Crítica de cine

'Close', de Lukas Dhont: la infancia quebrada

Lukas Dhont logra extraer la máxima expresividad de los rostros de sus protagonistas, leyendo en ellos el tipo de sentimientos que los niños a menudo sienten pero aún no entienden

Un fotograma de 'Close', de Lukas Dhont

Un fotograma de 'Close', de Lukas Dhont / Vertigo Films

Nando Salvà

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En su segundo largometraje, el belga Lukas Dhont contempla cómo un atisbo de felicidad inmaculada se ve brutalmente corrompido por las presiones sociales. Su premisa, en concreto, es una amistad tan intensa entre dos preadolescentes que, cuando uno de ellos decide romperla por miedo al ‘bullying’ y la exclusión, el otro corta el vínculo de la manera trágica y definitiva. Considerando que su detallada mirada a una niñez marchitada resulta suficientemente conmovedora por sí misma, la necesidad de recurrir a un giro argumental tan drástico es debatible, y habrá quien lo considere una forma de abrir la puerta al melodramatismo facilón.

Pero ni ese golpe de efecto ni la excesiva autoconsciencia que por momentos aqueja en su esfuerzo por resultar pudorosa menoscaban la eficacia de la película a la hora de extraer emotividad rotunda a través de la sutil observación; como ya hizo en su ópera prima, ‘Girl’ -historia de una joven ‘trans’ que sueña con convertirse en bailarina-, Dhont logra extraer la máxima expresividad de los rostros de sus protagonistas, leyendo en ellos el tipo de sentimientos que los niños a menudo sienten pero aún no entienden. Y en el proceso ofrece reflexiones cautivadoras acerca de la amistad y sobre todo de la soledad, de cómo nuestra personalidad se ve deformada por la carga de los prejuicios, y tanto del dolor que madurar obliga a sobrellevar en silencio como del que obliga a infligir a los demás.