Crítica de cine

'El menú': más sangre que vino

Adam McKay y Will Ferrell producen una mezcla de comedia gastronómica y relato de suspense a lo Agatha Christie en la que se echa en falta un punto de mala uva

El menú

El menú / EPC

Quim Casas

Quim Casas

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‘El menú’ plantea un juego ingenioso, pero atropellado. Los productores de la película son Adam McKay y Will Ferrell, que, como director y actor, juntos o por separado, acostumbran a dar a sus filmes el plus vitriólico que le falta a este. Parece, inicialmente, otra comedia con trasfondo gastronómico, una de las modalidades con más éxito de los últimos años. No es que se estrenen tantas películas o series sobre fogones, chef e invenciones culinarias, pero la mayoría acostumbran a ser un éxito. Aquí se trata de reunir a una serie de variopintos personajes –como si fuera un relato de Agatha Christie, otra fórmula ganadora en los tiempos recientes– en una isla apartada donde tiene su mansión y su restaurante uno de los cocineros más reputados y caros del mundo.

El evento no es lo que parece. Y a las órdenes del enérgico e inescrutable chef encarnado por Ralph Fiennes –uno de los mejores aciertos del filme junto a quien le da mayor réplica a lo largo del metraje, Anya Taylor-Joy–, los platos de sofisticada elaboración se van combinando con elementos de misterio que carecen, cuando el relato vira también hacia la comedia negra, de la mala uva del tándem McKay-Ferrell. Hay más suspense que viandas selectas, e incluso más sangre que vino. Las razones de todo ello no las desvelaremos aquí, pero tras crear un cierto interés general, el filme se pierde en pequeñas cuitas individuales.