Ópera

Freddie De Tommaso embruja con su canto en Peralada

El Festival ampurdanés despide con el tenor británico su primera Edición de Pascua

Freddie De Tommaso embruja con su canto en Peralada

Freddie De Tommaso embruja con su canto en Peralada / Festival Castell de Peralada / Toti Ferrer

Pablo Meléndez-Haddad

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El debut del tenor británico Freddie De Tommaso en el Festival Castell de Peralada (Girona) en la clausura de su primera Edición de Pascua se convirtió en el reencuentro con una tradición interpretativa, la del genuino tenor lírico-'spinto'. El cantante nacido en 1993 es una estrella de la lírica y en su trayectoria se acumulan los éxitos tras ganar, en 2018, el Concurso Tenor Viñas de Barcelona. Con su canto a la antigua, con un timbre pleno de armónicos y poderosa proyección, ya le han aplaudido en la Royal Opera de Londres, en la Ópera de Viena o en La Scala de Milán, y ahora, en Peralada, ha embrujado a un público que ha quedado enganchado a su voz.

Acompañado por Audrey Saint-Gil al piano, De Tommaso expuso sus cartas desde las primeras obras seleccionadas en un programa en el que combinó canciones con ópera y música sacra, emocionando con una voz en plenitud, de timbre tan luminoso como aterciopelado, de amplia y segura tesitura. Peralada, siempre devota de la cuerda de tenor, ya tiene un nuevo héroe: tal es así que De Tommaso volverá al Festival este mismo verano.

Arrancó la velada con el ‘Ave Maria’ de Gounod, la popular pieza concebida sobre un preludio bachiano; el tenor la hizo suya desde la primera frase, ganándose al público gracias a un dramatismo palpable, el mismo condimento que aplicó en el “Ingemisco” de la ‘Messa da Requiem’ de Verdi, llegando a la zona aguda con total comodidad (¡que ganas de escucharle la obra al completo!), a lo que sumaba golpes de 'glotis' y un sensible uso de reguladores. Tras el también popular “Panis angelicus” de la ‘Misa a tres voces, Op. 12’ de Franck, ofrecido con dulzura y delicadeza, llegó el ‘Ave Maria’ de Schubert, un ‘Lied’ que adapta el texto en latín dedicado a la madre de Dios en la cual, además de la espectacular versión del cantante, se lució Saint-Gil desde el piano.

Siguiendo una arraigada tradición tenoril, De Tommaso hizo suya el aria ‘Pietà, signore’ atribuida a Stradella, interpretada con el ímpetu de sus antecesores. Se eliminó el aria del ‘Elijah’ de Mendelssohn y se cambió por ‘Thaïs’ para piano solo y, antes de cerrar la primera parte con un impresionante Lamento di Federico de ‘L’Arlesiana’ de Cilea –que cantó en el Viñas–, De Tommaso tuvo tiempo para cincelar en oro la verdiana ‘Non t’accostare all’urna’, con un cómodo control del 'fiato'.

Canción italiana y napolitana, de amplio espectro estilístico, predominó en la segunda parte, con Puccini y una de sus canciones de juventud en el arranque, con un De Tommaso siempre imponente y expresivo, de línea cálidamente mediterránea, detalle que confirmó en una exultante "Che gelida manina" de 'La Bohème' y, al final, en la popular 'O sole mio' (en lugar del aria de ‘Cavalleria rusticana’). Dramatismo y juventud se dieron la mano en versiones conmovedoras que dieron paso a una sola propina, una impresionante y matizada 'Core 'ngrato'.