Discos de la semana

Cécile McLorin Salvant y el cuento de la mujer serpiente

La cantante y compositora de Florida atraviesa estilos, continentes y siglos en 'Mélusine', un disco inspirado en una leyenda medieval

Los nuevos elepés de Van Morrison, Those Pretty Wrongs y Patricia Atzur, también reseñados

Cécile McLorin Salvant

Cécile McLorin Salvant / MacArthur Foundation

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
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Condenada por un hechizo desde que era una niña, cada sábado Melusina se transforma en un ser fantástico. O en un monstruo. Mitad mujer, mitad serpiente. Llega el sábado y Melusina se esconde para que nadie la vea. Ni su marido. Es su secreto. Pero él, carcomido por los celos -¿me será infiel?-, rompe su promesa y un sábado la espía. Melusina, descubierto su secreto, traicionada su confianza, huye convertida en un dragón volador.

La leyenda de Melusina recorrió Europa de punta a punta durante el siglo XII y ahora incendia la imaginación de Cécile McLorin Salvant, una de las artistas más audaces del siglo XXI. Cuando se dio a conocer en 2010, parecía que con sus prestaciones vocales, su autoridad cantando estándares y su talento para contar historias, la cantante de Florida iba a ser la nueva diva del jazz. Por algo le dieron tres Grammy casi seguidos en esta categoría. Pero McLorin Salvant es otra cosa. Canta como pocas y además piensa como casi nadie. Lo apuntó el año pasado con 'Ghost Song', un disco extraordinario de sonoridades futuristas que miraba sin miedo hacia adentro y convertía esa exploración en canciones. ¿Qué explora esta vez con 'Mélusine'?

Identidad, deseo y poder

El sexto álbum de McLorin Salvant atraviesa siglos, continentes y culturas como si fueran partes de un mismo todo. Remezcla datos y establece conexiones que hasta hoy eran invisibles. “Yo me transformo”, como Rosalía, pero sin la estética hyperpop y con un concepto que se acerca más al de 'El mal querer': una historia antigua que sirve como metáfora de la naturaleza humana. En 'Mélusine' lanza preguntas más o menos encriptadas sobre la identidad, sobre el deseo y sobre el poder.

Por primera vez en su carrera McLorin Salvant canta casi íntegramente en francés, el idioma de su madre. Aunque entre esas 'chansons' aparece de repente el inglés. También el occitano, lengua de su familia materna, y el criollo haitiano que habla su padre. Mezcla de versiones y de canciones propias, 'Mélusine' está hecho con pedazos de aquí y de allá, de hace mucho tiempo y de quién sabe cuándo. Convive 'Est-ce ainsi que les hommes vivent?', un melancólico poema de Louis Aragon que cantó Leo Ferré, con canciones de trobaritz, mujeres que en la Edad Media escribían música secular. Un ritmo antillano da paso a la emocionante y naíf 'Petite musique terrienne', sacada de una ópera-rock de temática futurista de los años 70. Y lo más extraordinario, en este batiburrillo en el que cuesta saber qué es de quién y de cuándo, todo fluye.

'Mélusine' arranca en un idioma musical conocido. McLorin Salvant, dulce, enigmática, canta acompañada de piano, contrabajo, batería, percusiones. Terreno seguro. Pero hacia la mitad del viaje la música se hace extraña, sin nombre ni género. Teclados fantasmales, voces que se vuelven espesas y que luego se disipan para volver a parecer humanas, normales. Como si no hubiera ocurrido jamás. Como si 'Mélusine' fuera Melusina. Una leyenda. Un cuento que nos contamos para entender quiénes somos. Roger Roca

Otros discos de la semana

Tras sendos y discutidos discos, marcados por su (crispada) negación del covid-19, Van 'The Man' luce reconciliado con el mundo acogiéndose a la música de su infancia, el híbrido skiffle, esa mixtura de jazz, blues y folk que enfocaría el rumbo de su carrera. Refrescante acopio de piezas tradicionales y citas a oráculos como Elizabeth Cotten y Red Nelson, recreadas con ánimo celebrativo, y con el sentido violín de Seth Lakeman en los nueve minutos de ‘Green rocky road’. Jordi Bianciotto

Un poco de Big Star es mucho. Jody Stephens, batería y cantante del legendario grupo de Memphis, se vuelve a juntar con el californiano Luther Russell para facturar, con la ayuda de amigos y admiradores como Mitch Easter, Chris Stamey y Pat Sansone, un espléndido disco en el que mandan los medios tiempos, las guitarras acústicas y las armonías vocales. Pop evocador de belleza otoñal que habría encajado a la perfección en el catálogo de Apple Records. Rafael Tapounet

Barcelonesa crecida musicalmente en Londres, destapa en su primer disco largo un cancionero con poso, de cristalino guitarreo folk, pianos flotantes, electricidad civilizada y algún que otro punto de fuga ‘jazzie’. En temas como el titular o ‘Echoes’ transmite cavilaciones íntimas con voz serena, cultivando una intimidad de puertas abiertas, oxigenante, dejando a su paso un eco hospitalario. Estancia tranquila, la suya, aunque la procesión va por dentro. J. B.

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