Controversia en el coliseo de la Rambla

La polémica de 'Tosca': ¿dónde está el límite en las adaptaciones de ópera?

La nueva versión de la ópera de Puccini dividió a los espectadores del Liceu, pero los amantes del género defienden la libertad creativa y las miradas diferentes

TOSCA

TOSCA / A. Bofill

Marta Cervera

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Pier Paolo Pasolini sigue resultando un artista incómodo casi 50 años después de su muerte, como pudo comprobarse en el Liceu con una puesta en escena transgresora de 'Tosca', una popular ópera de Puccini que vio la luz en 1900. La versión del joven y solicitado director de escena sevillano Rafael R. Villalobos estrenada en el Liceu el miércoles pasado indignó a cierto sector de público y fue abucheado al acabar.

Varias personas abandonaron el espectáculo nada más empezar el segundo acto tras un sonoro intercambio de protestas. Por un lado estaban quienes se quejaban ante el espectáculo, plagado de referencias a la Roma del escritor y cineastas italiano. Por otro, quienes querían seguir descubriendo esta nueva versión estrenada en Bruselas y producida por el Théâtre Royal de la Monnaie, el Gran Teatre del Liceu, el Teatro de la Maestranza y Salas del Arenal y la Opéra Orchestre National Montpellier. Al final, aquellas personas que se sintieron estafadas con el espectáculo optaron por abandonar el Gran Teatre y eso que las entradas valían un pico. La mayoría, sin embargo, optó por permanecer en sus butacas y esperó a ofrecer su opinión al acabar la función. Cuando bajó el telón hubo abucheos, sí, pero también aplausos.

"El problema es que esta 'Tosca' traspasa una barrera simbólica: añade música que no es de Puccini"

— Fernando Sans Rivière, director de Ópera Actual

Para unos, que el arte pueda provocar es positivo. Para otros, el incidente es reflejo de la 'caspa' de cierto sector. Hace años que los directores de escena han revolucionado la ópera con apuestas atrevidas y diferentes. A veces geniales, otras no tanto. ¿Dónde está el límite a la hora de adaptar una ópera? "Defiendo tanto la libertad del creador como la del público. Al menos ahora, a diferencia de antes, la gente no se pega ni rompe las butacas", señala con ironía Fernando Sans Rivière, director de la revista 'Ópera Actual'. "Personalmente, me gustó la producción, Villalobos es un director muy interesante".

Sin embargo, se pregunta si añadir música diferente a la del compositor no fue ir demasiado lejos. "En el Liceu ya se han visto muchas obras rompedoras. El problema es que esta 'Tosca' traspasa una barrera simbólica: añade música que no es de Puccini antes de empezar el segundo acto cuando aparece el encuentro homosexual de dos amantes." ¿Es lícito introducir la canción 'Love in Portofino', de Fred Buscaglione, en una ópera aunque sea a telón bajado antes de que suene la primera nota del segundo acto? Para él esa es la cuestión pues antes de ese momento nadie se había quejado del montaje. Y tampoco ocurrió nada después, tras el altercado. La pulsión erótica, los desnudos y el sadomasoquismo de algunas escenas en el segundo acto con un pérfido y libidinoso Scarpia no causaron ningún escándalo. "El público del Liceu ya está acostumbrado a ver cuerpos desnudos en escena", dice Sans.

Una 'Tosca' diferente

Para quien quiere ver la 'Tosca' de toda la vida, la adaptación de Villalobos, con una trama paralela donde aparece Pasolini, con detalles de su vida, su brutal asesinato y su última película, 'Saló o los 120 días de Sodoma', no tiene ningún sentido. "Cuando uno compra una entrada para 'Tosca' en junio y se la regala a su hijo, por ejemplo, no espera esto. La gente que va al teatro no tiene la obligación de conocer de antemano la propuesta del director", apunta Sans. Aplaude que el Liceu apueste por montajes rompedores "con moderación, claro, porque no me gustaría toda una temporada así. Conviene probar cosas nuevas y diferentes de tanto en tanto".

"Sin miradas diferentes la ópera no evolucionará. No podemos hacer las representaciones como en los años 50"

— Jaume Graell, presidente de Amics del Liceu

Para muchos experimentados espectadores liceístas, el problema de esta 'Tosca' radica en el enfoque: "La visión política del director le lleva a querer conectar Cavaradossi con Pasolini y ese paralelismo no funciona. Cavaradossi que trabaja para el poder, acaba siendo víctima de él por casualidad. Pasolini, en cambio, siempre se enfrentó al poder". Aun así, los más veteranos, los que tienen solera, agradecen que haya arriegadas propuestas.

Bieito también fue increpado

"Sin nuevas propuestas, la ópera no evolucionará. No podemos hacer las representaciones como en los años 50", afirma Jaume Graells, presidente de Amics de la Òpera del Liceu. "La obligación de un teatro como el Liceu es dar cancha a los creadores actuales. Unas obras gustarán, otras no. Recuerdo los escándalos que hubo en el Liceu con los estrenos de Calixto Bieito y hoy es uno de los directores más importantes del mundo. La ópera necesita otras miradas y visiones como ocurre en el teatro."

Para este amante de la lírica lo que no es de recibo son las protestas del público,que impidieron escuchar qué decían quienes los actores que interpretaban a Pasolini y Pino Pelosi, el hombre acusado de su asesinato, antes de que empezara el segundo acto. "Si alguien quiere protestar, que lo haga al final y no interrumpa la representación". Si querían escuchar Puccini, opina, deberían haber esperado a que volviera a abrirse el telón porque la partituta sonó intacta.

"La puesta en escena tenía añadida una trama paralela que aportó una relectura original. Y, aunque me interesó la producción le pondría algún pero. Hay cosas que chirrían. Por ejemplo, cuando Scarpia dice traedme aquí al prisionero... ¡y lo tiene delante porque lo está torturando!". Son licencias a las que el público del siglo XXI ya está acostumbrado. Lo difícil es soprenderle. Así que si una obra escandaliza, crea controversia o divide a los espectadores, mejor celebrarlo.

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