Crítica de cine

'El triángulo de la tristeza': el mundo se hunde en la caca

Ruben Östlund dispara contra el capitalismo, el patriarcado y la supuesta utopía del matriarcado la película que le ha proporcionado su segunda Palma de Oro

el triángulo de la tristeza

el triángulo de la tristeza / CULTURA PELICULA EL TRIANGULO DE LA TRISTEZA

Nando Salvà

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Tras burlarse de la masculinidad en ‘Fuerza mayor’ y dejar en evidencia al mundo del arte en ‘The Square’, ahora Ruben Östlund dispara contra el capitalismo, el patriarcado y la supuesta utopía del matriarcado, los evasores de impuestos, el racismo estructural, el sistema de clases, los ‘instagrammers’ y la falacia de la alta cocina, entre otros objetivos. Mientras completa un viaje salvaje entre la superficial industria de la moda y una isla remota a bordo de un crucero de lujo, la película que le ha proporcionado al sueco su segunda Palma de Oro empieza pareciendo una versión ‘arty’ de ‘Zoolander’ (2001) y luego, en su avance, alterna guiños a autores como Buñuel, Godard, Brecht y los hermanos Farrelly. Y la sátira que ejecuta entretanto es estruendosa, vulgar, sutil como un martillazo y orgullosamente nihilista; el poder absoluto corrompe, asegura, da igual quién lo ejerza.

Como casi todo el cine de Östlund, asimismo, es una obra por momentos deshilvanada y a menudo autoindulgente; además, los blancos de su vitriolo son más bien obvios y sus argumentos resultan familiares. Nada de eso, en todo caso, desluce su deslumbrante elegancia visual, ni su precisión técnica, ni su inmensa capacidad para hacer que el espectador se parta de la risa sintiéndose a la vez estúpido por hacerlo, ni la abrumadora rotundidad con la que nos recuerda que el dinero no vale de nada cuando el que lo posee se encuentra rodando por un suelo empapado de aguas fecales y vómito.

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