Crítica

Sierra y Fabiano, pareja de oro para ‘Manon’ en el Liceu

La ópera de Massenet regresa a Barcelona con dos protagonistas de absoluta excepción

Pablo Meléndez-Haddad

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El regreso de la tragedia de Manon Lescaut y del Chevalier Des Grieux al Liceu, en la versión de Massenet, llegaba con un enfoque diametralmente diferente a la última vez que la obra subió a escena en el mismo escenario en 2007. Se ha optado por una visión actualizada, controvertida e innovadora en lo visual de Olivier Py (2016), cuyas funciones el Gran Teatre dedica a Victoria de Los Ángeles en el año de su centenario.

Más que en la historia de amor, el ‘regista’ francés centra su ‘Manon Lescaut’ en la caída en el abismo de la protagonista, en ese camino que la chica emprende prostituyéndose en busca de una vida mejor. El personaje creado en 1731 por Antoine-François Prévost se traslada en este montaje a un siglo XXI en el que, como en el original, huye de un destino del que reniega para entregarse al amor y a la buena vida, el que le llevará a la perdición y a la muerte.

Con una espléndida escenografía de módulos movibles y un vestuario entre kitsch y hortera, todo de Pierre André Weitz, los ambientes creados llevan a los sufridos protagonistas a prostíbulos y hoteles de los bajos fondos –con tintes ‘bieitianos’–, todo ello con una dirección de actores detallista, cuyas coreografías firma quien ha repuesto la obra en Barcelona, Daniel Izzo. La acción se sucede con relativa claridad, aunque se fuerzan las tuercas con las lógicas incoherencias entre lo que dice el descriptivo libreto por boca de los personajes y la adaptación teatral, más allá del concepto actual del honor de la familia. Pero en lo medular funciona: por mucho que hayan cambiado las cosas desde la época en la que fue escrita la novela que inspira la ópera, hay aspectos que son eternos.

Pareja insuperable

Fue una suerte para los liceístas contar con una pareja protagonista insuperable. La soprano Nadine Sierra conocía la propuesta teatral al haberla interpretado anteriormente, por lo que, a su voz hermosa, aterciopelada y en plenitud, se unió un personaje psicológicamente maduro. A su altura estuvo el sensible Des Grieux de Michael Fabiano, un intérprete completo, de voz espectacular, que se entregó por entero a su papel; impresionante lo que hizo en “En fermant les yeux” y en el acto de Saint-Sulpice, ofreciendo un retrato conmovedor.

Muy adecuadas las amigas actrices-prostitutas de Manon a cargo de Inés Ballesteros, Anna Tobella y Anaïs Masllorens, así como Alexandre Duhamel como Lescaut, salvo en los agudos extremos. Laurent Naouri fue un experimentado Comte des Grieux y completaron el reparto con eficacia Albert Casals, Tomeu Bibiloni y Pau Armengol.

La concertación de Marc Minkowski tuvo un resultado más que adecuado, sacando un sonido suntuoso de la Simfònica del Liceu y apostando por una buena proyección de los miembros del Coro liceísta.

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