Estreno de cine
Crítica de 'Dungeons & dragons': juego de rol en pantalla grande, por Quim Casas
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Esta sería la tercera entrega cinematográfica del famoso juego de rol ‘Dragones y mazmorras’, aunque poca relación guarda con las dos anteriores, rodadas a principios de este siglo, y tiene menos hechuras de videojuego o juego de rol gigante y apabullante, algo que el cine ha ido puliendo poco a poco cuando se ha acercado a estos populares lenguajes narrativos.
Aquí no aparece el pérfido mago Profion que encarnó Jeremy Irons en la primera película, sino que la ‘villanía’ recae en un más simpático Hugh Grant, que tiene campo abonado para carantoñas de todo tipo en la piel de otro mago desleal e insidioso llamado Forge.
En el fondo, todo resulta más jocoso en ‘Dungeons & dragons: Honor entre ladrones’, empezando por la escasa substancia e inteligencia del héroe al que da vida Chris Pine (un poco en la línea de su personaje en ‘Wonder Woman’), frente a la beligerancia y empoderamiento de su compañera de andanzas, Michelle Rodriguez. Junto a otros personajes digamos que curiosos y aventureros, se enfrentan con las fuerzas oscuras para recuperar una reliquia que puede devolver a la vida a aquellos que se fueron prematuramente.
Los dos firmantes de la película mostraron mejor ingenio con menos medios en ‘Noche de juegos’, comedia negra con Jason Bateman y Rachel McAdams, pero aquí tienen algún momento de esplendor como todo lo relacionado con el espejo convertido en portal mágico.
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