Debut literario

¿Qué impulsa a una madre a matar a sus hijos? Emily Ruskovich explora el misterio

La autora norteamericana ha cosechado un gran éxito con 'Idaho', ganadora de uno de los grandes premios internacionales de literatura

Emily Ruskovich

Emily Ruskovich / CULTURA Emily Ruskovich

Elena Hevia

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En un lugar idílico, la ladera de una poderosa montaña de Idaho, una mujer acompañada por sus hijas blande un hacha y, en presencia de la mayor, acaba con la vida de la más pequeña. La escena es evocada por Ann, la segunda esposa del marido, que quedó solo tras la tragedia porque la niña-testigo desapareció sin dejar rastro y la mujer cumple cadena perpetua. El hombre está perdiendo la memoria arrasado por el Alzheimer y Ann se ha convertido en una suerte de detective de aquel acto terrible. ¿Por qué lo hizo?

Este inicio intrigante es el motor de ‘Idaho’ (Random House) primera novela de la norteamericana Emily Ruskovich, que aunque parecería regirse por las reglas del ‘thriller’ en realidad envía al lector a otro terreno, el de los abismos psicológicos de los actos que no tienen explicación. La obra ganó en el 2019 el Premio Literario Internacional Dublín, uno de los mejor dotados en su género y de mayor prestigio, seleccionado por bibliotecas de todo el mundo, que hizo codearse a esta recién llegada, entonces de 33 años, con autores de la talla del premio Nobel Orhan Pamuk, Michel Houellebecq o Javier Marías, que lo obtuvieron en ediciones anteriores.    

Geografía sentimental

Desde su refugio en las montañas de Montana, no muy distintas de las de su Idaho natal, donde vive con su marido, también escritor, y sus dos hijas, la autora, vía 'on line', sostiene que una novela como ‘Idaho’ solo podía escribirla utilizando una geografía sentimentalmente tan próxima y conocida como aquel, en el que las miserias humanas se equiparan a las duras leyes de la fauna salvaje del lugar. “Quería que fuera una historia específica pero precisamente por eso creo que captura una cierta universalidad”.

Cuando Ruskovich era niña, en un entorno profundamente rural, el desplazamiento diario a la escuela le llevaba más de una hora y las pernoctaciones en tiendas de campaña en plena naturaleza eran la orden del día. De aquellos tiempos data el origen de la  novela que la ha acompañado durante años. “Estaba cortando troncos con mi familia y de pronto tuve la certeza de que en aquel paraje, remoto y perdido, había sucedido una tragedia. En concreto, que una madre había matado allí a una criatura. Esa sensación extrema, que no he vuelto a tener nunca más en mi vida y que me golpeó entonces, se convirtió para mí en un asunto irresoluble que me obligó a escribir esta novela”, explica la autora, haciendo mucho hincapié en la idea de que no es nada, “pero nada”, dada a dejarse impresionar por estas situaciones inexplicables.

Asunto espinoso

Abordar un tema tan espinoso como el de la maternidad criminal cuando la autora todavía no había tenido a sus hijas , que llegaron poco después –hoy tienen cuatro y dos años-, tampoco puede interpretarse, asegura, como un forma de exorcismo a posibles miedos. “He tenido la certeza de que iba a ser madre toda mi vida y haber tenido hijas no ha cambiado mis ideas respecto a la atrocidad del libro. Aunque ser madre me ha transformado de diversas maneras estoy segura de que la escritura del libro no hubiera cambiado de haber tenido cerca a mis hijas”. Con todo, es muy consciente de que se trata de un asunto que puede generar rechazo a los lectores y no lo recomienda a todo el mundo: “Sin embargo, sé que hay lectores que han pasado por una experiencia terrible y les ha ayudado. Una mujer, cuyo hermano desapareció, se me acercó con lágrimas en los ojos me dijo que le había reconfortado mucho que se hubiera perdido el rastro de la hija mayor de la pareja. Para ella es como si un aspecto de la novela transformara su experiencia en verdad”.

¿Por qué lo hizo? La pregunta del millón alimenta el gran misterio del libro, un agujero negro atraviesa sus páginas. “Lo mires como lo mires nunca encontrarás un motivo para matar a un hijo, buscarlo es mermar la enormidad de lo ocurrido”, explica Ruskovich. Una asesina fugazmente enloquecida o sobrepasada por las circunstancias tanto de la maternidad como la de su vida en pareja son tan solo detalles del enigma. “Diría que en realidad no se sabe bien qué es lo que pasó y eso es lo más perturbador. En realidad, tiene que ver con un pensamiento que he tenido muchas veces: lo fácil que es destruir tu vida en un segundo y, en la mayoría de las ocasiones, no existe un motivo claro para que eso ocurra”.

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