Estreno en Netflix

Sebastián Lelio: "El efecto que nos causan las películas no es tan distinto del de un católico frente a un crucifijo"

El director de 'Una mujer fantástica' estrena en Netflix 'El prodigio', en la que observa a una enfermera inglesa recién llegada a la Irlanda rural que debe investigar a una niña de 11 años que lleva cuatro meses sin comer

Sebastián Lelio, fotografiado esta semana en Madrid

Sebastián Lelio, fotografiado esta semana en Madrid / A. Pérez Meca / Europa Press

Nando Salvà

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Sebastián Lelio lleva mucho tiempo contando exclusivamente historias sobre mujeres relegadas a los márgenes de sociedades patriarcales. Una divorciada de mediana edad tanto en ‘Gloria’ (2013) como en su ‘remake’ anglosajón, ‘Gloria Bell’ (2018). Una cantante ‘trans’ en pleno proceso de duelo ‘Una mujer fantástica’, la película que le proporcionó el Oscar en 2017. En ‘Disobedience’ (2018), dos jóvenes atrapadas en una comunidad judía ortodoxa que se enamoran la una de la otra. "De forma instintiva, o por motivos que ni yo mismo alcanzo a identificar, me identifico con los personajes que se enfrentan a los mandatos de la sociedad y pagan un precio por seguir su propio camino”, nos cuenta el cineasta chileno. “Y es obvio que, históricamente, son las mujeres quienes más a menudo han sufrido ese tipo de experiencias”.

También la protagonista de ‘El prodigio’ encaja en ese perfil. Ya disponible en Netflix, el nuevo largometraje de Lelio se sitúa a mediados del siglo XIX para observar a una enfermera inglesa (Florence Pugh) recién llegada a la Irlanda rural a quien se ha encomendado la tarea investigar a una niña de 11 años que aparentemente lleva cuatro meses sin comer, y a la que el consejo de sabios locales se muestra impaciente por proclamar un milagro divino. En otras palabras, es una historia sobre el enfrentamiento “de la ciencia contra la fe, y de la razón contra la superstición”, explica el director. “La principal diferencia entre la ciencia y la religión está en que la ciencia siempre se muestra dispuesta a ser rebatida. El fanatismo, en cambio, es la postura de quienes creen haber hallado la verdad absoluta y no están dispuestos a cambiar de postura. No aceptan ser corregidos, y se adjudican la autoridad de corregir a los demás. Esa arrogancia me indigna”.

Eso significa que, pese a viajar más de 150 años atrás en el tiempo, ‘El prodigio’ habla también de esta época nuestra de noticias falsas y posverdades, en la que proliferan aquellos que insisten en negar hechos y evidencias solo porque no se amoldan a sus creencias. “Todo el mundo habla y opina, vivimos avasallados por una cacofonía de historias, y es muy difícil saber cuál dar por bueno. Hemos asesinado la verdad, y en su lugar solo quedan ficciones”, lamenta Lelio. “La democracia es un relato, los derechos humanos son un relato, la economía es un relato, hasta el yo es un relato.... Y, si queremos progresar como sociedad, debemos crear mejores relatos”.

Precisamente, ‘El prodigio’ señala los peligros que entraña dar por buenos relatos y creencias heredados sin ponerlos en cuestión. “La película intenta preguntar al espectador: ¿en qué crees? ¿Son tus convicciones rígidas, o flexibles? Tenemos la responsabilidad de cuestionarnos los principios en base a los que nuestra civilización ha operado durante siglos, y también aquellos que las nuevas tecnologías crean y propagan a velocidad de vértigo. Twitter permite que los negacionistas y los terraplanistas se multipliquen en cuestión de segundos”.

Primera película desde 2018

En el caso de ‘El prodigio’, reconoce él mismo, las conexiones personales que Lelio mantiene con su personaje protagonista son más explícitas que de costumbre. “Tanto ella como yo somos extranjeros que tratan de defender su propia visión frente a aquellos con los que tienen que rendir cuentas”. Además, añade, las conexiones entre el cine y la religión son obvias. “El efecto que nos causan las películas no es tan distinto del que un católico experimenta frente a un crucifijo, que en realidad no son más que dos palos de madera. En ambos casos, vemos más de lo que hay, porque nuestra interpretación se ve matizada por nuestra propia interioridad y nuestros miedos, deseos y fantasías”.

‘El prodigio’ es la primera película que ha rodado desde que ganó el Oscar en 2018; tras el premio, sintió la necesidad de detenerse a reflexionar. “Llevaba años trabajando a ritmo frenético, y sin preguntarme adónde me dirigía como artista. Necesitaba fijar un rumbo, y el parón causado por el confinamiento me ayudó a hacerlo. Siento que acabo de empezar una nueva etapa creativa, en la que busco de forma más consciente la sofisticación visual y narrativa”. La nueva película, asimismo, es la primera de su carrera que no es estrictamente independiente. ¿Qué concesiones se ha visto obligado a hacer al trabajar junto a Netflix? "Siempre que cuentas historias haces concesiones, a menos que seas un purista, y a mí no me interesan ni el purismo vital ni el estético. Una película surge del espacio que separa lo soñado de lo posible; se trata de hundir las manos en ese terreno fangoso y extraer de él algo suficientemente valioso. Eso es el cine”.

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