Discos de la semana

Tom Petty and The Heartbreakers, noches de gloria de una gran banda de rock

La caja ‘Live at the Fillmore 1997’ retrata al grupo en estado de gracia, durante su residencia en la sala de San Francisco, rindiendo homenaje a sus fuentes de inspiración con abundantes versiones y la complicidad de Roger McGuinn y John Lee Hooker

Los nuevos elepés de Stormzy, Model Shop, Esbjörn Svensson y Pepino Pascual, también reseñados

Tom Petty, en el Fillmore de San Francisco, en 1997.

Tom Petty, en el Fillmore de San Francisco, en 1997. / EPC

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Una incidencia fatal, derivada de una combinación tóxica de medicamentos, se llevó hace cinco años a Tom Petty, días antes de cumplir los 67, y desde entonces no dejan de ver la luz productos discográficos de diverso calado: antologías, acopios de rarezas, ediciones alternativas. La maquinaria no descansa, aunque en ningún caso hablamos de morralla, y menos aun tratándose del objeto (cuatro compactos, seis elepés) que ahora tenemos entre manos, este ‘Live at the Fillmore 1997’, reflejo de una serie de noches de gloria de Tom Petty and the Heartbreakers.

No se trata de un álbum en directo más, sino del testimonio de una iniciativa inhabitual, los 20 conciertos que la banda ofreció en la histórica sala de San Francisco (un auditorio con solo 1.315 plazas convertido en olla a presión) entre los meses de enero y febrero de 1997. Bolos en los que no estaba en juego la presentación de ningún álbum (dos años después llegaría el álgido ‘Echo’), sino la recreación de una parte de su obra y, sobre todo, el homenaje a los pioneros que un día motivaron a esta tropa a hacer música.

La educación sentimental

De las 58 canciones incluidas (otras 14 pistas corresponden a parlamentos y presentaciones), 35 son versiones que reflejan el sentido influjo de esas fuentes originarias, con rock and roll de primera hora, zarpazos de blues y vestigios de la ‘British invasion’. Un temario que Petty y compañía se toman como si fuera suyo, con visible mimo, revelando toda una educación sentimental.

Fuerte impronta de los trofeos que acaso asaltarían sus oídos cuando eran unos críos, desde un ‘Lucille’ más próximo al de The Everly Brothers que al de Little Richard, a impetuosos asaltos a Chuck Berry y Richard Berry. Vibrantes incursiones soul (‘Green onions’), reconocimientos a los Stones, The Kinks y The Zombies, y el gesto hacia un autor por el que Petty siempre sintió debilidad, J. J. Cale, en un musculado ‘Call me the breeze’. Un par de números se ven reforzados por sus autores: Roger McGuinn (“mi mentor durante muchos años”, lo presenta Petty), sumándose a ‘It won’t be wrong’, de The Byrds, con sus armonías corales y el tintineo de las doce cuerdas, y el vozarrón de John Lee Hooker abriéndose paso al galope en ‘Find my baby (Locked up in love again)’.

Algunos temas resultan demasiado obvios, como ese ‘(I can’t get no) Satisfaction’, pero prevalece la franqueza de mostrar sus influencias a corazón abierto más que el exhibicionismo de erudición musical. Completando el temario con sus propios temas (no faltan ‘American girl’, ‘Free fallin’’ o ‘Mary Jane’s last dance’, así como una serena bacanal eléctrica de casi 12 minutos a costa de ‘It’s good to be king’), nos queda un documento lleno de vida, en el que se siente el calor popular y el estado de gracia de una de las mejores bandas de rock. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Stormzy abre un camino mucho más introspectivo, una expansión de su interior -sus relaciones amorosas, su salud mental...-, en el que es su disco más personal hasta la fecha. Y eso supone un trabajo dominado por la pausa, sin exuberancia rítmica. En el disco, que tiene un marcado acento de música sacra -la fe, la razón, la búsqueda interior...-, el rapero británico encuentra la manera de ser combativo en lo político de una manera mucho más melódica, suave y sutil, pero igual de mordiente (y lujosa en 'My presidents are black'). Ignasi Fortuny

Si las melodías con gancho y los estribillos arrebatadores fueran comida, Kevin Emerson, Ethan Jones y Jen Fox se bastarían para alimentar a la población de Seattle. Su elepé de debut es un conciso manual de cómo facturar canciones joviales y luminosas con el corazón empapado de nostalgia, una lección de artesanía pop que gana altura cuando el trío pisa el acelerador, tal como sucede en ‘Lucky’, ‘The greatest only’ y, sobre todo, en la deliciosa ‘Letters to Melissa’. Rafael Tapounet

El debut en solitario del malogrado pianista Esbjörn Svensson es un disco póstumo. 'HOME.S' contiene nueve piezas que nadie sabía que existían, grabadas en la intimidad de su casa por el músico sueco poco antes de su trágica muerte en 2008 a los 44 años. Y aunque tienen el inconfundible sello de Svensson -el juego entre lo barroco y la improvisación, la delicadeza, esa melancolía tan suya- aquí no hay los hallazgos que hicieron de su trío e.s.t. uno de los grandes grupos de su tiempo. Roger Roca

Ha arropado a cantantes, titiriteros y payasos con su instrumental de fantasía, y ahora recrea sus músicas para documentales, piezas teatrales y otros orígenes volátiles en su primer álbum propio. Paisaje de ensueño y travesura, con minimalismo mágico y pellizcos de swing, dejando que el saxo, el arpa de boca o la trompeta de plástico hagan buenas migas con el verbo de Enric Casasses, el piano de Pascal Comelade o la voz, aquí telúrica, de Maria Rodés. Música libre y con una pizca de humor. J. B.

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