Entrevista

Igort y su estremecedora crónica gráfica de la guerra de Ucrania, en el Cómic Barcelona

El dibujante presenta en el Cómic Barcelona 'Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión', basado en los testimonios diarios de familiares y amigos

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El dibujante Igort, en el Cómic Barcelona, donde presenta 'Crónicas ucranianas. Diario de una invasión'.

El dibujante Igort, en el Cómic Barcelona, donde presenta 'Crónicas ucranianas. Diario de una invasión'. / RICARD CUGAT

Anna Abella

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Día 41 de la invasión: Una página fundida en negro con un texto en el centro: "Fui incapaz de dibujar tanto horror", confiesa Igort, recién llegado al Cómic Barcelona. Se refiere a una grabación que le enviaron entre lágrimas desde Ucrania, que daba fe de cómo 40 niños ucranianos huérfanos llegados a Polonia desde Irpín y Bucha habían sido obligados a ver la ejecución de sus padres y habían sido violados repetidamente. Según el comandante ruso que lo ordenó, así "aprenderán a respetar a Rusia". Es esta una de las teselas del mosaico de los primeros 100 días de guerra que el dibujante sardo de origen ruso ha compuesto en el estremecedor ‘Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión’ (Salamandra Graphic).

Igort (Cagliari, 1958), casado en la ciudad ucraniana de Dnipropatrovsk, vierte en él los testimonios que vía telefónica le cuentan a diario familiares y amigos que llevan ya más de un año bajo las bombas de Putin. "Cada día llamo a casa para saber si han sufrido algún bombardeo. No soy periodista ni politólogo. Quería explicar la guerra desde el punto de vista de la gente normal y corriente. Cómo de repente la vida puede dar un vuelco y quedar destrozada". 

Doble página de 'Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión', de Igort.

"Un familiar, Anatoli vio volar misiles sobre su casa y decidió escapar. Logró salir antes de que se declarara la ley marcial. Yo estaba preocupado porque se subió a un autobús y bajó en Crimea, en zona rusa -relata-. Les pararon en varios ‘checkpoints’ y los soldados siempre hacían bajar del vehículo a alguna persona a la que no volvían a ver". Son generaciones que "quedarán marcadas para siempre, igual que marcó a los ucranianos durante un siglo la hambruna a la que los sometió Stalin en 1932 y 1933". Alude Igort al Holodomor, que él mismo reflejó en su no menos escalofriante ‘Cuadernos ucranianos’, antes de ocuparse en ‘Cuadernos rusos’ (2014) de la guerra de Chechenia y el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya

"Tras una odisea, Anatoli consiguió llegar a Italia. Estaba blanco, flaco. No hablaba. Le costó tres semanas poder hablar de aquella pesadilla. En Ucrania temían irse a dormir por temor a que los rusos entraran en su casa y les dispararan, como pasó en su pueblo, Meritopol, de unos 300 habitantes. Allí llegaron 500 soldados rusos cagados de miedo que escapaban de la contraofensiva ucraniana y robaban vestidos para camuflarse. No podían mirarlos mal porque si lo hacían estaban muertos", transmite el dibujante. 

Doble página de 'Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión', de Igort.

La droga caníbal

Igort ha realizado también una historieta de cuatro páginas para una revista literaria a petición de una amiga, corresponsal de guerra italiana, con la que está en contacto. En ella, revela, habla de "una droga sintética, diez veces más potente que la heroína, que circula libremente entre los soldados rusos. Elimina todos sus frenos y les hace capaces de cualquier cosa. Contiene gasolina, aceite industrial, detergente y otras sustancias, tan tóxicas para el organismo, que provoca que se les cuartee la piel y les caiga la carne. Por eso la llaman también 'krokodil’, droga zombi o caníbal, por los instintos que despierta. Una dosis vale unos tres euros". 

Muchos de los soldados rusos, añade, "están desmotivados, no sienten que es una guerra de Rusia sino que es la guerra de Putin. Y son reclutados en Siberia, en zonas muy pobres. Son los que peores crímenes han cometido. Roban todo lo que pueden: hay vídeos en oficinas de correos de Bielorrusia que los muestra enviando a sus casas el botín: montones de paquetes, hasta neveras. Además, a diferencia del resto de Rusia y Ucrania, no son cristianos y desprecian a los cristianos ricos de los territorios ocupados". 

Doble página de 'Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión', de Igort.

Sin embargo, para Igort, "siempre hay esperanza". "Ucrania está demostrando que es un gran pueblo. Admiro su resistencia. Han rechazado el abrazo de la Gran Madre Rusia. El gigantesco error político, e infantil, de Putin fue pensar que no se rebelarían ante la invasión. Creyó que no protestarían, como con el falso referéndum de Crimea (2014), donde amenazaban de muerte o con la expulsión a quien no votara a favor. Putin tampoco escuchó los informes de sus servicios secretos que le avisaron de que su propio ejército no estaba listo para la guerra".  

Deportación de niños ucranianos

"Estamos asistiendo a una cantidad exorbitante de crímenes contra la humanidad, que vulneran todas las convenciones internacionales. Rusia ha deportado a decenas de miles de niños ucranianos [como ha denunciado el Tribunal de la Haya]. Pero vemos esos crímenes y nos estamos acostumbrando a ellos. Igual que a la amenaza nuclear: nos parece normal esa propaganda fácil", lamenta. 

Doble página de 'Cuadernos ucranianos. Diario de una invasión', de Igort.

No olvida Igort a la oposición a Putin y a la guerra dentro de Rusia. "Hay muchas protestas y se están reprimiendo enviando a gente al frente al día siguiente. Y hay 12 oligarcas rusos con sus respectivas familias que se mostraron de alguna forma disconformes y que se han ‘suicidado’…". 

El papel de China

¿Augura un final? "Acabará cuando China decida intervenir. Para ellos es una guerra económica, saben que la de los tanques es obsoleta. No interviene porque quiere que Europa y Estados Unidos no se metan en su política interna con Taiwán, donde quiere hacer lo mismo que Rusia ha hecho con Ucrania. Sabe que el precio a pagar por la no neutralidad será demasiado alto porque no puede permitir que le colapsen el comercio internacional, que es de lo que viven los chinos".   

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