Luto en el cine catalán

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Muere el cineasta Agustí Villaronga a los 69 años

Muere el cineasta Agustí Villaronga a los 69 años. / DAVID CASTRO / VÍDEO: EUROPA PRESS

Quim Casas

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Una nota muy triste va a empañar esta noche la celebración de los premios Gaudí del cine catalán. Ha fallecido a los 69 años el cineasta mallorquín Agustí Villaronga, que logró los premios a la mejor película, dirección y guion en la edición de 2011 por ‘Pa negre’ -el film obtuvo seis Gaudí más-, y el de mejor película para televisión en 2014 por ‘Carta a Eva’, una miniserie dividida en dos partes que reconstruye el viaje de Eva Perón a la España franquista en 1947.

Villaronga se erigió a finales de los 80 en uno de los nuevos directores más importantes del panorama cinematográfico español. El motivo: la convulsa ‘Tras el cristal’ (1986), su fulgurante ópera prima. La conmoción fue mayúscula desde que el filme, un poderoso estudio sobre la fascinación del mal en el que se dan cita el nazismo y la pederastia, fuera presentado en una sección paralela del festival de Berlín. 

Inicios

No surgió de la nada. Atraído por el cine desde la adolescencia, Villaronga se embarcó primero con algunas compañías teatrales e, instalado en Barcelona, donde cursó la carrera de Geografía e Historia, entró en contacto con el productor Pepón Coromina. Se hizo cargo del vestuario de ‘Barcelona sud’ (1981) y ‘Pa d’angel’ (1984), y del diseño de producción de ‘La plaça del diamant’ (1982). Aprendió el oficio, pero su cine iría por derroteros muy distintos a los representados por Jordi Cadena, Francesc Bellmunt y Francesc Betriu, los directores de estos filmes. Se bregó también como ayudante de dirección en la comedia de artes marciales ‘Los supercamorristas’ (1984).

Había realizado previamente dos cortos de ficción, ‘Anta mujer’ (1976), una historia entre sacra y fantástica, y ‘Al Mayurka’ (1980), con música de la también mallorquina Maria del Mar Bonet, además de uno no narrativo construido a partir de una composición para ballet de Carles Santos, ‘Laberint’ (1980). Levantar un proyecto como ‘Tras el cristal’ fue complejo. Se hizo con poco dinero y tuvo problemas entre productores y distribuidores. 

Carrera en peligro

Pero el talento exhibido, además de la polémica generada por su contenido, alertó a otros productores de la presencia de Villaronga. Y así surgió una de sus obras más caras y ambiciosas, ‘El niño de la luna’, producida por el actor Julián Mateos, protagonizada por su esposa (Maribel Martín) y con música de Dead Can Dance, que compitió en el festival de Cannes. Sin embargo, no conectó con el público y su fracaso puso en peligro la carrera del cineasta. Siempre se ha dicho que lo más difícil, tras un debut más que prometedor, es la segunda película, o disco, o libro. Villaronga no superó esa prueba, al menos en el plano comercial.

Más contenido

De aquella experiencia y unos cuantos tanteos inciertos -‘El passager clandestí’ (1995), según novela de Georges Simenon, y el filme de terror sobrenatural ‘9.99. La frecuencia del terror’ (1997)- emergió un Villaronga más contenido que volvió a sus raíces para explorar similares temáticas con la homosexualidad, la crueldad o los efectos de la guerra como ejes en los que pivotar: ‘El mar’ (2000), ‘Pa negre’ (2010) –que arrasó en los premios Goya y en los Gaudí y le reportó a Nora Navas el premio a la mejor actriz en San Sebastián– o ‘Incerta glòria’ (2017).

Probó la aventura del falso documental en la fascinante ‘Aro Tolbukhin: en la mente del asesino’ (2002). Realizó con el mediometraje ‘El testament de la Rosa’ (2015) un emotivo retrato de su amiga Rosa Novell poco antes de que la actriz falleciera. Rodó en Cuba el drama ‘El rey de La Habana’ (2015) y se embarcó en un proyecto tan alejado de los suyos como fue ‘Nacido rey’, biografía del hijo pequeño del primer rey de Arabia Saudí, filmado en este país y en Inglaterra. Con ‘El ventre del mar’ (2021) reflexionó sobre la situación de los inmigrantes mezclando política, drama, aventura y teatro. Acababa de rodar un guion de Mario Torrecillas, ‘Loli Tormenta’, su primera comedia, que deja en fase de montaje. La despedida lúdica –aunque versa sobre el alzhéimer– de un cineasta intenso y persona espléndida.

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