Nuevo espacio en Sants

Àlex Rigola: "Nos hemos hipotecado para comprar un teatro"

El director y su socia Irene Vicente Salas transformarán un antiguo almacén del Badal en la sala Heartbrake Hotel

Rigola

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Marta Cervera

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El director Àlex Rigola y su socia Irene Vicente Salas en la productora teatral Heartbrake Hotel buscaban desde hacía tiempo una sede donde trabajar y levantar ese teatro directo, cercano al público y sin artificios en el que el dramaturgo se ha especializado. A partir de la próxima temporada lo presentarán en su propia sala, un teatro de pequeñas dimensiones con el nombre de la compañía situado en la plaza de l' Olivereta, en Badal, situado dentro del distrito de Sants. "Nos hemos hipotecado pero esperamos tener ayudas para la reforma. Ya están solicitadas", ha explicado Rigola. "Nos hace mucha ilusión ir a Badal porque allí no hay ningún equipamiento escénico y es una zona muy agradable".

"Nos gustaría abrir a principio de la próxima temporada", explica su socia que ayer estaba al pie del cañón organizando las entradas a la instalación teatral 'Macho Man', una impactante denuncia contra la violencia basada en testimonios reales que se estrenó en el Festival Temporada Alta en 2018. Hasta el 12 de marzo puede visitarse de forma gratuita en Arts Santa Mònica. "Es una instalación pensada desde las emociones para ser conscientes no solo de la violencia machista sino de todos los micromachismos de cada día que permiten que persista", dice Rigola. "Han venido muchas más mujeres que hombres a verla pero nos gustaría que fuera al revés", añade Irene Vicente, gerente, productora ejecutiva y dramaturga.

Un gran paso

Montar una sala teatral de proximidad es un gran paso. "El espacio tiene 150 metros cuadrados totales. El escenario y las 72 butacas, que serán cómodas, ocuparán 100 metros cuadrados. Cabrán las cajas que he utilizado en mis montajes de 'Vània' y 'Hedda Gabler', pero también se podrá trabajar sin caja. La idea es invitar a otras compañías", señala Rigola que prefiere no adelantar demasiado de la programación.

Uno de los problemas de su manera de trabajar con el público tan cerca es que muy pocos espectadores pueden disfrutar de las obras. Las entradas de 'Hedda Gabbler' volaron y fue imposible alargar las funciones en el Lliure de Gràcia. "La obras para tan poco público necesitan más tiempo en cartel, solo así podremos dar entrada a toda la gente que ahora quiere ver nuestros montajes y se queda sin poder hacerlo". Evidentemente, en un espacio como el suyo no podrá ofrecer los sueldos de los teatros públicos. "Es un riesgo que hay que asumir, no queda otra".

El local adquirido era un antiguo almacén y data de los años 50 del siglo pasado. "La última actividad que tuvo fueron clases de pool dance", comenta Rigola con humor. Otro tipo de arte, claro. A diferencia de otras compañías que aspiran a actuar en espacios grandes, Rigola ha ido en la otra dirección. De montajes con grandes escenografías y enorme duración como la adaptación teatral de '2666', la novela de Roberto Bolaño, a depuradas adaptaciones de clásicos como Ibsen y Chéjov donde los actores salen a escena casi a pelo, sin dar impresión de llevar máscara alguna, transmitiendo mucha verdad.

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