Entrevista

Luz Casal: "Pensar que la gente no es buena es un poco antiguo"

La cantante publica 'Las ventanas de mi alma', un álbum purificador y de amplia paleta sonora, que va del registro acústico al rock y la electrónica, basado en basado en textos y músicas de su autoría. Lo presentará en el Liceu el 24 de mayo, dentro del Suite Festival, así como en el Strenes, de Girona, en Cambrils y en Cap Roig

Luz Casal

Luz Casal / Universal Music

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En la portada del disco se le ve abriéndonos una ventana con vistas a su mundo interior.

No me gustaría que la gente pensara que el disco va de un rollo intimista, pesado. “Ya está otra vez alguien contando sus muermos y sus pesares”. No, lo que pasa es que, al haber estado muy concentrada en las letras, me ha salido un álbum más íntimo.

Es el disco con más canciones suyas de toda su trayectoria, tanto letras como músicas. ¿Se siente más segura como autora que en el pasado?

Puede ser. Supongo que, al ir sumando, con el tiempo, canciones mías que han ido gustando a la gente, eso me ha dado confianza y un poco más de conocimiento de lo que es hacer una letra, y de expresarte con un cierto carácter. Hablo de cosas como la inocencia, pero con contundencia rítmica y sonora. No es la guitarrita y el lamento.

El tema ‘Hola, qué tal’ viene de cuando, en el confinamiento de 2020, se dedicó a hacer llamadas a gente que no conocía, por sugerencia de amigos o familiares, y conversar sobre cómo se sentían. Nada menos que 2.000 llamadas. No está mal.

No está mal, no. La canción refleja lo que viví y experimenté, pero con un tamiz, como si le hubiera puesto un velo. Al final, lo que queda es esa predisposición a escuchar. “Llamo solo para saber cómo estás. Estoy aquí para lo que necesites”. Para mí fue importante poder hacer eso y sin intermediarios.

Desde hace un tiempo se habla mucho de las cosas tóxicas que nos rodean, y este disco parece buscar el extremo opuesto, una pureza de espíritu, aunque pueda sonar un poco naíf.

Es que la posición de pensar que la gente no es buena es un poco antigua. Aquí estamos todos en el mismo tinglado. Vamos a echarnos una mano, vamos a intentar ser algo más que cada uno. Me interesa eso: la amistad, las cosas de valor.

Ahí está ‘La inocencia’, donde canta que “el peso del rencor es una enfermedad”.

Son ese tipo de frases que en otro momento de mi vida creo que no me hubiera atrevido a escribir. Pues ha llegado el momento de decir que ya está bien, que no quiero perder aquellos aspectos de mi personalidad que me parecen cojonudos. Porque vas añadiendo capas de maquillaje y llega un momento que el maquillaje se cuartea y aparece algo que te disgusta. Yo no quiero ser inocente boba, sino inocente inteligente.

Y en el tema que cierra el álbum, ‘Un poco más de amor’, habla del “naufragio de la humanidad”. Pero no es una canción motivada por las convulsiones actuales, ya que le dio forma hace muchos años con la desaparecida Carmen Santonja.

La canción tiene 30 años y es de la época de ‘A contraluz’. La palabra ‘amor’ es muy contundente, y puede referirse al “te quiero, me quieres, te querré…”, pero está el otro amor, el más universal. Las imágenes de la canción reflejan nuestro presente. En los primeros días del conflicto ruso-ucraniano lo vi claro. La versión original, que se llegó a grabar y mezclar, era demoledora, pero yo entonces sentía muchísima rabia y ahora, muchísimo hastío. Cansancio de observar los conflictos, una y otra vez, como si se enquistara la historia.

Aunque justo antes está ‘Un lugar perfecto’, pieza con música de Étienne Daho, de quien años atrás adaptó ‘Un nuevo día brillará’.

¡Puede parecer una enorme contradicción! Refleja cuando te das cuenta de que, cuando sientes una cierta armonía, sabes que no necesitas nada. Étienne Daho es uno de mis mejores colegas y aquí me ofreció una música original. Yo estaba confinada y veía un mar que era como un espejo, y sentía que estaba en el lugar adecuado, al que no llegaban los lamentos. Ahí están las dos caras de la moneda: la realidad dura y la gracia de vivir como diciendo que no se puede estar mejor.

Hace poco, cuando recibió el Ondas, deslizó una queja, o crítica, sobre la situación de la música en los medios audiovisuales. ¿Incluso Luz Casal tiene problemas para que suene su nuevo disco?

En muchas radios no sonará. Es así. En un sitio no suenas porque tienes más de 40, en otro porque solo ponen un tipo de música y no entras. Mi propósito fue decirlo de un modo sarcástico, que es algo que se me da muy bien. Me cago en todo, pero me importa un carajo. Pero me siento una persona privilegiada, que hace álbumes pasando de un registro a otro sin tener que dar explicaciones. Y me siento como mucho en el ecuador de mi carrera. A lo mejor es un poco arrogante decirlo, pero es lo que siento.

¿Cómo vive la exigencia de los indicadores del éxito, el número de ‘streamings’, los ‘sold outs’? Hoy parece que se acabe el mundo con cada lanzamiento y con cada concierto de asistencia obligatoria.

Es como una carrera en la que no ves nunca la meta, porque siempre hay alguien con más seguidores que tú, y más ‘likes’, y que actúa con aforos mayores. Es muy apremiante y me da muchísima ansiedad. Cada uno es cada uno, y no quiero caer en juicios ni en comparaciones. Estos días estamos todos conmocionados con el derroche escénico de la gira de Taylor Swift. Pero yo ofrezco lo que ofrezco, y muestro lo que soy, entregando lo máximo que puedo, y así me acuesto con cierta tranquilidad.

Suscríbete para seguir leyendo