Entrevista

Niño de Elche: “Reconocer la muerte del flamenco nos ayuda a entender su valía”

El cantaor y compositor publica ‘Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte’, un álbum donde reivindica la versión más cruda del género de la mano de Raül Refree y con la colaboración especial de Rosalía, y que presentará el 14 de enero en el Auditori (ciclo Sit Back)

Francisco Contreras, Niño de Elche

Francisco Contreras, Niño de Elche / Marta Fernández Jara

Jordi Bianciotto

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Un disco que es un mausoleo, dice el título. ¿Le canta las exequias al flamenco?

Entiendo que el flamenco ha muerto y que una forma de honrarlo es erigir un mausoleo ‘In memoriam’. En los últimos tiempos he leído sobre mausoleos de artistas y políticos, y los he visitado, y me ha llamado la atención lo que significan estéticamente hablando. Los de Antonio Mairena, Pepe Marchena, Camarón… Me gusta mucho el de Joselito El Gallo. Esa cosa geométrica, como cuadrada. Y la idea de dedicar algo magnífico, suntuoso, a una figura importante que ha muerto. Aunque aquí más bien se trata de un mausoleo íntimo, humilde.

¿De qué murió el flamenco, o quién lo mató?

El flamenco nace muerto, o en coma, o con la amenaza de que va a morir. Caracol, Marchena y Mairena establecieron las pautas, pero eso hoy en día nadie lo hace. Esa gente murió y son los referentes que he utilizado. Pero no tengo ánimo reformista, y nunca he entendido que haya que reformular la palabra ‘flamenco’. Reconocer la muerte del flamenco nos ayuda a entender su valía. Así funcionamos.

¿El flamenco ha sido víctima de un canon demasiado rígido?

Hay parte de eso, y de que los cantaores han muerto y su forma de hacer también. Hay un ejercicio de entender esa esencialidad, y solo se puede hacer un disco así si reconoces esa muerte. Si te sigues engañando, no puedes hacer un trabajo como este. ¿Es flamenco o no lo es? Que lo llamen como quieran al perro. Yo me sumerjo y me regocijo en las cenizas del flamenco.

Produce el álbum Raül Refree, con quien ya trabajó en ‘Antología del cante flamenco heterodoxo’ (2018), y que toca también la guitarra. La sonoridad es muy cruda, punk, incluso desafinada en, por ejemplo, ‘Alboreá in articulo mortis’.

En el disco hay un montón de guitarras del mundo de la improvisación, del ‘ruidisimo’, del punk, que tanto nos gustan. Ahora la tendencia es la contraria, y me apetecía coger el flamenco como un elemento radical. Las guitarras flamencas de los primeros años tenían una actitud y un enfoque de los que los guitarristas actuales se han deshecho, porque entienden que son pobres. Para nosotros es todo lo contrario.

Ese ‘nosotros’ incluye al otro guitarrista del álbum, Yerai Cortés.

Tiene los cimientos y el poso para llegar a ser nuestra esperanza en el mundo del flamenco. No en la línea que marcó Paco de Lucía, sino en la que nos gusta, esencial y minimalista.

¿El virtuosismo es un enemigo del flamenco?

Sí, del alma musical de los guitarristas. Y esa idea del guitarrista maldito, que está todo el día estudiando, en lucha con el instrumento… En el caso de Manolo Sanlúcar era una filosofía que intentó imponer y que ha hecho mucho daño a la psicología de los guitarristas.

Rosalía aparece como invitada cantando ‘Seguiriya madre’. ¿Por qué ella?

Es una composición que hicimos Raül y yo a partir de una referencia a Antonio el Bailarín, y ella hizo la letra. Entendía que ella debía estar, por lo que representa para nosotros, y que tenía que ser uno de los temas más radicales del disco. También por lo que representa la seguiriya.

¿Qué representa?

Es uno de los cantes primitivos. El flamenco no se entiende sin la seguiriya y sin la soleá. Rosalía aparece porque ha sabido cantarle al amor, a la muerte y a la celebración desde el flamenco, y entendíamos que su cante pertenecía al discurso del disco. No tuvimos que explicarle nada; al revés, ella nos ayudó a que aquello tuviese más enjundia. Si la hubiésemos elegido por su nombre y por motivos mediáticos, habríamos elegido un tema más comercial.

Rosalía, esa artista que, al parecer, da conciertos sin músicos. ¿Qué le pareció la polémica?

Imagínate, son polémicas que uno no puede entender en pleno siglo XXI. Pero es la búsqueda del ‘clickbait’ y esas mierdas: aún hay periodistas que creen en eso, o que lo necesitan para cobrar un artículo. Y dices: “madre mía, qué nivel”. Entrar en ese debate es como discutir si la tierra es redonda o plana. Puedo entenderlo en una barra de bar con un par de copas de más, pero en un debate serio sobre arte me parece un poco fuera de lugar.

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