Obras de Ràfols Casamada y Maria Girona, en la exposición de Eina.

Obras de Ràfols Casamada y Maria Girona, en la exposición de Eina. / EINA

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Anna Abella
Anna Abella

Periodista cultural

Especialista en arte y libros, en particular en novela negra, cómic y memoria histórica

Escribe desde Barcelona

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La ventana, la luz y el color, además de los signos de trazo espontáneo, son temas recurrentes de la pintura de Albert Ràfols Casamada (1923-2009) que destacan en el gran mural de 1994 que recibe a diario a los estudiantes de EINA, en una de las paredes de la sede del Centro Universitario de Diseño y Arte, en el palacio de los marqueses de Sentmenat, en Barcelona. Bajo él, unas vitrinas reúnen ahora cuatro serigrafías de su pareja, la pintora Maria Girona (1923-2015). Sin ella saberlo, y con motivo de su 80º aniversario, el poeta Sam Abrams las seleccionó para el libro ‘Cançó. Poemes per a Maria’ (2004), una antología de 25 composiciones escritas por su marido desde 1946. Un ejemplar de este volumen de edición limitada no falta en ese espacio de la exposición ‘Enseñar es aprender’, que rinde homenaje al matrimonio de artistas, también poetas, humanistas y pedagogos, por el centenario del nacimiento de ambos. 

Comisariada por Xavier Olivé, Josep Aregall y Rubén Alcaraz, la muestra, que puede visitarse hasta el 9 de junio, selecciona algunas obras del nutrido fondo de arte de EINA, la escuela de la que Ràfols Casamada y Girona fueron cofundadores en los grises años 60 y donde defendieron un modelo de enseñanza del diseño, el arte y las humanidades, con referentes como la Bauhaus, enfocado a despertar la creatividad del alumno. 

Ràfols Casamada y Maria Girona.

/ MARTÍ GASULL

Uno de los paneles rememora precisamente cómo Ràfols daba fe de una de las crisis que hicieron avanzar a EINA, cuando entre 1972 y 1973 se inició una revolución pedagógica. "Los estudiantes se rebelaron contra el tradicional esquema docente basado en un plan de estudios rígido y se adoptó uno que en vez de en asignaturas estaba basado en seminarios, talleres experimentales y ‘performances’ participativas que los propios alumnos proponían y los profesores dirigían", apunta Alcaraz.  

Una de las salas de la exposición de homenaje a Ràfols Casamada y Maria Girona en Eina.

/ EINA

"La exposición establece un diálogo entre las obras de ambos", explica el comisario ante varios acrílicos y óleos de Girona y Ràfols en los que destacan los tonos azules. Junto a ellos, sendos manuscritos donde ambos hablan de la obra del otro. "La pintura de Maria es demasiado de verdad para que según quien la entienda", escribió el artista apuntando entre los rasgos más característicos de los trabajos de su pareja, "la total coherencia entre su personalidad y su obra", "la total fidelidad a una manera de hacer elegida desde el principio" y el "afán de ver y conocer".

Importante archivo documental

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Girona, por su parte, apunta a la estimulante influencia que "el espíritu muy original" de él tiene sobre su obra y escribe: "Ver lo que él pinta, aunque nuestra pintura sea muy distinta, precisamente puede que por eso, me da un empujón que si estuviera sola seguramente no tendría".   

La exposición, dentro de las actividades organizadas por la Fundación EINA, la Fundació Bassat y la Fundación Vila Casas, despliega además mucho material de archivo de la escuela -manuscritos, carteles, audiovisuales...- que permite rememorar las exposiciones, las ‘performances’ y las iniciativas de EINA en las que participaron o impulsaron y que forman parte del legado pedagógico de la pareja de artistas.