Crítica de ópera

Pasolini no convence en su paseo por ‘Tosca’

La propuesta escénica de la obra maestra de Puccini a cargo del director sevillano provoca una airada respuesta de parte del público liceísta

Maria Agresta y Michael Fabiano, en un momento del estreno de 'Tosca' en el Liceu

Maria Agresta y Michael Fabiano, en un momento del estreno de 'Tosca' en el Liceu / Zowy Voeten

Pablo Meléndez-Haddad

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Una ópera tan popular como ‘Tosca’ es ovacionada cuando cae el telón porque el público se identifica con el drama y se encanta con la magistral partitura de Puccini. Por eso es una novedad despedirla con algunos abucheos: esto es lo que ha pasado en su regreso al Liceu, que subía por 192ª vez al escenario de La Rambla en una visión tan renovada como controvertida. Ya se sabe, el género lírico exige de una preparación previa para disfrutar del espectáculo y para reflexionar en torno a la propuesta, y las habituales actualizaciones que intentan acercar al público de hoy obras concebidas hace un par de siglos evitan que el género se transforme en una pieza de museo.

Pero la vuelta de tuerca no siempre funciona. Esto sucede con la nueva ‘Tosca’ liceísta en la visión del director sevillano Rafael R. Villalobos, en la cual los personajes de Puccini comparten escenario con un grupo de allegados que tejen un subtexto paralelo que no acaba de encajar. El ‘regista’ introduce al escritor y director de cine Pier Paolo Pasolini y a parte de su imaginario en un juego de espejos que correlaciona la persecución política que sufre en la ficción el pintor Cavaradossi –amante de Tosca– y la que soportó el artista italiano asesinado en 1975, de quien se insertan fogonazos de su vida. Hay referencias a su infancia, a su relación con Maria Callas, a su última película –‘Saló o los 120 días de Sodoma’– y a su último y fatal ligue, detalles inteligibles solo para quienes fueron al teatro con los deberes hechos.

La mezcolanza resultó indigesta para algunos, tal como quedó de manifiesto al comienzo del segundo acto, cuando parte del público protestó por una escena a cargo de Pasolini y su asesino que provocó un rechazo que en el Liceu no se veía desde el 'Ballo in maschera' de Calixto Bieito (2000). Aun así, en la producción sobresalen las impresionantes pinturas de Santiago Ydáñez, la tan esquemática como utilitaria escenografía de Emmanuele Sinisi (a pesar de ser acústicamente complicada) y mil detalles de actuación opacados por la fijación con Pasolini.

Pareja compenetrada

La lectura de Henrik Nánási contó con una Simfònica liceísta ágil y de generoso sonido, mientras el coro, siempre interno, erró en sus entradas. El trabajo del maestro con los solistas fue el adecuado, aunque ahogó a Tosca en momentos clave del segundo acto. La pareja protagonista, la soprano italiana Maria Agresta y el tenor estadounidense Michael Fabiano, ya habían coincidido en este título en el Teatro Real de Madrid en julio de 2021, y a ambos se les vio compenetrados y con buena química; ella, en todo caso, se mostró siempre apurada, como intentando acentuar la pasión con su proyección discreta, con ciertos graves entubados y rematando su aria con evidentes problemas. Un Fabiano concentrado, expresivo y cómodo le sacó partido a su timbre solar (que recuerda a Carreras) con un fraseo de ensueño.

El Scarpia de Željko Lučić, en cambio, no aterrorizó el ambiente con su canto de señor mayor, gris, desafinado por momentos y nada elegante. Entre los comprimarios destacaron el sobrado Sciarrone de Manel Esteve y el timbrado Sacristán de Jonathan Lemalu.