Entrevista

Brian Johnson (AC/DC): "Es un alegrón volver a oír las guitarras tras haberme quedado sordo"

El cantante de AC/DC publica 'Las vidas de Brian', libro de memorias del que emerge como una antiestrella del rock y en el que retrata la vida obrera de la Inglaterra de posguerra y la división currante de la música popular de los años 70. Hasta que una llamada de la banda australiana convirtió su existencia en un cuento de hadas.

Brian Johnson, AC/DC, en Sidney en 2015

Brian Johnson, AC/DC, en Sidney en 2015 / EFE/EPA/JOEL CARRETT

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

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'Las vidas de Brian' (Contra) es un libro insólito dentro de la literatura rock. No hay en las memorias de Brian Johnson (Gateshead, 5 de octubre de 1947) exhibición de gustos guais, ni episodios orgiásticos, ni épica sobre el triunfo contra viento y marea, ni infiernos de adicción, ni alardes de sensibilidad y talento innatos, ni cotilleos sobre colegas. Es su autobiografía el relato llano y con bastante humor de un rockero de clase obrera al que un día de 1980 se le apareció la virgen en forma de llamada para sustituir al fallecido Bon Scott como cantante de AC/DC. Tenía 32 años y era el vocalista de Geordie II, grupo semiprofesional sin mayor aspiración que pasarlo bien y sacarse unas buenas libras semanales en el circuito de clubs para trabajadores del noreste de Inglaterra. También tenía un negociete de instalación de techos de vinilo personalizados en automóviles. Antes, la industria discográfica le había dado una buena tunda a su grupo Geordie, que quería hacer rock duro y fue forzado a arrimarse a la onda glam. Después, en 2015-2016, casi se quedaría completamente sordo por cortesía del atronador directo de AC/DC. Habla Johnson desde su casa en Florida, con su mánager como refuerzo auditivo poco utilizado.

¿Cómo están sus oídos?

Afortunadamente, tenemos el maravilloso nuevo invento del profesor Stephen Ambrose. Lo utilicé hace unos meses en el concierto de homenaje a Taylor Hawkins [el batería de Foo Fighters, fallecido el 25 de marzo de 2022], en Wembley, y fue fantástico. También lo utilicé en los ensayos con AC/DC [para el 'tour' de 'Power up', de 2020], pero entonces llegó el covid y no pudimos girar. ¡Funciona! Estoy muy feliz porque pensé que era el final. Estaba en un pozo hondo y oscuro del que pensaba que no saldría. Es un alegrón volver a escuchar las guitarras, la melodía, todo.

¿Alguna vez ha maldecido el volumen brutal al que toca AC/DC?

Bueno, es parte del espectáculo. La gente que trabaja en fábricas lo llama lesiones relacionadas con el trabajo. El volumen es una parte muy importante de la excitación del 'show'. Este es el misterio que muchos críticos musicales no entienden o al menos no entendían, ahora parece que sí lo entienden. '¡Es solo ruido!', decían. Pero los fans sí que lo entendían. Entendían el poder del volumen y AC/DC no podía fallarles. Súmale las pequeñas bandas en las que estuve antes de AC/DC. Llega un momento en que pasa factura a los oídos. Hay un montón de músicos afectados, aunque pocos tanto como yo. El caso es que vuelvo a ser totalmente capaz de hacer mi trabajo. Pero soy mucho más viejo.

Me planteé seriamente no acudir a la prueba con AC/DC. Temía que el gran tinglado de Londres volviera a pisotearme

¿Cómo se sentía a los 32 años cantando al frente de Geordie II en clubs para trabajadores, sin ninguna perspectiva de grabar ni subir en el escalafón del rock?

Geordie II fue una de las bandas más alegres y divertidas en las que he estado. Todos los miembros eran personajes maravillosos. Cuando recibí la primera llamada para hacer una prueba con AC/DC me planteé seriamente no acudir porque con Geordie había acabado harto del gran tinglado de Londres, y yo era feliz con mi pequeño negocio y mi pequeño grupo. Temía que volvieran a pisotearme.

Pero acudió al ensayo.

A dos. No me lo creí hasta que Malcolm [Young, guitarra rítmica de AC/DC] me llamó. Era un sábado. Acababa de volver a casa de mis padres, donde vivía, de jugar unas partidas de billar en el pub con mis amigos. Mamá y papá estaban en casa. Le había comprado una botella de whisky a papá porque era su cumpleaños. Sonó el teléfono y Malcolm dijo: '¿Quieres grabar un álbum con nosotros?' Le pedí que volviera a llamarme en diez minutos. Para saber que no era una broma. Y Malcolm volvió a llamar. Quedamos en que el mánager me llamaría el lunes para arreglarlo todo.

Un cuento de hadas, ¿no?

Exactamente. Se lo conté a mi madre y dijo: 'Ah, qué bien. ¿Quieres una taza de café?' No pillaba lo que significaba. ¡Lo que hice fue abrir la botella de whisky que había comprado para mi padre! Cuando se lo expliqué a los chicos de Geordie II les dije que no se preocuparan, que seguro que en dos semanas estaría de vuelta porque la habría cagado en algo. Pero siguieron las seis semanas más fantásticas de mi vida, grabando en las Bahamas 'Back in black', que ni siquiera estaba escrito. Y hasta hoy.

¿Qué aprendió actuando con Geordie II en locales del área de Newcastle del Working Men's Club and Institute Union?

Muchas cosas. A esos clubs iban mineros y trabajadores siderúrgicos que pagaban 50 peniques, se sentaban allí muy serios y esperaban que les hicieras pasar un buen rato a cambio de su valioso dinero. Era un público duro. El rock les importaba un rábano, de hecho no podías ser demasiado ruidoso, pero si sabías cómo hacerlo te los metías en el bolsillo. 'Don't let me be misunderstood' era una de nuestras mejores bazas. El humor ayudaba. Nuestro batería, Davy Whittaker, había ido a ver actuar a Pavarotti. Yo le preguntaba: '¿Te gustó Pavarotti?' 'No, me echaron del espectáculo', respondía. '¿Por qué?' 'Bien, a Pavarotti no le gusta que canten con él'.

En el primer concierto con AC/DC me sentí como cuando hice el primer salto con paracaídas, pero sin paracaídas. Estaba lleno de pancartas en memoria de Bon Scott, y yo ahí en medio

¿Recuerda su primera actuación con AC/DC?

Sí. Fue en Namur, en Bélgica, y fue una locura. Se había decidido hacer una cosa tranquila para probar las canciones de 'Back in black', que aún no se había publicado. Un 'show' para 2.000 invitados. Pero la noche del concierto estaban esas 2.000 personas dentro y 2.000 chavales más fuera, y eso que no había teléfonos móviles. Se abrieron las puertas para todos. Me sentí como cuando hice el primer salto con paracaídas, pero esta vez sin paracaídas. Estaba lleno de pancartas en memoria de Bon Scott, y yo ahí en medio. Al final del bolo Malcolm me dijo: 'Buen trabajo'. Sobreviví. Fue una noche muy especial para mí.

¿Qué le pareció la revuelta punk?

Música pasada de moda, antigua. Mucha de esa música era basura, realmente mala. Pero todo tipo de música tiene derecho a existir. Después vinieron los nuevos románticos con sus peinados con laca y todo eso, y ahí estábamos AC/DC con nuestros tejanos y camisetas. AC/DC no ha seguido ninguna moda. Por el contrario, a Geordie la discográfica nos imponía cómo vestir y cómo sonar, y eso mató al grupo.

¿De verdad no había probado ninguna droga antes de AC/DC, como cuenta en el libro?

No había en mi círculo. En mi Newcastle, de clase obrera, los cigarrillos eran la única droga. Era difícil hasta conseguir una botella de vino. Bebíamos cerveza, claro, y quizá algún whisky los sábados, pero no había drogas. Ni siquiera hachís. El primer porro que fumé fue uno que hizo Cliff Williams [bajista de AC/DC] para celebrar que la mujer de Malcolm había tenido una niña. Tosí durante 20 minutos. Pero se me puso una sonrisa de oreja a oreja. Pusimos una mezcla aún cruda de 'You shook me all night long' y me pareció la mejor canción de rock and roll del mundo. Después me quedé grogui.

Mis héroes son los humoristas, pero no tengo el talento necesario

¿Puede imaginar cómo habría sido su vida si no hubiera recibido la milagrosa llamada de AC/DC en 1980?

Ni idea. Poco después empezó el declive de los clubs para trabajadores debido al cierre de fábricas y el paro, pero aún habría tenido mi pequeño negocio. Lo que es seguro es que habría seguido cantando. Mis héroes son los humoristas, pero no tengo el talento necesario. Quizá me habría unido a una iglesia.

¿Qué opina de Margaret Thatcher?

Era el demonio para los trabajadores. Para mí fue complicado porque los sindicatos intentaron derrocar al Gobierno con huelgas, y eso no me gustó porque el Gobierno había sido votado por la gente. Ella se mantuvo firme. Los políticos son palabras, palabras y palabras. Thatcher actuó, hizo algo, y eso tengo que admirarlo. Quizá no fuera tan mala como se la pinta. El asunto es que nunca debes confiar en un político. Mi teoría es que si no votas, los políticos no tienen trabajo. Hay otras maneras de gobernar un país más allá de los políticos. No necesitamos políticos sino personas sabias. ¿Cómo puede ser ministro de Transportes alguien que no sabe nada de camiones, carreteras y trenes? Si no votamos, los políticos desaparecerán.

Cualquier hijo de clase obrera que sale adelante es un héroe para mí, y ya no te digo si alcanza cierto nivel

¿Se considera un héroe de la clase obrera?

Para el carro. Nunca me vería de una forma tan elevada. Soy de clase obrera y estoy orgulloso de serlo, pero... Cualquier hijo de la clase obrera que sale adelante es un héroe para mí, y ya no te digo si alcanza cierto nivel. Porque es muy difícil.

¿Se ha planteado pedir derechos de imagen a los productores de 'Peaky blinders' por el uso de la gorra de paño que usted convirtió en icono de la cultura pop?

Hey, sí que merecería un dinero por eso. ¡Toma nota! [le dice a su mánager]. Ahora en serio: cuando yo era joven todos los hombres, y digo todos, la llevaban. A la salida de los turnos de las fábricas veías cientos y cientos de esas gorras. Incluso había un personaje de cómic muy famoso a escala nacional, Andy Capp, que se caracterizaba por esa gorra, y era un 'geordie' [natural de la región de Newcastle]. Me la puse por primera vez en un concierto de Geordie II al que acudí, como tantas veces, directo del curro, pero en esa ocasión, en la media parte, tenía los ojos rojos a causa del pegamento y otras mierdas que tenía en el pelo y que se habían mezclado con el sudor. Mi hermano Maurice me prestó su gorra para la segunda parte del pase y al público le encantó. Con la gorra era uno más de ellos, otro 'geordie'. Desde entonces se convirtió en mi mantita azul o mi osito de peluche, no podía salir al escenario sin ella. Todo el mundo quiere ser recordado por algo, y la gorra de paño no me parece mal motivo.

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