaca la autora de ‘Lejos’-, todos llevan muchos muertos sobre sus espaldas y tienen que vivir con ello. Se mueven en la zona gris y a veces en la negra. Se han manchado de sangre ajena. Todos deberían estar en prisión. Cruzan los límites con naturalidad y, a pesar de ello, como son los buenos de la novela, el lector acepta lo que hacen aunque sea ilegal. Eso te lleva a ver tus propios límites".

Enlaza Ribas con la venganza. "Es reprobable, pero narrativamente es muy agradecida. ‘El conde de Montecristo’ es la gran venganza, implacable, elaboradísima, satisfactoria. Cuando se tiene necesidad de justicia, la ficción te permite canalizar ese deseo. Puedes tener todas las fantasías vengativas que quieras, pero en la vida real probablemente no las llevarás a cabo".

Los decibelios de Barcelona

En ‘Nuestros muertos’ se lee: "Un día más cruzando Barcelona. Pitidos, gritos, frenazos, roces, golpes y mucha mala leche". "Soy yo, sí. Esta novela la escribí en Barcelona y se nota el fortísimo contraste con Fráncfort. Al principio estaba aturdida. Es una ciudad maravillosa, pero en el libro se nota todo ese ruido, los decibelios de Barcelona. Y los olores. Y la mala leche".