Crítica de música

Band of Horses, un fiable refugio emocional en Apolo

La banda de Seattle mostró el buen momento de su rock poético con sutil poso ‘Americana’ en la presentación de su edificante nuevo álbum, ‘Things are great’

Ben Bridwell durante el concierto de Band of Horses en la Sala Apolo

Ben Bridwell durante el concierto de Band of Horses en la Sala Apolo / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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Sin llegar a colarse nunca en la división estelar del circuito y de los carteles festivaleros, Band of Horses es una entente muy apreciada que conserva el vínculo con un núcleo duro de seguidores, como pudimos constatar este viernes en un Apolo con las entradas agotadas desde hacía días. Ambiente de cierre de filas ante un grupo que suministra alimento anímico y cuyos bolos tienen algo de acto de resistencia civil y de refugio de las inclemencias mundanas.

El suyo es un rock para rearmarse por dentro, muscular y poético, propenso a la embestida con trazo fino. Cancionero surgido de Seattle que despuntó en su día con sus tres hermosos primeros álbumes (2006-10), y que, tras un período editorial un poco más tibio, ha vuelto a lucir con brío y resolución en el disco alumbrado la pasada primavera, ‘Things are great’, tras un par de retoques en la formación. En aquellos logros primeros y en los más recientes basó el grupo su repertorio, abriéndose paso con pepinazos líricos del calibre de ‘There is a ghost’ o ‘The great salt lake’, con sus metáforas naturalistas sobre fracturas interiores y zozobras del alma.

Acordes reparadores

Sin ser un grupo de ‘sonido Americana’ ni country alternativo, en Band of Horses se respiran la raíz y la tierra, una vibración que se hizo evidente en algunas piezas, como la apaisada ‘For Annabelle’, con sus soplidos de armónica y el fondo de órgano. La voz de Ben Bridwell, también guitarrista y principal compositor, es más bien aguda y, en ocasiones, algo chirriante, si bien unas depuradas armonías fluían cada vez que se fundía con la del bajista, Matt Gentling (como en la poderosa ‘Laredo’). Rimas torturadas envueltas en acordes reparadores: ‘Factory’, con su victorioso estribillo instrumental en bucle.

El material nuevo estuvo a la altura, tanto en las piezas más expeditivas, como ‘Lights’ y ‘Crutch’, como en esos ‘tempos’ más serenos que tan bien saben resolver. Ahí despuntó ‘In the hard times’, con su tonada magullada (“me abandonaste en los tiempos difíciles”) y su dinámica vagamente ‘dylaniana’. Preparó el terreno para la balada oficial, ‘No one’s gonna love you’ (un mar de móviles en Apolo suspirando por Instagram), y para el previsible ‘crescendo’ a costa de ‘The funeral’ y del trío de bises culminado con ‘The general specific’. A la salida de Apolo, era fácil sentirse reconfortado y percibir el eco emocional que transmite Band of Horses, un grupo de músicos capaz remover sensibilidades a través del venerable lenguaje del rock.