La gran cita del cine en español

Sílvia Munt reivindica la lucha a favor del aborto en los 70 con 'Las buenas compañías' en el Festival de Malaga

La actriz y directora se basa en el famoso caso de las 11 de Bilbao que impulsó la ley de 1985

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buenas / JORGE ZAPATA/EFE

Elena Hevia

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Las 11 de Bilbao, o de Basauri, ciudad obrera del núcleo del Gran Bilbao, fue un caso judicial que inculpó a 10 mujeres y un hombre acusadas de la práctica de aborto en 1979 y fue también decisivo para impulsar la ley que lo instauraría en 1985. Solo en 1976, en España se habían realizado unos 300.000 abortos clandestinos y unas 3.000 mujeres habían muerto a causa de las pésimas condiciones en que se hicieron. El aborto era, sobre todo, un asunto económico, quién podía abortaba fuera y en condiciones.

Sílvia Munt, que fue una de esa jóvenes que en los 70 se vieron obligadas a interrumpir su embarazo en Londres, confiesa haberse sentido muy próxima al proyecto que le ofreció el guionista Jorge Gil, con el que ha trabajado al alimón y que finalmente ha acabado siendo ‘Las buenas compañías’, una película que recrea a Bea (Alícia Falcó) una especie de 'alter ego' de Munt, ‘mutatis mutandi’. “A ella le he prestado -cuenta Munt en el Festival de Cine de Málaga- mis sentimientos de esos años, vivir en un mundo opresivo y desequilibrado, y la experiencia de ser hija de padres separados, también la rabia de pensar que tu madre es esa persona tan victimizada a quien no quieres parecerte”.

Pedagogía anticonceptiva

 Bea es hija de su tiempo pero también de ese Euskadi donde vive y donde la ley era el silencio y las cosas importantes no se hablaban. “Si sentías atracción por una mujer, te lo callabas”. En Errentería, Bea milita en un grupo de jóvenes feministas que, tomando por bandera el caso de las 11 de Basauri, ayudan a aquellas que se ha quedado embarazadas sin desearlo a pasar la frontera y solucionar el problema en alguna clínica francesa. “Para esta película he hablado con las que entonces luchaban por ello, unas auténticas crías que llegaron a ayudar a más de 1.500 mujeres e hicieron no poca pedagogía anticonceptiva”.

Le interesa a la directora crear una genealogía feminista cuyo recuerdo, con la fuerza que ha adquirido el movimiento en los últimos años, parece haberse diluido. Primero estuvieron las mujeres de la República que tanto hicieron por la causa, más tarde en los 70 los movimientos que impulsaron la ley del aborto y despenalizaron el adulterio, un ‘delito’ únicamente femenino. “Las pancartas que se alzaban entonces eran las mismas que las que hoy vemos en cualquier manifestación”. Para Munt solo hay que leer ‘El acontecimiento’, el libro en el que Annie Ernaux cuenta su aborto clandestino en los años 50, cuando todavía no era legal en Francia, para saber el grado de miedo y de terror al que se enfrentaron tantas mujeres entonces: “Era una situación de puro terror que te obligaba a sentirte como una criminal”.