Opinión | La caja de resonancia

Jordi Bianciotto

Sabina siempre será Sabina (aun sin Pancho Varona)

La relación del trovador y el guitarrista y coautor de parte de su repertorio estaba erosionada desde hacía largos años, con claves personales y artísticas. ¿Sabina está en deuda con él? Es inevitable que los grandes tengan algo de vampiros, y él fue siempre generoso con los créditos de autoría.

Joaquín Sabina

Joaquín Sabina / EDUARDO PARRA / EUROPA PRESS

Alboroto en las redes a raíz del anuncio de Pancho Varona de que, “contra todo pronóstico”, Joaquín Sabina no contará con él en la gira que realizará en 2023, tras casi cuatro décadas de complicidad, y urgencias por señalar a víctimas y culpables. ¿Un atropello del artista endiosado al laborioso escudero?

La realidad, conocida por los más próximos a Sabina y su banda, es que el vínculo llevaba largos años erosionado, limitándose al ámbito de las giras, lejos de la camaradería de los viejos tiempos. Hay aspectos de carácter personal y algún reproche artístico flotando en el aire, me cuentan fuentes que suplican discreción y que abogan por desligar esa decisión de Sabina de la marcha de Varona, hace un año, de las Noches Sabineras. Sí, la caravana en la que los músicos del cantautor celebran sus canciones con la asistencia del público.

Esas Noches Sabineras, que nacieron en el barcelonés Zac Club (La Boîte) en 2006, a partir de la entente de Varona con el otro puntal histórico, Antonio García de Diego, fueron incorporando al grueso de la banda. El año pasado, tras ciertos desencuentros internos (y un cambio de mánager discutido), Varona se desligó de la pandilla para operar por su cuenta. De Diego y compañía se rebautizaron como Malditos Benditos (La Banda Sabinera), y Varona, manejando también ese repertorio, creó La Banda del Pirata Cojo. Ambas rupturas responden a lógicas propias, pero que, el pasado abril, Sabina subiera al escenario de Galileo Galilei (Madrid) para cantar con Malditos Benditos (su primera aparición en más de dos años), fue leído como gesto de validación del gran jefe. Aunque, quién sabe si para dulcificarlo, la canción que eligió esa noche fue ‘Peces de ciudad’, con la firma Sabina-Varona.

El desencuentro viene de más atrás, y la paulatina pérdida de peso de Varona en la obra de Sabina de la última década es bien visible. Queda el bien más preciado, las canciones, muchas de las cuales brotaron del tándem con De Diego, figura igual de troncal (como 'Aves de paso' o 'Y sin embargo'). Seguirán sonando: en los clubs (Varona) y en grandes recintos como el Palau Sant Jordi (Sabina), porque así lo ha establecido el público. El talento del pentagrama y la estrella juegan en ligas distintas, y es inevitable que los grandes tengan algo de vampiros. Con elegancia: hay que hacer notar la tradicional buena disposición de Sabina a la hora de conceder créditos de autoría, la cuestión que más amistades y tiernos compañerismos se ha llevado por delante en la música moderna.

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