Nuevo disco

Lana Del Rey: chicas tristes, chicas desquiciadas, chicas extremadamente online

Convertida en su día en icono de las Chicas Tristes, publica hoy nuevo álbum: un disco magnífico, donde se abren camino la luz y la esperanza. Lana ya no está triste, ¿y nosotras? Analizamos cómo se construye la identidad femenina en internet a golpe de referentes culturales y trends de TikTok.

Lana del Rey

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Patri Di Filippo

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"It’s a shame that we die", susurra sobre pianos y violines Lana Del Rey en 'Fingertips', uno de los cortes de su nuevo y noveno álbum de estudio, publicado hoy: 'Did You Know That There's a Tunnel Under Ocean Blvd'. Y es imposible no pensar inmediatamente en la canción que la catapultó a la fama, ese 'cause you and I / we were born to die' del que emergió como envuelta en una nube de humo en color sepia, glamurosa y decadente, terrenal y etérea a la vez. En la era de chicos con pitillos y guitarras, nadie entendió nada. Se la acusó de no ser auténtica (¿por qué nadie se pregunta sobre la autenticidad de Nick Cave o Julian Casablancas?), de romantizar las relaciones abusivas, de glorificar el sueño americano, de presentar una tristeza pasada por filtro Valencia.

Se escribieron decenas de columnas sobre cómo Lana del Rey era la santa patrona de las Chicas Tristes (ese arquetipo de mujer que pasaba mucho tiempo en internet y encarnaba una extraña paradoja: el deseo de expresar sus sentimientos más profundos a través de una estética lo más artificial posible), anticipando algo ahora más acusado que nunca: que todo es contenido, y que la identidad femenina es construida en internet a través de lo que consumimos.

Verano Chica Hot (#goodvibesonly #poolside), Chica Desquiciada (#sylviaplath #fleabag #feral), Otoño Chica Sana (#selfcare, #workout #podcast)… Cada día surgen nuevos términos-meme en TikTok que definen una supuesta personalidad femenina y son convertidos en supuestas tendencias culturales (y, por consecuencia, en nichos de mercado). Consumimos tanto que tal vez no sepamos lo que significa existir como algo invendible, escribía al respecto la periodista Rayne Fisher-Quann.

De todos estos memes-tendencia, sin embargo, el de Chica Desquiciada sí encierra una punzante intuición, de allí su creciente popularidad: no mirarse a través de los ojos de nadie más que una misma. No cumplir con la fantasía de chica empoderda a través de una rígida rutina trabajo-gimnasio-tulipanes-siempre-frescos-en-casa, o de chica absolutamente-deprimida-pero-absolutamente-preciosa. No cumplir con fantasía alguna, y menos una masculina. Entregarse solo y simplemente al propio caos, caiga quien caiga por el camino. ¿Pero cuán fina es la línea entre quererse por encima de todo y encerrarse en una misma?

Lana del Rey

Lana del Rey, en una imagen promocional /

'Lately I can see / you wanted me sadder', prosigue Del Rey en 'Fishtail', una canción sorprendente y magnífica con su buena dosis de autotune y voces ralentizadas a la SALEM. Diez años después, Lana del Rey sigue siendo Lana Del Rey, pero ya no está triste. La luz se abre camino a través de las grietas en ‘Ocean Blvd’. Tenue, pero imparable.

No es de extrañar que una de las canciones se titule ‘Kintusgi’, aquella técnica japonesa según la cual los objetos rotos se arreglan rellenando las fracturas con oro, sin taparlas. O que la toma del coro que abre ‘The Grants’ —un precioso homenaje de Del Rey a su genealogía— sea justo una en la que oímos a una de las cantantes equivocarse de estrofa. Porque este es, en última instancia, un disco que extiende sus brazos hacia el mundo y hacia los demás. Al amor. Por muchos errores que haya por el camino, por doloroso que pueda ser a veces. Porque el amor nunca ha sido una vía de sentido único. Es un camino que inevitablemente converge en el de los demás, tome luego forma de relación romántica, de un familiar, una amiga, un Dios o lo que tú quieras. Amar es comprometerse con el mundo, aunque quizá salga mal. Sonará cursi, porque lo es y porque qué más da, pero no será sino el amor quien nos salve. Y Lana lo sabía desde el principio

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