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El D'A estrena 'Crónica de un amor efímero', un tratado sobre la infidelidad a la francesa

El D’A despega con la última película de Emmanuel Mouret con Sandrine Kiberlain y el actor de moda en Francia, Vincent Macaigne

Mouret

Mouret / PAscal Chantier

Leticia Blanco

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En 2019 la cinta inaugural del D’A fue ‘Un hombre fiel’, protagonizada por un tórrido triángulo amoroso formado por Laetitia Casta, Lily-Rose Depp y el muy apuesto Louis Garrel, que visitó Barcelona y sedujo a un entregadísimo público reunido en los Cines Aribau. Cuatro años después, la película que descorcha este jueves el festival de cine de autor también es del país vecino y aborda la infidelidad. Pero algunas cosas han cambiado en este tiempo: el protagonista, interpretado por Vincent Macaigne, da vida aquí a un hombre neurótico y dubitativo, obsesionado con complacer a su amante, con serias dudas sobre sus habilidades sexuales, reflexivo y a todas luces vulnerable.

Una imagen muy alejada del don Juan prototípico que ya es marca de la casa de Mouret, al que se suele apodar “el Woody Allen francés”. La película, un tratado sobre la infidelidad a la francesa que llega este viernes a los cines, corona a Macaigne, con sus entradas y ese aire de despistado con encanto, como el actor de moda tras protagonizar la muy aplaudida ‘Irma Vep’ a las órdenes de Olivier Assayas.

“En todas mis películas los hombres siempre han sido un poco torpes y vulnerables”, admite Mouret, que en el filme recorre la breve aventura que tienen una madre soltera con las ideas muy claras y un hombre casado en busca de emociones. Mouret lo hace de la mano de la palabra, a base de elaborados diálogos en los que se desgrana la teoría y práctica del amor, la infidelidad, la pasión y la rutina. “Las situaciones de infidelidad me parecen muy interesantes, tanto director como espectador, porque ponen en juego nuestra honestidad. Por un lado está el compromiso y por otro el deseo y nuestros sentimientos. No siempre son fáciles de conjugar. Es un conflicto irresoluble”, explica el director de ‘Las cosas que decimos, las cosas que hacemos’.

No hay ni rastro de escenas de sexo en la película, donde sólo se muestra el antes y el después de los encuentros amorosos y sus protagonistas hablan, analizan y debaten sobre su férreo compromiso a no comprometerse, a hacer de su affaire algo ligero y con fecha de caducidad para no caer en la rutina. Toda una coreografía de lo dicho y lo no dicho, porque lo que callan los personajes importa casi tanto como lo que dicen. “En la vida real muchas veces fallamos a la hora de decir lo que sentimos, no siempre tenemos la audacia o el valor de hablar en el momento que toca. La película es una oda a la ligereza, pero con profundidad. Porque siempre que te entregas a alguien físicamente lo haces también en un plano intelectual. ”. 

“En Francia, como en España, también tenemos una fuerte herencia católica. ¿Dónde está el mal en la infidelidad? Sabemos que es una invención histórica, algo que no existe en otras sociedades que nosotros tenemos asumida y que aparece para asegurar la transmisión del patrimonio”, recalca Mouret. “La fidelidad es una relación entre los sentimientos y la herencia”, añade el director. Para Macaigne, “en Francia existe una gran cultura de la indifelidad” que se remonta a los clásicos como Marivaux, Molière o ‘La educación sentimental’ de Flaubert. “Que la palabra ocupe tanto espacio en esta película es una marca de poder. Es algo que comparten Assayas o Mia Hansen-Love”, concluye el actor.