Entrevista

Edgar Borges: "Hay mucho escritor latinoamericano que quiere usar el perfume de Vargas Llosa"

El escritor venezolano publica 'Figuras', otra obra de su catálogo singular con la cual reafirma su condición de 'rara avis' de la literatura latinoamericana

Edgar Borges

Edgar Borges / José Luis Roca

Mauricio Bernal

Mauricio Bernal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Escritor venezolano radicado en España, Edgar Borges (Caracas, 1966) encaja en la descripción de ‘rara avis’ de la literatura latinoamericana en general y de la literatura latinoamericana escrita en España en particular. Autor de obras singulares -algunas inclasificables- como ‘La ciclista de las soluciones imaginarias’ o ‘Ser gato’, Borges acaba de publicar ‘Figuras’ (Trampa Ediciones, con diseño de cubierta de Manuel Moranta y dibujos interiores de Ana Raquel Leiva), una novela que se las arregla para hablar de algunos de los grandes males del mundo contemporáneo mediante una alegoría construida con los mimbres mínimos: un manicomio, el camino que lleva hasta él y un puñado de personajes.

-Una posible lectura de ‘Figuras’: una crítica a la atrofia de la imaginación. ¿Me equivoco? Es un libro donde todos aspiran a volar, pero el que más vuela apenas consigue saltar.

-Totalmente. Yo creo que la imaginación está en crisis, y no solo a nivel social sino de la propia literatura. La literatura vive un momento excesivamente realista, tan realista que prácticamente parece periodismo. Yo no creo que la literatura tenga que ocuparse de informar. Se agradece cuando el periodista hace guiños a la literatura para hacer un mejor periodismo, pero a la inversa no me parece correcto. ‘Figuras’ pretende eso, una ruptura con esta realidad tan saturada de un mismo tipo de historias, un rompimiento para ir a más.

-En ese caso no estará muy contento con el auge de la literatura del yo, tan extendida por Europa actualmente.

-Cierto, soy muy crítico con la literatura del yo. Mucho de lo que se está publicando hace que la literatura parezca una especie de confesionario. Una alegoría como ‘La metamorfosis’ lleva al lector al territorio de su vida privada por un camino distinto, el camino que señala el arte del escritor. Pero cuando la cosa es prácticamente una fotografía de la realidad, repito, se convierte en periodismo, que es el género que se supone que tiene la obligación de contar la realidad de la manera más precisa posible. La literatura no, la literatura la transforma.

"La literatura vive un momento excesivamente realista, tan realista que prácticamente parece periodismo"

-Y sin embargo, mucha gente diría que vivimos en una época de auge de la imaginación. Sin ir más lejos, cada año salen miles de títulos de la industria editorial. Entonces, ¿qué pasa? ¿Hay que diferenciar entre la industria y los contenidos que genera?

-Sí. A veces uno ve las novedades editoriales y las noticias del Telediario y no se puede ver la diferencia. Parece que la literatura se volvió una especie de herramienta reivindicativa. Y alguien diría: ¿pero la literatura no reivindica causas sociales? Yo creo que no. La literatura no está para reivindicar nada. La literatura de lo que debe encargarse es de romper la cuadratura de la mirada. Como decía Saramago: golpea, conmociona y transforma la mirada, pero la literatura no es moraleja, porque si caemos en que la literatura es moraleja simplemente estamos haciendo un manual de buenas costumbres, y no creo que eso sea lo interesante del arte.

-Sospecho que no está de acuerdo con los que dicen cosas como que el arte es reivindicativo o no es arte en absoluto.

-Quien piense eso tendría que meterse a activista o político. La literatura lo único que reivindica es la palabra, la imaginación, el esfuerzo del lector para poner de su parte y poder volar con lo que está leyendo. La conmoción de la realidad, eso es lo que reivindica la literatura, la transformación de la mirada. La literatura no es un panfleto, la literatura no educa, la literatura transforma, que es otra cosa. Quizá ese sea el principal valor del arte, transformar la mirada.

"La literatura no es un panfleto, la literatura no educa, la literatura transforma, que es otra cosa"

-‘Figuras’ está llena de reglas, parámetros, y la posibilidad de atenerse a ellos, como hace la mayoría, o violarlos. Es algo que está muy presente. Lo leí como una crítica a la uniformidad globalizadora.

-Lo es. En la novela, las casillas y las líneas rectas son una analogía de esa uniformidad, la vida como algo uniforme en donde todos hacemos lo mismo y caminamos por el mismo camino. De la globalización para acá el ser humano se ha ido uniformizando en los mismos criterios, los mismos pensamientos, las mismas crisis. Pareciera que tanto los problemas como las soluciones son siempre los mismos, y no, nada que ver. Claro que hay problemas comunes a todos, pero cada ser humano es único, cada mirada es única.

-Creo que apunta a la época en que vivimos. No son precisamente los 60, para entendernos. ¿Estamos perdiendo el derecho a soñar? ¿Vivimos una época de conformismo?

-Mire, la tecnología obviamente es una gran herramienta, pero creo que condiciona muchísimo la imaginación, porque esta ya no es individual sino colectiva. Parece como si la imaginación ya estuviera diseñada, como si fuera un traje hecho a la medida de la sociedad mundial. A mí me parece contraproducente que hablen de las maravillas de la realidad virtual cuando la propia imaginación es la mejor realidad virtual que tenemos. Cada vez estamos más entregados a esa pantalla que tenemos todos en la cabeza, espectadores de una realidad prefabricada.

"A mí me parece contraproducente que hablen de las maravillas de la realidad virtual cuando la propia imaginación es la mejor realidad virtual que tenemos"

-Crea un universo rico en un espacio deliberadamente limitado: un manicomio y el camino que lleva hasta él. También es deliberada la elección de acciones que se repiten continuamente, sin ir más lejos, Enrico caminando hacia el manicomio, una y otra vez. Podría decirse que son elecciones arriesgadas. ¿Cree que cuando se asumen riesgos las recompensas literarias son mejores, más sustanciosas?

-Hay escritores que vienen del riesgo y que luego se pasan a la literatura comercial y te dicen: gané más lectores, o gané más dinero. Lo respeto, pero prefiero el riesgo. Para mí es como lanzarse en paracaídas, como meterte a boxeador, como decía Roberto Bolaño, que establecía una comparación entre ser samurái y ser escritor. El escritor como señor, a mí no me gusta.

-¿Como señor? ¿Qué quiere decir?

-Quiero decir… Cuando se acomoda, cuando se convierte en alguien que está simplemente relajado para empezar a recibir honores, para empezar a formar parte del ‘establishment’. A mí me interesa el escritor como un intérprete de rock, alguien que rompe, un guitarrista, un vocalista que en las notas rompe y quiere ir más allá de la canción comercial. Eso es el escritor. Él tiene que ir a buscar el combate. Ese es el esquema que a mí me interesa.

"Hay escritores que vienen del riesgo y que luego se pasan a la literatura comercial y te dicen: gané más lectores, o gané más dinero. Lo respeto, pero prefiero el riesgo"

-¿Es difícil actualmente ser un escritor latinoamericano en España? ¿Cómo ha cambiado esa figura desde el ‘boom’, o desde Bolaño?

-Pregunta difícil la que me hace. Le diré, y esto es algo polémico, que la figura de Vargas Llosa con el tiempo ha dominado más la imagen del escritor latinoamericano en Europa que la de otros como Cortázar o García Márquez. ¿Qué quiero decir con esto? Que parece ser que hay mucho escritor latinoamericano que sueña con representar la figura de Vargas Llosa, o usar, como yo digo, el perfume de Vargas Llosa, ser ese escritor correcto, el escritor que forma parte de lo establecido. El señor, justamente. A mí eso no me interesa en absoluto, porque en eso hay mucho de no querer incomodar sino de querer agradar, y hay mucha tendencia en la literatura latinoamericana que está en Europa a comportarse de esa manera. Yo extraño a Bolaño, a Cortázar, a García Márquez, a Rulfo… Esos personajes iban por otra vía.

Suscríbete para seguir leyendo