Opinión | Política y moda

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

Shakira, ¿una impostora?, por Patrycia Centeno

La ausencia de mujeres en puestos de poder y que el patriarcado haya asociado siempre interesadamente la feminidad a la debilidad explican en buena medida porque al alcanzar reconocimiento nos asalta la duda del mérito, como ha confesado la artista colombiana

La cantante Shakira rompe el silencio tras su ruptura con el exfutbolista Piqué

La cantante Shakira rompe el silencio tras su ruptura con el exfutbolista Piqué

"¿Quién lo diría, una mujer con tanto éxito como tú?", le espetó el periodista mexicano Enrique Acevedo a Shakira mientras esta le confesaba que nunca antes se había sentido “suficiente, completa". En su primera entrevista televisiva tras la mediática ruptura de Gerard Piqué, la cantante colombiana reconoció sufrir levemente el síndrome de la impostora: Todavía no me lo creo, todavía no creo que sea tan capaz como dicen o tan hábil, creativa, inteligente, talentosa…". Y es que por muy sorprendente o extraño que parezca, esta patología daña especialmente a las personas brillantes, honestas y humildes que han conseguido todo a través de su esfuerzo personal y que, en ningún caso, son unas impostoras. "¿Soy suficiente? Sí, lo soy", se repite Michelle Obama cada vez que el síndrome de la impostora amenaza con paralizarla. La exprimera dama es otra de esas muchas mujeres que, aún siendo admirada por medio planeta, cuestiona sus cualidades: "Nunca me abandona este sentimiento de que no deberían tomarme muy en serio. ¿Qué se yo? Lo comparto con ustedes porque todos dudamos de nuestras capacidades, de nuestro poder y qué es ese poder."

Es natural que al descubrir que personas tan extraordinarias como Shakira o Michelle Obama todavía no se lo crean, los demás nos preguntamos qué será de nosotros, tristes mortales. Pero la perversión del síndrome de la impostora reside precisamente en que cuando alcanzas el objetivo, inmediatamente pasas a infravalorar, repudiar o sabotear el premio que acabas de lograr. Por eso, cuánto más presente está el éxito, más aumenta la ansiedad y el miedo. Desconocedor, obviamente, de que una cosa es tener poder social (el que te conceden los demás a través del reconocimiento) y otra muy distinta el poder personal (la autoestima, el poderío, la historia que nos contamos sobre nostr@s mismos), el entrevistador de Shakira siguió recordándole los cuantiosos triunfos, méritos y récords mundiales que la compositora de Barranquilla de 45 años ha cosechado a lo largo de su trayectoria profesional como si eso pudiera aliviar su inseguridad…

Mientras los hombres suelen padecer más de falta de confianza (se supera conforme acumulas experiencias positivas); el síndrome de la impostora (sentirse un fraude a pesar de la evidencia externa de los logros cosechados) afecta más a las mujeres. La ausencia (censura) de referentes femeninos en puestos de poder y el hecho de que durante siglos el patriarcado asociara interesadamente la feminidad a la debilidad explican en buena medida porque al alcanzar reconocimiento (expandirnos), inmediatamente nos asalta la duda del mérito y nos hacemos pequeñas (encogemos) en cualquier otro ámbito de la vida para compensar, para no intimidar.

¿Cómo no nos vamos a sentir especialmente nosotras unas impostoras cuando el sistema que nos gobierna está creado por hombres y para hombres? No es fácil encajar en una imagen de poder, éxito y liderazgo construida con posiciones, gestos y estéticas exclusivamente masculinas sin que la mujer se sienta una impostora, tanto por prestarse a ser lo más parecido a un hombre como por no hacerlo.

En realidad, el síndrome de la impostora tiene mucho que ver con la (im)Postura que las mujeres nos hemos visto obligadas a adoptar durante siglos enjauladas. Ocupar o tomar un espacio, acomodarnos y sentirlo nuestro cuando se nos nos ha dicho "tú no puedes, tú no debes, tú no quieres estar aquí" es complicado. La sensación es parecida a cuando durante un largo rato adoptamos una mala postura (poco saludable) y después queremos incorporarnos inmediatamente y al cuerpo le cuesta recuperar y acostumbrarse a las bondades que trae la libertad de movimiento.

"He reconocido mis debilidades y aceptado mi vulnerabilidad", aclaraba Shakira en la misma entrevista. Porque al ser una dolencia crónica, nunca se supera y una debe aprender a convivir con ella. "En vez de fingir que no existe o tratar de derrotarla a todas horas, he llegado a conocer mi parte miedosa igual de bien que ella me conoce a mí. Y sólo así ha aflojado su control y reducido su sigilo", reconoce también Michelle Obama.

En serio, chicas, es suficiente. ¡Feliz 8M!

Suscríbete para seguir leyendo