Gags del absurdo
Las neuras, a veces macabras, del Paco Mir dibujante
El polifacético actor reúne en un libro los mejores chistes de humor gráfico que ha realizado desde los años 70 mientras era una de las ruedas de Tricicle
"Nunca me he autocensurado. No debe haber límites para el humor", opina el también guionista y productor teatral
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
En la portada de ‘Neuras diarias’, un tipo se ahoga, literalmente, en un vaso de agua gigante. En el interior, especialmente en el primer capítulo, se suceden los gags de humor, negrísimo y macabro, sobre suicidas (alguno más preocupado por el nudo de su corbata que por el de la soga con lazo corredizo que sujeta en la mano) o fusilados, decapitados y guillotinados (como el de una cabeza que se lamenta de que no hay "ni un maldito fotógrafo" para inmortalizar el momento). Imposible no sorprenderse ante el lápiz y la mente que los creó, la de un joven Paco Mir dibujante, quien antes de convertirse en una de las ruedas del Tricicle recorrió las redacciones de las revistas de la Barcelona de los 70 para intentar que se los publicaran.
Lo curioso es que le ha sorprendido al propio actor, guionista y productor cuando para este recopilatorio rebuscó entre las tiras y viñetas de humor, muchas inéditas, que no ha dejado de dibujar a lo largo de su vida. "No era consciente de la cantidad de ‘suicidas’ que hice entonces. Tampoco es que aquella etapa de mi vida fuera tétrica o depresiva. No salían de ningún pozo, pero la verdad es que no sé de dónde me salían", admite Mir, que apunta, quizá, al libro ‘Ideas negras’, de André Franquin, autor de Spirou, o a la influencia de la Familia Adams. "Es un tema aún tabú. Hoy hay alguno que no haría, como el del ‘Pequeño suicida’ [donde un adulto regala un kit a un chaval], que desgraciadamente coincide con el caso de las gemelas de Sallent. El límite del buen gusto debe mandar sobre el chiste".
A sus 65 años y tras la reciente despedida del Tricicle después de 40, las más de 400 viñetas y tiras de ‘Neuras diarias’ (Temas de Hoy) ponen ahora sobre el escenario al Paco Mir dibujante, que publicó en revistas y diarios como ‘TBO’, ‘Interviú’, ‘Muchas Gracias’, ‘Cul de sac’ o EL PERIÓDICO, donde presentó una serie de Julián y sus amigos, que había inventado para ‘Diario de Barcelona’, y otra de chistes veraniegos.
Opina Mir que "cuando eres profesional, nunca debes perder el sentido del humor". "Es la historia del payaso triste, o del cirujano, que aunque se acabe de divorciar tiene que operar. Como decía Boris Vian, el humor es la política de los desesperados. Por mal que estés siempre puedes aferrarte a él. Mira por ejemplo a los soldados ucranianos que, en plena guerra, han colgado vídeos en TikTok. Es una válvula de escape".
En sus chistes hay un buen puñado de moscas, vagos, náufragos, buzones, enamorados y corazones rotos o perros con sus cacas y sus dueños. "Son estupendos gags de humor basados en la absurdidad de la vida cotidiana" y con un "humor de pirueta intelectual, que hace cosquillas a la inteligencia del lector”, ilustra en el prólogo JL Martín, el creador de Quico el Progre. quien le dio una oportunidad en ‘El Jueves’ y al que sustituyó durante unas vacaciones en EL PERIÓDICO.
También abundan los políticos, pero "como mal endémico, aquellos que nos manipulan sean del signo que sean, y que debemos soportar. Intento dibujar para un ciudadano universal, cosas que afectan a todo el mundo, ya sean de izquierdas o de derechas, porque si llueve todos se mojan".
"Nunca me he autocensurado. No debe haber límites para el humor. Al humor le da igual lo políticamente correcto, porque el humor rompe con lo establecido. Si todo fuera correcto no existiría el humor. Y si hay gente que se ofende, pues ‘el que se pica, ajos come’. Mi tono no es agresivo, soy más irónico y sutil. Soy más de veneno que de hacha", afirma con una enigmática mirada el actor barcelonés.
La pandemia
Dibuja a diario. También, y sobre todo, durante la pandemia. "Es una forma de estimular el ingenio, de ejercitar la gimnasia mental, no tanto el dibujar el chiste como pensarlo. Para estar preparado por si un día me llaman del PERIODICO para ofrecerme una tira diaria -sonríe Mir-. Y durante el confinamiento los fui compartiendo en redes para provocar buen rollo".
Recuerda cómo tras estudiar Bellas Artes aterrizó en 1979 en el ‘TBO’ de la última etapa, ya en decadencia. Allí, con Josep Maria Sirvent y los hermanos August y Joan Tharrats formó Quatricomía-4, creando juntos ‘La Habichuela’, una página donde embutían unos 20 chistes hechos entre los cuatro, con la que reinventaron la estética de la revista infantil y dieron rienda suelta a un humor absurdo que encantó al público joven (no tanto, dice, a los suscriptores centenarios). "Éramos un equipo de creación fantástico, sin egos. Teníamos 21 o 22 años y estábamos influidos por el mismo humor. Éramos cuatro cabezas en una: uno tenía una idea, otros la dibujaban y al revés. Teníamos la puerta abierta para hacer lo que quisiéramos, así que investigamos un nuevo tipo de humor y de formato. Como la revista estaba tan mal, el director, el señor Viñas, pensó ‘de perdidos al río’. Y me alegra que muchas veces, en los espectáculos del Tricicle, se ha acercado gente para decirme que seguía ‘La Habichuela’". También llamó aquella página la atención de un JL Martín que les abrió la puerta de ‘El Jueves’ y con el que ha colaborado en el mundo del teatro y la televisión.
Mir, que también ha publicado un libro infantil, ‘El monumento a la cometa’, y ‘Ya me quejo yo por ti’, el diario de un "polimultideprimido" salpicado de dibujos, explica que igual que "el Tricicle le debe mucho a Jacques Tati, Buster Keaton, Peter Sellers o Cary Grant, porque todos estamos hechos como Frankensteins, de trocitos de cosas que te hacen único", en el dibujo, sus influencias, y admiración, también beben de Carlos Giménez -"aunque no tenga nada que ver con mi estilo, el mensaje te queda"-. Pero sobre todo de Mingote –"el que más me ha marcado, por su estilo, su costumbrismo..."-, Sempé, Franquin, Gotlieb, Quino, Moebius, Gin o Mordillo. A este último, en plena fiebre por sus páginas, se le acercó Mir tímidamente a pedirle una firma diciéndole que era solo un aprendiz. “Su respuesta fue una lección de humildad”, recuerda: "¿No lo somos todos?".
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