Crítica de música

OMD, emotivos himnos pop con alma maquinal en Apolo

El grupo británico, pionero del synth-pop, ofició un expresivo concierto en Barcelona en el que, sin álbum nuevo a la vista, centró el repertorio en sus clásicos, incluyendo hitos como ‘Souvenir’, ‘Joan of Arc (Maid of Orleans)’ y ‘Enola Gay’

BARCELONA. 21.10.2019Conciereto de OMD Orchestral Manoeuvres in the Dark en la Sala Apolo. En la imagen Andy McCluskey. FOTO FERRAN SENDRA

BARCELONA. 21.10.2019Conciereto de OMD Orchestral Manoeuvres in the Dark en la Sala Apolo. En la imagen Andy McCluskey. FOTO FERRAN SENDRA / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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Con los tres álbumes lanzados en su segunda vida, a partir de 2010 (y hay, se supone, otro en camino), OMD ha deslizado el mensaje de que no se resigna a ejercer de banda ‘revival’ hasta el fin de sus días. Propósito encomiable, aunque poco realista, si bien disponer de un hermoso catálogo de hitos que, además, han resultado influyentes en la arena pop, no puede ser visto como una condena. De ahí pueden salir incluso conciertos fogosos, en comunión con audiencias proclives a la euforia, como el de este viernes en Apolo.

Entradas agotadas desde hacía semanas, y eso que Orchestral Manoeuvres in the Dark nos ha visitado un par de veces en tiempos no lejanos (2019, en la misma sala, y 2018 en Razzmatazz). La gira, ‘Architecture and more tour’ (en alusión a su álbum más popular, ‘Architecture & morality’, 1981) llegó con retraso, dado que los últimos coletazos pandémicos se llevaron por delante la fecha del año pasado en Barts, así que se percibían ciertas ansias arriba y abajo del escenario. Una vibración que no es incómoda para OMD, grupo partidario de casar la frialdad de la tecnología con la expresión física, representada por un Andy McCluskey muy ‘frontman’, apuntándonos con su enorme bajo eléctrico y luciendo vozarrón, teatralizando con los brazos en cruz y buscando el calor de las primeras filas.

La estela de Kraftwerk

A esa actitud expresiva se sumó la impronta de un formato de cuarteto que, además de la doble ración de sintetizadores, a cargo del otro puntal de OMD, Paul Humphreys, y del tercero en discordia, Martin Cooper (coautor de ‘Souvenir’ y señor del saxo, como nos recordó en ‘So in love’), incluyó la aparatosa batería de Stuart Kershaw. Con todo ello, el grupo practicó equilibrios entre cierta pulsión pop-rock y las tramas electrónicas directamente heredadas de Kraftwerk, curiosamente muy visibles en sendas canciones de su último álbum, ‘The punishment of luxury’ (2017), la titular e ‘Isotype’. También en la venerable ‘Georgia’, tema que ilustraron con imágenes de Biden y Putin, quizá dándonos a entender que ciertas rivalidades geopolíticas históricas, que tanto nos angustiaron en los 80, no tienen remedio.

Después de todo, OMD siempre fue un grupo pop, y en la estela melódica de sus estribillos, y en cierta inocencia intrínseca, está el quid de su encanto duradero, aunque ‘Tesla girls’ o ‘Locomotion’ suenen rematadamente ligados a una época. ‘Joan of Arc (Maid of Orleans)’ se elevó, una vez más, como la cumbre de la sesión con su halo majestuoso, su redoble y ese canto con vistas al trágico destino, y ‘Enola Gay’ y ‘Electricity’ mantuvieron el tipo como esbeltos artefactos con los que un día el grupo demostró que era posible emocionar a través de las máquinas.

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