Un pensador excéntrico

Pankaj Mishra: "Gran Bretaña siempre ha estado más preocupada por la reina y Lady Di que por los verdaderos problemas"

Inidio de nacimiento, el ensayista más polémico del Reino Unido regresa a la ficción con la novela 'Corre a esconderte'

PANKAJ

PANKAJ / Zowy Voeten

Elena Hevia

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El ‘enfant terrible’ de la vida intelectual británica nació y creció en la India, conserva su pasaporte nativo, vive en Londres, y en los últimos años se ha convertido, desde su posición excéntrica, en la conciencia crítica de cómo el neoliberalismo occidental ha contaminado, en el peor sentido de la palabra, las antiguas colonias, como su país de origen o el gigante chino. Panjak Mishra (Jhansi, 1969) es crítico con el bloqueo a Rusia –lo que no invalida su repulsa a la invasión de Ucrania- no hay día que no se enzarze en alguna discusión política en ‘The New York Times’, ‘The New Yorker’, ‘The Guardian’, de los que es columnista habitual. Algunos de sus libros de no ficción como ‘De las ruinas de los imperios’ y ‘La edad de la ira’ son fundamentales para tomarle el pulso al mundo en el que vivimos. Tras 20 años de dedicación a la no ficción, acaba de publicar su segunda novela, ‘Corre a esconderte’ (Galaxia Gutenberg), a la que traslada su experiencia de desarraigo y triunfo con poso amargo. Además habla un castellano que está intentando hacer crecer porque piensa vivir unos meses al año en España, país que conoce bien.

En el fondo esta novela desarrolla muchas de las ideas que han sustentado sus ensayos. ¿De que manera establece el equilibrio entre ideas y ficción?

Mis reportajes y obras de no ficción en general se han sustentado en tendencias y cifras pero quedaba fuera todo lo que ocurría en la vida privada de los ciudadanos y eso solo me lo permite la ficción. Además, ha habido una razón más personal. Escribir esta novela ha supuesto una especie de autocrítica porque no hablo de la gente que la globalización ha dejado atrás sino de aquellos que, como yo, hemos salido adelante y hemos triunfado.

¿La palabra es triunfo?

Hablo de la otra cara de ese triunfo, del impacto que tiene haber abandonado la familia, traicionado tus raíces, trasladado a vivir a un país al que no te vincula ningún pasado. Todo eso genera desorientación y plantea un interrogante sobre la ideología del éxito.

La pregunta es si merece la pena.

Sí, ¿vale la pena dar la espalda a todo lo que te daba sentido como persona, la dignidad o la razón de ser de tu pasado? Es una novela de contrastes, de gente que ha triunfado pero que al mismo tiempo se ha perdido a sí misma.

¿La comunidad británica de origen indio ha perdido la fe en la tradición espiritual que estaba en sus raíces?

Lo que ha hecho la India en estos últimos años ha sido abrazar el thacherismo y el neoliberalismo con lo que se ha convertido en un país igual al resto. No queda nada del pensamiento de Gandhi o de Nehru que quisieron introducir una serie de valores filosóficos en política. Ahora la India y Gran Bretaña están mucho más cerca de lo que estaban cuando yo era niño. No hay el menor choque cultural entre ambos países.

¿Tiene la llegada de Rishi Sunak como primer ministro un valor simbólico?

Sí que hay un cierto valor simbólico, pero no hay que olvidar que el pasado real de Sunak es haber trabajado en Goldman Sachs y haber participado en una ideología y en unas instituciones responsables de las crisis económicas recientes. Ese ‘background’ es mucho más importante que su origen indio.

Llega en el peor momento de la historia reciente de Gran Bretaña.

Eso da pie a otra interpretación: ser ahora primer ministro en Gran Bretaña es una patata caliente, así que puede pensarse que  la gente de color está ocupando  un espacio similar al que tenía en las colonias: ocuparse del trabajo sucio. Ser blanco, chino o indio no debería importar. Lo importante es que la gente que llegue al poder tenga principios morales.  Ya hemos tenido mandatarios de origen humilde, de todo tipo de etnias y mujeres que han llegado al poder. Pero con ellos nada cambió para sus respectivas comunidades. De hecho, si una mujer llegaba al poder recibía mucha más presión que un hombre para que mantuviera los privilegios del patriarcado. Pensemos en Obama, parecía un gran avance, pero no hay que olvidar que le sucedió Trump. No existía tal progreso.

¿Puede dar un diagnóstico de la crisis en la que vive Gran Bretaña más allá de lo puramente económico?

La situación en Gran Bretaña es incluso peor de lo que se puede pensar. La cultura política que ha sido capaz de producir suicidios colectivos como el Brexit solo se puede comprender por ideas como la nostalgia del imperio fomentada por los medios de comunicación que lo ensalzan como motor de prosperidad para las colonias cuando en realidad fue una máquina de explotación. Mantener durante décadas esa visión errónea e irreal propicia errores políticos de calado. En España puedes encontrar gente que exprese una gran nostalgia del franquismo pero esas ideas no se defienden en las portadas de los principales diarios. En Inglaterra sí ocurre.

Eso es algo que se puede apreciar muy bien en la serie 'The Crown', todo un ejercicio de nostalgia.

La reina, quizá porque reinó durante muchos años, consolidó una idea de solidez de todo lo inglés. Pero como se ha visto en su fallecimiento  eso ocultó muchos errores. El país siempre ha estado más preocupado por la dignidad de la reina y todo lo que ocurría con Lady Di que en los verdaderos problemas de fondo. Gran Bretaña no sabe cómo estar en el mundo sin ser un poder imperial.

¿Se siente cómodo en el papel de polemista, de Pepito Grillo de la prensa inglesa?

Tengo que hablar de acuerdo con mi experiencia del mundo. Sería fácil para mí decir cosas que me hicieran rico y que me permitieran estar todo el tiempo en la BBC, pero me traicionaría. Yo he crecido en lndia, he viajado mucho y mi experiencia me dicta lo que tengo que decir. Fui a Afganistán hace más de 20 años y escribí que aquello no funcionaría, vi demasiada humillación propiciada por Estados Unidos. Dije que que muchos países no apoyarían las sanciones a Rusia por la guerra de Ucrania y eso es lo que está ocurriendo. Por tanto, no tiene sentido para mí apuntarme a la ideología preponderante de Occidente, porque tengo que recordar que no es compartida por muchos países del mundo, especialmente los del Sur. Para romper ese consenso se necesita gente que esté al margen, que sea impopular. Me han acusado de buscar la polémica pero no voy a dejar de decir lo que pienso y lo que puedo aportar a esa mirada excéntrica.

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