Crítica de cine

'Historias para no contar', de Cesc Gay: hipocresía cotidiana

El director catalán vuelve a ofrecernos un mosaico de historias corales para hablar de los prejuicios y las miserias morales de nuestro tiempo protagonizado por un elenco de actores impecable

Un fotograma de 'Historias para no contar', de Cesc Gay

Un fotograma de 'Historias para no contar', de Cesc Gay / Filmax

Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

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A Cesc Gay siempre le han gustado los relatos corales. A través de ellos ha compuesto una serie de puzles contemporáneos sobre las miserias de nuestro tiempo y, casualmente (o no), en casi todos había historias para no contar, como reza el título de su nuevo trabajo. Sus personajes siempre tenían algo que era mejor esconder en la trastienda, que era mejor que no viera la luz y que tenía que ver no solo con los secretos inconfesables, sino también con prejuicios, con los juicios morales. 

Su nueva película podría ser la cara B de lo que supuso ‘Una pistola en cada mano’ aunque, en realidad, todas sus obras se encuentran de alguna manera conectadas entre sí y plantean temas similares en forma de rima asimétrica. En esta ocasión el director vuelve a abordar la masculinidad a través de su estancamiento y sus debilidades, entre la cobardía, los tabús y el amor propio. Lo hace a través de pequeñas fábulas morales que nos destapan las mentiras que se esconden bajo la máscara de las apariencias y que se encargan de evidenciar el verdadero rostro bajo la pátina de las buenas intenciones. Entonces, la hipocresía se revela, así como la sinceridad o su ausencia. Relaciones estancadas, transfobia, suggar daddys, infidelidades, expectativas vs. realidad. Un mosaico que en manos del director resulta tan ágil como cercano y que cuenta con una nómina de actores en estado de gracia en sus minúsculas aportaciones.