Opinión | Política y moda

Patrycia Centeno

Patrycia Centeno

Experta en comunicación no verbal.

Zelenski y las caras de la guerra

Hace 365 días el presidente de Ucrania vestía traje y corbata de civil, pero en unas horas cambió a la ropa militar informal. El mensaje no pasó desapercibido: estamos en guerra y yo soy un soldado más. Y mientras la paz no regrese se mantiene fiel a su outfit.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, visita Bucha tras la masacre que ha asolado la ciudad.

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, visita Bucha tras la masacre que ha asolado la ciudad.

Si colocamos la foto del rostro casi aniñado de Vlodomir Zelensky (45 años) que lucía horas antes del inicio de la guerra con su cara de hoy, no sólo percibirán que se ha dejado crecer la barba, también que han aparecido arrugas profundas de preocupación (en frente y entrecejo) y ojeras de cansancio. El poder envejece, la guerra más… Hace 365 días el presidente de Ucrania vestía traje y corbata de civil, pero en unas horas cambió a la ropa militar informal. El mensaje no pasó desapercibido: estamos en guerra y yo soy un soldado más. Y mientras la paz no regrese se mantiene fiel a su outfit. Diferenciándose estéticamente logró destacar y que su estilo, junto a una comunicación cercana y serena, le valiera halagos y admiración por parte de gente de medio mundo. Fue tanto el éxito de su nuevo look que hasta algunos pretendieron emularlo. Sanna Marin y Roberta Metzola se enfundaron una t-shirt en su visita a Kiev mostrando su apoyo al líder ucraniano (estamos en tu equipo), pero también Olaf Scholz telemáticamente desde Berlín optó por un forro polar marrón calcado al de Zelensky y Emmanuel Macron en el Elíseo posó con barba de tres días y sudadera…

Imagen del documental 'El duelo: Zelenski contra Putin'.

Imagen del documental 'El duelo: Zelenski contra Putin'. / ARTE.tv

Si intentamos comparar el aspecto de ayer y hoy de Vladimir Putin (70 años), pocas diferencias apreciaremos. Las operaciones y tratamientos estéticos hace tiempo que paralizaron su rostro e impiden poca expresividad/emotividad facial. El ruso, además, se ha mantenido fiel al traje diplomático occidental, ni siquiera lo hemos visto arremangarse ni un sólo día (que se ensucien otros…). En su declaración de guerra, Putin vestía un traje oscuro, una camisa blanca y una corbata burdeos. El anuncio lo realizó desde su despacho, un espacio con teléfonos propios de la URSS de 1991. Idéntica ropa y puesta en escena que dos días antes cuando reconoció la independencia de las repúblicas ucranianas. Y claro, creció la sospecha: ¿El mensaje de la invasión lo había grabado el 21 de febrero y estuvo jugando perversamente con la posibilidad de negociación hasta el 24? Esa mente maquiavélica, un lenguaje corporal frío (fruto de su aprendizaje como espía de la KGB) y su sonrisa soviética (apretar labios y fruncir el ceño para no desvelar sus verdaderas cartas) lo presentaron, más que nunca, como un peligroso insensible.

Zelenski recibe el cariño de los líderes europeos en Bruselas,

Zelenski recibe el cariño de los líderes europeos en Bruselas, / EPC

Es evidente que el Kremlin emplea la confusión y el miedo como armas de guerra (tanto con su propio pueblo como con el resto del mundo). Este mismo martes, en su discurso sobre el estado de la nación, Putin pretendió dar muestra de respeto dedicando un minuto de silencio a los caídos en la guerra pero a los 20 segundos ya mandó a todos los asistentes que se sentaran de nuevo. La distancia adoptada por el ruso en la mesa quilométrica para su reunión con Macron a la cercanía mostrada en la misma mesa esta semana con el jefe de la diplomacia china, la humillación pública a su jefe de inteligencia hasta la orden de alerta nuclear, el dedito índice siempre erecto (amenaza) o el anuncio navideño en la televisión pública donde se auguraba que dentro de poco los europeos acabaríamos comiéndonos a nuestras mascotas para sobrevivir…

El presidente ruso, Vladímir Putin, durante el mitin concierto de este miércoles en Moscú.

El presidente ruso, Vladímir Putin, durante el mitin concierto de este miércoles en Moscú. / MIKHAIL METZEL / POOL / SPUTNIK

Sin embargo, es a Zelensky a quien más veces se le recriminan sus habilidades interpretativas y escénicas para seducirnos y embaucarnos. Es innegable que el gobierno ucraniano se ha servido de la empatía para la propaganda política internacional: desde el vídeo en el que sus ciudades destruidas en blanco y negro imaginan la futura reconstrucción en paz y color hasta los centenares de documentos en los que los soldados salvan la vida de perros o cuando el mismo Zelensky acababa cada mensaje a su pueblo con una sonrisa, la mano en el corazón y el puño en alto… Pero es curioso como todavía la persuasión amable en un líder se suele antojar menos creíble que una actitud desafiante y autoritaria...

Para intentar debilitar el perfil público del otro (la cara del bueno versus la cara del fuerte), en este año decenas de documentos audiovisuales han recorrido las redes con Zelensky tocándose impulsivamente la nariz (adicción) y otros tantos destacando el tembleque de las extremidades (enfermedad física) de Putin. No obstante, la peor cara de la guerra siempre se la llevan los mismos: los que no gobiernan.

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