Más allá de la ópera

Marina Abramovic: "A mis 76 años vivo cada día como si fuera el último"

La artista serbia que ha llevado la performance a lo más alto debuta en el Liceu con '7 Deaths of Maria Callas', un mix entre el videoarte y la lírica

'7 Deaths of Maria Callas'

'7 Deaths of Maria Callas'

Marta Cervera

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El Gran Teatre del Liceu rinde homenaje a la mítica soprano Maria Callas con el estreno este jueves de '7 Deaths of Maria Callas' (Siete muertes de María Callas), de la premiada artista serbia afincada en Nueva York Marina Abramovic (Belgrado, 1946). A través de la performance, la ópera y la videocreación en la que cuenta con el camaleónico actor Willem Dafoe, Abramovic imagina cómo fue el último día de la diva, que falleció sola a los 53 años el 16 de septiembre de 1977 en el apartamento de París donde se había recluido.

En su debut en Barcelona Abramovic encarna el espiritu de Callas pero las famosas árias óperas como 'La Traviata', de Verdi, o 'Madama Butterffly', de Puccini que catapultaron su carrera serán interpretadas por las sopranos Gilda Fiume en el rol de Violetta Valéry; Vanessa Goikoetxea, en el de Floria Tosca; Benedetta Torre será Desdémona; Antonia Ahyoung Kim interpretará a Cio-Cio-San; Rinat Shaham a Carmen; Leonor Bonilla a Lucia Ashton protagonista de 'Lucia de Lammermoor' y Marta Mathéu será Norma. Las muertes de las heroínas líricas y la de la propia Callas en la que Abramovic se transforma, centran el montaje cuyo texto en inglés sigue una narración creada junto al escritor  Petter Skavlan. La música de nueva creación compuesta por Marko Nikodijevic, no interfiere en las arias de ópera pero contribuye a que todo fluya entre las imágenes proyectadas, la performance, la narración y el canto.  "Para los amantes de la ópera soy una intrusa, soy la persona que creen que quiere romper con toda la tradición, pero asumo este papel con orgullo", ha asegurado este lunes en el Liceu.

Abramovic, que estrenó la obra en la Ópera de Munich en 2020, siempre ha dicho que escuchó a Callas por primera vez en la radio cuando tenía 14 años en Yugoslavia. Desde entonces, sus similitudes la han perseguido: comparten signos astrológicos y relaciones tóxicas con sus madres. También su manera de ser conecta. Ella, como la diva es muy intensa, puede ser frágil y fuerte a la vez.

"No debo hacerme ilusiones, la felicidad no es para mí", dijo Callas en 1968 tras enterarse de la boda de su gran amor Aristóteles Onassis con la viuda del presidente John F. Kennedy. Abramovic, que también conoce el desamor lo ha enfrentado de manera más creativa. Cuando su relación con su pareja y colega de los años 70 Ulay (Frank Uwe Laysiepen) se acabó, ambos se fueron a recorrer la Gran Muralla China desde puntos opuestos para decirse adiós cuando se cruzaran a mitad de camino. Muchos años después, en 2010, cuando ella realizó la acción 'La artista está presente' en el MOMA de Nueva York y estuvo sentada más de 730 horas conectando con todo tipo de gente solo con la mirada, uno de los voluntarios que se sentó frente a ella fue su ex novio. Las cámaras captaron la intensidad de ese momento.

"Si no ariesgas, si no te equivocas, no avanzas"

"Si no arriesgas, si no te equivocas, no avanzas". Esta es la filosofía de esta audaz performer que a sus 76 años conecta más con el público joven que con gente de generación. Lady Gaga y Rosalía, a la que invitará a ver una función en el Liceu, figuran entre sus fans. La admiración es mutua, señala. "Me encanta el espíritu de Rosalía y su manera de mezclar elementos del pasado y del presente, flamenco y otros estilos. La fui a ver cuando actuó en Mallorca este verano y me visitó en Nueva York. Me encantan los artistas jóvenes como ella: inteligentes, carismáticos y capaces de llegar a mucha gente."

Performer 'mainstream'

Cuando los críticos renegaban de su trabajo en sus comienzos Abramovic nunca pensó que llegaría tan lejos. Quién hubiera dicho que la creadora de la perturbadora 'Rythm0', una valiente apuesta donde permitía durante seis horas al público utilizara en su cuerpo todo tipo de objetos desde una rosa a un martillo, tijeras o una cuchilla de afeitar, acabaría convertida en una artista solicitada en las óperas de todo el mundo.

Sus primeros trabajos fueron vapuleados por la crítica. Pero en lugar de desanimarse y deprimirse, Abramovic perseveró. "Si hubiera hecho caso a los críticos hoy no estaría aquí", admite. Le ha costado mucho que la performance llegara a ser reconocida en como arte 'mainstream'. Y recuerda una frase de Gandhi que ilustra su carrera: "Primero te ignoran, después se ríen de ti, a continuación se enfrentan a ti y al final, vences. Esta frase resume mi historia. Me ha costado casi 50 años llegar hasta aquí. No ha sido fácil."

Cuando habla Abramovic desprende una energía brutal. Para nada aparenta para nada la edad que figura en su pasaporte. ¿Su secreto? "Nunca he querido volver a tener 20, 30, 40 o 50 años. Sufrí demasiado. En la madurez, en cambio, me encuentro fantástica. Ahora soy más sabia y entiendo cosas que antes no podía. Si llegas a mi edad con buena salud disfrutas un montón. Ahora soy más feliz que nunca. Cuando llegas a la setentena sabes que estás en el último acto y no quieres perder el tiempo en tonterías. Te concentras en lo importante y vives cada día como si fuera el último".

Su espectáculo sobre Maria Callas ha despertado un enorme interés. Casi no quedan entradas disponibles para las tres actuaciones previstas en el Liceu. "Viene a verme gente joven . Como lleno teatros me han pedido que haga otra ópera. Pero no lo necesito. No me gusta repetirme. Cuando acabo una cosa me meto a otra totalmente diferente. Me gusta explorar nuevos mundos". Su próximo proyecto escénico será con el coreógrafo belga Damien Jalet -actualmente con Madonna para preparar su 'Celebration Tour'- con quien ya trabajó en 'Bolero' en la Ópera de París donde también colaboró Sidi Larbi. "Haremos algo sobre el erotismo balcánico combinando danza y performance. Quiero volver a mi tierra y sumergirme en canciones, rituales medievales antiguos de mi cultura".

Entre el miedo y el amor, se queda con el último. "El amor es el sentimiento más potente que existe", proclama. "No hay que tener miedo de amar o de sufrir pero hoy la gente tiene miedo a abrir su alma, a sentir emociones. La gente vive rodeada de tecnología, sin tiempo para nada".

Espíritu aventurero

Aunque su obra ha estado siempre más presente en Madrid, Barcelona, afirma ha sido una ciudad que la ha marcado. Siendo todavía estudiante le impactó ver reproducción de la reproducción de la Carabela Santa María en la que viajó Cristóbal Colón a América. "Entonces se pensaba que la Tierra era plana. Ese coraje para emprender una travesía hacia el lugar donde se acababa el mundo, hacia lo desconocido, es el mismo lo que me impulsa a la hora de crear. Quiero descubrir territorios ignotos y lo arriesgo todo en esa búsqueda."

Abramovic ha tocado todo tipo de temas como la relación entre el artista y el público, la soledad, el feminismo, la guerra... Tras estallar la guerra en los Balcanes creó 'Balkan Barroque', una premiada obra sobre la guerra y la limpieza étnica. Y poco antes de estallar la guerra en Ucrania alumbró 'Crystal wall of crying', un muro enorme recuerdo del holocausto judío en Ucrania en la Segunda Guerra Mundial. "Pese a los bombardeos rusos, el muro sigue allí", señala. "Si sobrevive servirá no solo para recordar aquello sino a los ucranianos fallecidos a causa de la invasión rusa".

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