Berlinale

Álvaro Gago cuestiona en 'Matria' el mito del matriarcado gallego

El festival de Berlín acoge el estreno mundial del primer largometraje del cineasta vigués, basado en un corto premiado en Sundance

María Vázquez, en una imagen de 'Matria'

María Vázquez, en una imagen de 'Matria' / Avalon

Nando Salvà

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Antes de ser el título de del primer largometraje de Álvaro Gago, ‘Matria’ lo fue del corto que proporcionó al cineasta gallego el Gran Premio del Jurado en el Festival Sundance en 2018 y su primera nominación al Goya un año después. Como su laureado modelo, la nueva película se inspira en la historia real de la mujer que cuidó del abuelo de Gago durante ocho años para contemplar el día a día de una trabajadora que “se desvive constantemente por los demás” hasta que, de repente, “empieza a pensar un poco más en sí misma” y a iniciar “una revolución personal”. Acaba de tener su estreno mundial en la Berlinale.

“En buena medida, decidí usar ese título para estimular un debate a través del que poner en cuestión el mito del matriarcado gallego, que es una idea muy arraigada pero totalmente falsa”, nos cuenta el director desde el certamen alemán. “Las mujeres de mi tierra no tienen el poder familiar, social y político que el tópico les atribuye; son personas muy sacrificadas que han cargado con muchísimo peso a la espalda y han visto cómo nadie les reconoce el esfuerzo porque se supone que eso lo que les corresponde hacer. Al final no tienen una voz, y están a merced de todos”. En la película, Ramona (María Vázquez) se ve obligada a alternar varios trabajos para salir adelante, mientras lidia tanto con un compañero sentimental que la parasita y abusa de ella como con una hija a la que siente cada vez más distante. La principal arma de la que dispone para resistir, explica el director, “es un humor muy negro, con mucha retranca, muy gallego”. 

Realismo social

Mientras trata de seguirle el ritmo a su protagonista, que permanece en movimiento constante y a menudo circular, ‘Matria’ transpira el tipo de verdad que solemos esperar del cine documental. “Yo soy un cineasta muy de calle y muy poco de escritorio”, confiesa Gago al respecto. “Me cuesta mucho sentarme y escribir con el ordenador. Lo que más disfruto es, sin duda, pasear por las localizaciones y hablar con la gente. Y las notas que voy tomando son la base sobre la que luego narro”.

Viendo la película resulta fácil, casi inevitable, acordarse del realismo social vigoroso, febril y tan crudo como poético que ejemplifica el cine de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne, y en concreto de películas de la pareja como ‘Rosetta’ (1999) y ‘Dos días, una noche’ (2014). “Son un referente, por supuesto, por cómo manejan el ritmo y la tensión, y por su capacidad para hacer muchísimo sin que parezca que hacen nada”, confiesa Gago. “Trato que las imágenes y las escenas que creo no sean copias exactas de aquellas obras que me influyen, pero lo cierto es que todos copiamos. También me siento muy conectado a las fotografías de Virxilio Vieitez y a la pintura de María Antonia Gómez; a ‘Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles’ (1975), de Chantal Akerman, a los cineastas del ‘free cinema’ británico, a los realismas italianos... Es muy difícil hacer algo nuevo”.

‘Matria’ es uno de los cuatro largometrajes españoles presentes este año en la Berlinale. Incluso teniendo en cuenta que este festival acostumbra a prestarle más atención que certámenes como Cannes o Venecia, la cifra invita a discursos celebratorios sobre la proyección internacional de nuestro cine. “Yo creo que es más diverso ahora que nunca, gracias al buen hacer institucional pero también a un creciente interés de los directores jóvenes por alejarse de las grandes urbes para buscar lo real”, opina Gago. “De todos modos, yo suelo huir de los triunfalismos. Estar aquí es estupendo, pero lo ideal es que la euforia dure solo un día. Y después, a seguir currando”.