La poesía de Gabriel Ferrater toma las calles del Raval

Aun hoy en día, en un contexto en principio democratizado y seguro, es difícil no temer a la guerra. Y no solo porque los conflictos armados estallen cada vez más cerca de nosotros, sino porque el recuerdo de un pasado más o menos reciente que enfrentó a los vecinos de un misma tierra todavía perdura. La Guerra Civil, que sea por memoria o por herencia, aún deja huella en la sociedad.    

Con este pánico a todo lo bélico experimentan Quatre Gotes y la compañía Kamchàtka en 'Timere', un proyecto teatral basado en el poema narrativo 'In Memoriam', que narra la experiencia de su autor, Gabriel Ferrater, durante esta época oscura de la historia española. Un espectáculo totalmente inmersivo que mezcla el formato recital con el musical y con la interpretación de calle, convirtiendo a los espectadores en vividores del miedo. 

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La función comienza en plena calle, cuando por la plaza de la Gardunya empiezan a deambular dos curiosos personajes que visten ropa antigua y portan maletas de mano. Al acrecerse al grupo, muestran una partitura: 'Atra Mater', cuya música comienza a sonar de repente, interpretada por quien hasta entonces aparentaba ser un guitarrista callejero, pero que en realidad resulta ser un miembro más de la representación. A su melodía se une la voz proyectada por un gramófono que, girando una manivela, hace sonar uno de los viajeros. 

Entona los primeros versos de 'In Memoriam': "Quan va esclatar la guerra, jo tenia catorze anys i dos mesos.", empieza diciendo el poema de Ferrater, pero enseguida, la mecánica narración da paso al perturbador sonido de unas sirenas, como las que avisan de un ataque aéreo, y su zumbido sorprende tanto al público como a todo aquel viandante ajeno al show que inesperadamente se topa con tal extrañez. 

Los actores, por su parte, comienzan a andar con paso rápido por las callejuelas cercanas, y el grupo, como no, les sigue. Se detienen ante una puerta metálica, la abren, y todos se adentran en un estrecho pasillo, con prisas, como si realmente huyeran atemorizados de las bombas. Y con el fuerte portazo que sella esa especie de búnker improvisado, todo queda sumido en la total oscuridad hasta que, varios segundos después, los intérpretes sacan de la maleta una especie de linternas rudimentarias fabricadas con botes de cristal, y las reparten entre los asistentes, que desfilan por el corredor buscando una salida. 

La encuentran en el acceso a un bar deshabitado y, en su interior, la guitarra vuelve a sonar y el poema vuelve a oírse: "El meu col•legi de capellans el van cremar, i el Guiu, que era el sergent que ens feia fer gimnàstica premilitar, i l'odiàvem tots (…) havia estat assassinat a trets, (…) al costat de l'Institut, on sortíem entre dues classes." Ahí mismo, solo separado por una cortina, se encuentra el Teatro Romea, con sus butacas cubiertas por sábanas y la luces totalmente apagadas. Apartando las telas, la gente busca un lugar para sentarse y, con todos los personajes sobre el escenario, comienza la verdadera función.

El recital toma otro estilo, mucho más agresivo, con fragmentos narrados, incluso, a gritos: "La por no em sembla pas que sigui cap gran tema per literar o filosofar. Això sí, de por molts homes n’han tingut, i d’ells cal que també se’n parli." Focos de luz de colores iluminan indiscriminadamente la sala mientras el protagonista saca una bolsa de plástico, se la coloca sobre la cabeza apretándola bien alrededor del cuello, y se ahoga. 

Gabriel Ferrater se suicidó antes de llegar a cumplir los cincuenta, no quería envejecer, y mostrando el fin de la vida del autor y su poesía, termina también el espectáculo. Su relato es el de un niño de catorce años que no entiende como ni porqué debe vivir una guerra y, a la vez, un reflejo de lo que es el miedo para muchos. Con esta obra, en principio de pase único, el Teatre Romea, Quatre Gotes y la compañía Kamchàtka, celebran el Año Ferrater, que coincide con el centenario del aniversario de su nacimiento, y el medio siglo desde su muerte.