Historias de féminas apasionantes

Carmen Posadas: "Vivimos rodeados de espías"

La escritora, ganadora del Planeta en 1998, publica 'Licencia para espiar', donde repasa las vidas de mujeres que se han dedicado al espionaje

Carmen Posadas

Carmen Posadas / Zowy Voeten

Marisa de Dios

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"Estamos rodeados de espías por todas partes", asegura Carmen Posadas (Montevideo, 1953). Lo dice con conocimiento de causa. Hija de diplomático, la escritora ganadora del Premio Planeta en 1998 por 'Pequeñas infamias' vivió de pequeña en Rusia, donde la embajada de Uruguay en la que residía estaba infestada de micrófonos, pero más del estilo de Anacleto que de James Bond. Ahora ha escrito 'Licencia para espiar' (Espasa), donde hace un repaso de las mujeres que, a lo largo de la historia, se han dedicado a esta profesión y, para ello, ha entrevistado a varias espías en activo.

Dice que siempre se ha considerado usted una espía porque, de niña, le gustaba escuchar las conversaciones ajenas.

Sí, y, en el fondo, ser escritora es una forma de espionaje. Estás todo el día mirando a tu alrededor y sacando conclusiones.

¿Por eso se ha lanzado a escribir sobre espías?

También porque en la época en la que viví en Moscú vivíamos rodeados de espías. Ni siquiera se tomaban la molestia de disimular.

Se refiere al servicio de la embajada, desde el jardinero a las limpiadoras.

Todo era un poco chapuza, más en plan Anacleto que a lo James Bond. Estábamos por la noche durmiendo y de repente se invertían los micrófonos y escuchábamos a los espías cuando ponían una ópera o un partido de baloncesto para no aburrirse.

A su hermana le ofrecieron ser espía y lo rechazó.

Se lo ofrecieron porque habla ruso muy bien. Ella estaba encantada... hasta que se enteró de que se dedicaría horas y horas a escuchar Radio Moscú. Y eso era un espionaje aburridísimo, aunque muy importante también.

La escritora Camen Posadas.

La escritora Camen Posadas. / Zowy Voeten

Porque hay espías de muchos tipos.

Están los que se dedican a las operaciones, tipo James Bond, los confidentes que dan chivatazos, los informantes... Una de las espías en activo que entrevisté para el libro me dijo que vivimos rodeados de espías. Me dijo que las agencias de inteligencia tienen informantes por todas partes, como en los hoteles. La camarera es perfecta porque entra en las habitaciones, o el taxista, que oye conversaciones a todas horas. Tienen personas que, cuando escuchan alguna comunicación sensible, se lo cuentan.

¿Por qué enfocó el libro en las mujeres espía, si dice que no quiere engrosar la lista de mujeres que escriben sobre mujeres para mujeres?

Sí, es muy cansado, porque ahora hay como una fiebre de literatura femenina. Quería hacer una historia del espionaje, pero me di cuenta de que era inabarcable. Como de los hombres se sabe mucho más, decidí que escribiría sobre mujeres que, como son muy buenas espías, no han trascendido tanto.

¿Están ellas menos valoradas?

No, están bien consideradas pero son más discretas. En la segunda guerra mundial y en la guerra fría hubo mujeres que rindieron servicios muy importantes a su país y luego desaparecieron, se convirtieron en abnegadas amas de casa y se pusieron a hacer tartas de manzana. Por ejemplo, hay una ucraniana a la que llamaban reina de corazones en la que se basó Ian Fleming, el autor de James Bond, para crear el personaje que interpretaría Ursula Andress. Nunca se hubiera sabido su papel si, al cabo de muchos años, su hija no lo hubiera contado.

"Mata Hari fue una espía muy chapucera"

¿Corinna Larsen iba a aparecer en un capítulo del libro?

No. Ella ha mercadeado con información, seguro, pero yo encuentro que la gente da por válida su versión, cuando no tiene por qué ser cierta.

En el libro no falta Mata Hari aunque dice que, como espía, fue un desastre.

En ningún tratado serio de espionaje se la menciona. Tenía el dilema si sacarla o no, y al final decidí que la incluiría contando su verdadera historia, que fue una espía muy chapucera. Primero trabajó para los alemanes y la descubrieron los franceses. Estos le ofrecieron la posibilidad de ser espía doble aunque todos sabían a lo que se dedicaba. Pero como Francia estaba teniendo problemas en el frente de la primera guerra mundial decidieron dar un golpe de efecto y detenerla. Es como si ahora detuvieran a Madonna o a Shakira y se descubriera que son espías dobles. Sería un campanazo bestial. Por eso es tan famosa.

Una de sus armas fue el sexo, como muchos otros espías.

Lo que pasa es que cuando el 'sexpionaje' lo utiliza un hombre es James Bond y cuando lo practica una mujer tiene otro nombre. Ahí está el problema. El sexo es un arma muy eficaz en el espionaje y que se utiliza hoy en día.

Usted que vivió en Rusia, ¿qué opina de la imagen que está dando ahora el país con la guerra de Ucrania?

Lo que ha hecho Putin ha sido manejar la autoestima de los rusos, que estaba muy alicaída después del desmembramiento de la Unión Soviética, y devolverles el orgullo con su obsesión en reconstruir la URSS. Hasta ahora lo estaba haciendo de una manera muy maquiavélica y taimada, por ejemplo con Bielorrusia, donde puso un sátrapa de su órbita, como en Chechenia. En el caso de Ucrania, llevaba mucho tiempo intentando que volviera a ser parte de Rusia. Primero trató de seducirles a través de ventajas económicas, pero no funcionó. En la época de Yushchenko, que lo envenenaron, tampoco. Después puso a un sátrapa de su confianza y lo echaron. Cuando llegó Zelenski creyó que ese cómico no tenía ni media bofetada y pensó en una guerra relámpago tomando Kiev y quedándose con el país. Pero le salió mal la jugada. Ahora a ver cómo sale de este problema.

"Si no hubiera sido una niña tan acomplejada y tan fea no estaría aquí"

¿Ganar el Planeta le dio el prestigio que no había logrado con anteriores novelas o con sus galardones de literatura infantil?

En aquella época yo tenía muchas connotaciones extraliterarias: mi marido era gobernador del Banco de España, yo era 22 años más joven que él, era sudamericana... Todo eso hizoe que automáticamente me convirtieran en una especie de aventurera. Yo siempre tuve claro que, si seguía trabajando y lo que escribía tenía algo de valor, tarde o temprano me lo iban a reconocer. El Planeta fue un punto de inflexión.

¿Antes se había sentido ninguneada por los compañeros?

No ninguneada, sino que no me tomaban en serio. Me decían: tú que estás en tantos 'cocktails', ¿cuándo escribes? Y si se trata de eso, ¿dónde queda Proust, que estaba todos los días en 'cocktails'? ¿O Truman Capote?

¿Por qué comenzó a escribir?

En mi familia todos eran guapísimos y yo era el conguito de la casa, muy fea y extratímida. Así que me iba a mi cuarto y escribía un largo y lacrimógeno diario que fue el comienzo de mi vocación. Por eso le debo todo a mis defectos: si no hubiera sido esa niña tan acomplejada y tan fea no estaría aquí.

Y ahora tiene una cátedra y una calle con su nombre en Rivas Vaciamadrid.

Hago esquina con Javier Marías... ¡Y con el botones Sacarino!