Artículo de Elena Neira
Elena Neira

Elena Neira

Profesora de los Estudis de Ciències de la Informació i de la Comunicació de la UOC

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Del fandom al troleo hay un paso

La oleada de comentarios negativos en redes sociales sobre una serie o película tiene una huella indeleble. Hasta Elon Musk se quejó de la forma en que 'El señor de los anillos: los anillos de poder' empoderaba a las mujeres

Morfydd Clark, como Galadriel, en 'El señor de los anillos: Los anillos de poder'

Morfydd Clark, como Galadriel, en 'El señor de los anillos: Los anillos de poder' / Prime Video

Solo hicieron falta tres episodios para que la ira de muchos usuarios de internet cayese sin piedad sobre 'Los anillos del poder', la serie precuela de 'El señor de los anillos' producida por Prime Video. Lo que parecía escocer era la falta de fidelidad a su fuente literaria, como el hecho de que la princesa Disa, esposa de Durin, no tuviese barba (cuando en la Tierra Media parece ser un rasgo común a todos los enanos, sean hombres o mujeres). Había también un malestar general hacia la decisión de los creadores de apostar por un elenco diverso, cuando en la obra de Tolkien, aseguraban los 'trols expertos', ni las mujeres (con alguna salvedad) ni las etnias no blancas son especial foco de atención. Hasta el propio Elon Musk se quejó en Twitter de la forma en la que la serie empoderaba a las mujeres en detrimento de la representación de los hombres: "casi todos los personajes masculinos hasta ahora son cobardes, idiotas o ambos. La única valiente, inteligente y maja es Galadriel", sentenció. 

La oleada de comentarios negativos en redes sociales, blogs y páginas de reseñas rápidamente se tradujo en un bombardeo de malas críticas hacia la serie, que llevó a Amazon a suspender la posibilidad de escribir reseñas en su web durante 72 horas. La medida sirvió de poco, ya que los trols buscaron otros pastos digitales para verter su bilis homófoba y misógina. La presión y frecuencia de dichos comentarios no tardó en colarse en los primeros resultados de las búsquedas realizadas a través de Google. Prime no se las estaba viendo con un puñado de trols con mala leche sino con un movimiento coordinado para tumbar el prestigio de su programa por motivos que nada tenían que ver con cuestiones artísticas o técnicas. 

Según la definición de la Rae, un trol es aquel usuario de internet y redes sociales que publica mensajes provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de molestar, llamar la atención o boicotear la conversación. El trol, por tanto, tiene cierto grado de influencia sobre ese runrún digital tan valioso para la promoción, en especial para un medio como las plataformas de streaming. Hubo un tiempo en el que en el mundo del entretenimiento se decía aquello de que "la mala publicidad no existe" pero en la era del consumo digital las cosas han cambiado. El troleo acostumbra a ser efímero ya que, antes o después, el trol se aburre y busca una novedad hacia la que dirigir su atención. Pero su huella es indeleble. Que un montón de críticas negativas hacia una serie o película campen a sus anchas en Internet, sean justificadas o no, puede influir en el proceso de decisión de otros usuarios, limitando las posibilidades de que decidan darle una oportunidad.

Influencia relativa

Las compañías tienen su propio protocolo de actuación cuando se las ven con una crisis de reputación. Los expertos en comunicación digital aseguran que jamás hay que alimentar al trol, ya que prestándole atención solo se consigue alentar su odio. Pero cuando se tiene entre manos una producción multimillonaria, un discurso negativo tan inflamable y contagioso no se puede ignorar. Se aborda casi siempre cerrando filas en torno a las decisiones tomadas y reorientado las campañas de promoción para tener un poco más en cuenta esas voces antipáticas, a las que un poco de atención acostumbra a desarmar. Esa ha sido, que se sepa, la respuesta de Prime Video. 

Hace unos días trascendía a los medios que Pedro Pascal sabe bien lo que es lidiar con trols, incluso con el programa en liza sin estrenar. Cuando se confirmó su participación en el proyecto de 'The last of us' (HBO Max), el actor de origen chileno fue objeto de decenas de comentarios negativos. Al parecer parte del fandom estaba muy preocupado por la densidad de la barba del actor (escasamente poblada) ya que el protagonista del videojuego luce un vello facial tupido, acorde con el mundo postapocalíptico en el que vive. El creador de la serie, Craig Mazin, asegura que se tomó a risa el comentario y que, en ningún caso, le hizo replantearse su decisión de cast. Pero que parte de la audiencia potencial esté prestando semejante atención por el detalle obligará a tener un plan de contención. Del fandom al troleo, después de todo, hay un paso. 

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